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Jokin Elizaran
Miércoles, 24 de septiembre 2014, 02:29
La céntrica plaza de Los Fueros guarda desde ayer, escondida como un tesoro bajo una carpa oscura, la recreación de una ciudad romana que se podrá visitar y toquetear hasta el 25 de octubre. Es la muestra Romanorum Vita, organizada por la Obra Social de ... la Caixa y en la que colabora el Ayuntamiento de la capital alavesa.
Cuando el visitante accede al interior de la exposición, se retrotrae en el tiempo hasta el siglo I y penetra directamente en una ciudad-tipo del año 79 d.C., poco antes de la destrucción de Pompeya. Puede recorrer las calles de la urbe un día cualquiera y observar el foro en ebullición, escuchar a los comerciantes, oler los suculentos platos que los romanos cocinaban y hasta acceder a sus casas. «Proponemos una inmersión total en la vida cotidiana de esta fascinante época. Se trata de una muestra para todas las edades que, además de informar sobre datos veraces y reales, también cuenta con un apartado más lúdico», explica Isabel Rodá, comisaria y catedrática de arqueología de la Universidad Autónoma de Barcelona.
El concejal de Hacienda y Función Pública de Vitoria, Manu Uriarte, y el director del área de negocio de la Caixa en Álava, Javier Gordejuela, se encargaron ayer de inaugurar la muestra junto a la experta. «La reconstrucción de la ciudad se ha basado en descripciones literarias y testimonios arqueológicos de hace 2.000 años», apunta la especialista. El resultado es espectacular, tanto por el tamaño -las reproducciones son a escala real- como por la calidad de los objetos que se han incluido en la instalación.
Entrar al hogar
La exposición cuenta con 400 metros cuadrados y varios audiovisuales que permiten «que los visitantes se hagan a la idea de cómo era vivir en una de estas ciudades».
Al caminar por las calles del Imperio, el vitoriano podrá ver que los habitantes de la época ya tenían problemas de movilidad -Julio César limitó el tránsito de carros a las noches-. También notará que es época de elecciones -hay propaganda en forma de grafiti en las paredes- y se dejará seducir por las tiendas de comida -«el fast food ya existía», se ríe Isabel Rodá-.
Pero si el visitante decide sentarse a la fresca en la parte trasera del foro -reconstruida en marmol-, tampoco se aburrirá. En la plaza hay poetas, patrones, maestros... Hay vida.
La muestra también permite entrar en el hogar de una familia romana de clase media-alta para fisgonear en el despacho del páter de familias, el tablinum, la cocina o los dormitorios o cubicula. Un lujo.
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