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Daniel González
Sábado, 22 de noviembre 2014, 02:16
Iker Ortiz de Zárate tiene claro que el galardón de 'Alavés del Mes' que le entrega EL CORREO por su esfuerzo estimulando el teatro local no lo ha logrado solo. «No es sólo dedicárselo, sino que por justicia debo compartirlo con las personas que hacen ... que Ortzai pueda ir adelante. Yo lo concibo como un premio también para quienes forman parte de esta aventura», asegura el fundador del laboratorio teatral, agradecido por el premio y contento por haber regresado a Vitoria después de haberse formado en el extranjero con los mejores y lograr trabajar en proyectos fuera del país.
-¿Qué aporta el proyecto Ortzai a Vitoria?
-Quiero que aporte una reflexión y educación en valores a través del arte y el teatro, que aporte conciencia social y generosidad, igualdad de género, preocupación por el medio ambiente, un consumo más crítico, el respeto a la diversidad Ése es el deber del teatro, y tiene que hacerlo a través de los sentimientos. No sólo a través del drama, se puede hablar de estas cosas con comedia y humor, pero lo que quiero es poder servir a mi ciudad a través del teatro, abordando estos temas. Y siempre hemos querido aportar nuestro granito para que Vitoria sea una referencia en el ámbito teatral con los proyectos internacionales que realizamos, situando el nombre de la ciudad junto al de Berlín, el de Londres, Roma
-En Inglaterra participó en una serie y dos películas, y en España ha trabajado en varias más. ¿Qué le motivó a volver a Vitoria e impulsar este laboratorio teatral?
-Me fui de Vitoria sin quererme ir, entendía que lo que yo quería tenía que buscarlo en otra parte, que fuera había maestros a los que debía acudir, y después la suerte me llevó por otros lugares que no había imaginado. Pero la decisión de marcharme no fue grata, me fui con pena. Y aunque he sido muy feliz y he encontrado personas muy buenas a las que tengo mucho que agradecer, me quedaba esa espina de volver aquí que iba creciendo cuanto más conocimiento recibía. Porque sabía que todo ello debía traerlo a mi ciudad, que era una aportación que debía hacer.
-¿Cómo han sido estos años con Ortzai?
-Por un lado han sido muy duros, con mucho trabajo y sacrificio, pero emotivos y gratos por el apoyo recibido. Sobre todo sabiendo que estaban las personas que forman parte de esta pequeña comunidad, con las que he hecho piña y que ponen todo el amor y el cariño. Ellos son un impulso diario, pero también implican que debo responder con trabajo y responsabilidad a la apuesta personal que ellos hacen. Y estos años han supuesto un aprendizaje diario. Aprendo de los alumnos, de los más veteranos
-Con la compañía ha podido estrenar obras muy especiales, como 'De Profundis'.
-Todos los montajes que hacemos son especiales, y han sido muchos. Cada vez que llegas a la penúltima representación, porque nunca decimos la última, siempre hay un sentimiento de pena. Pero con ésta se dio un paso decisivo en la proyección internacional de Ortzai, sin haberlo buscado. Hasta entonces nuestra apuesta era local, y llegó 'De Profundis'. Era una obra que deseaba llevar a escena desde hacía mucho tiempo, pero esperé a tener más o menos la edad que tenía Oscar Wilde cuado la escribió. Inesperadamente fue un éxito rotundo, no porque no confiase en el texto sino porque es un monólogo dramático que dura hora y tres cuartos. Pensaba que la recepción del público iba a ser fría, porque la obra exige atención y entrega por parte del público. Pero fue un éxito rotundo, aquí y en Estados Unidos, en Cuba En Nueva York hubo quien dijo que esa función era como el trabajo de la vida de un actor.
Diálogo sobre la violencia
-Y con '¿Y ahora? Eta orain?' también ha alcanzado ese éxito.
-Esta obra se benefició primero de la estela de 'De Profundis', pero luego ha tomado vida propia. Reflexiona sobre un tema dolorosamente universal como es la violencia, pero quisimos que la trama se instalase en el País Vasco y la violencia que se ha sufrido aquí. Y cuando la empezaron a ver fuera, conocieran o no la situación del conflicto vasco, la entendieron como algo universal. En cada país tenían sus propias referencias. En EE UU les recordaba a Guantánamo, a la guerra Para una delegación iraní fue ver la situación que viven ellos, y también pasó en Cuba. Pero, sobre todo, la obra habla de cómo se regenera toda una sociedad. Es una alegría haberlo tratado de forma acertada.
-En la obra trabaja su madre, la actriz Teresa Ibáñez, a la que siempre intenta reservar un papel en sus guiones.
-Me beneficio de su saber hacer, y no lo hago por tirar de ella, sino porque considero que su trabajo beneficia a la obra. Tenerla en escena siempre es una garantía. Es una actriz versátil y humana, y eso trasciende al público.
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