Bolsas de basura abandonadas en la zona afectada.

La basura, un vecino más en el Casco Histórico

Vecinos de la calle Zapatería y del cantón de San Roque claman contra los desperdicios que ‘adornan’ continuamente el cruce de ambas vías

Jon Ander Otaduy

Lunes, 28 de julio 2014, 00:53

Si ya es poco agradable salir todas las mañanas del portal para encarar un nuevo día de trabajo, aún lo es menos cuando en el trayecto hay que atravesar una zona repleta de bolsas de basura y demás desperdicios con el correspondiente ejercicio de aguantar ... la respiración a los pocos minutos de haber desayunado. Ésta es la situación que a diario se encuentran muchos vecinos de la calle Zapatería y el cantón de San Roque.

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Según ha podido saber EL CORREO por varios residentes en la zona, hace más de medio año que algunas personas depositan sus residuos en la confluencia de ambas vías, de tal forma que quedan a la vista de todo aquel que transite por ellas, incluidos los turistas que visitan el Casco Medieval de la capital alavesa. «La gente que viene de vacaciones a Vitoria y pasea por estas calles se encuentra un montón de porquería en plena calle. ¿Qué impresión se van a llevar de la ciudad green?», critica el dueño de un inmueble cercano.

El problema no es ajeno al personal municipal. Ya en febrero otro vecino dio aviso de esta circunstancia al Ayuntamiento a través del buzón ciudadano un servicio disponible en la página web del Consistorio, en el cual expuso su malestar por tener que atravesar el citado cantón repleto de basura «a cualquier hora del día». Proponía también comenzar a multar seriamente a quienes depositen la basura en plena vía pública y añadió algunas fotografías del estado en el que se encontraba la esquina.

A los pocos días su reclamación recibía la siguiente respuesta desde las oficinas municipales: «Las patrullas de Policía Local se pasarán por el lugar que usted manifiesta en su queja a fin de comprobar los hechos y actuar en consecuencia, corrigiendo las irregularidades que pudieran ser detectadas». Aclaraban también que por los hechos comunicados, se había denunciado a numerosos ciudadanos.

Sin embargo, ante la certeza de que nada había cambiado en los días siguientes, este residente continuó reflejando su malestar vía online. Al cabo de una semana, el Ayuntamiento volvió a pronunciarse para asegurar que se había elaborado «un plan de vigilancia de ese cantón y sus alrededores» para denunciar la insalubre práctica.

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Pasividad

Tras un mes y con la situación aún sin resolverse, varias personas se sumaron a las protestas en el portal digital, lo que motivó un nuevo mensaje de la Casa Consistorial. «La Jefatura del servicio ha programado una vigilancia más intensiva, tanto de patrullas uniformadas como de paisano para lograr detectar a las personas incívicas. Estos agentes tienen la orden estricta de denunciar todos los incumplimientos».

A día de hoy el problema persiste y el último de los comentarios municipales al respecto es que la Guardia urbana «está haciendo un seguimiento especial de la zona, denunciado los casos de incumplimiento de la ordenanza de limpieza e informando al departamento de Medio Ambiente».

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Como solución improvisada, los propios afectados han colocado diversos carteles en los que se advierte de las posibles consecuencias de dejar bolsas de desperdicios en la vía pública, pero no surten el efecto deseado. «Si no nadamos en la mierda es porque el camión de la basura pasa a diario por aquí y lo recoge. Pero hasta que llega esto es asqueroso», lamenta un propietario de la calle Zapatería, que pide a las personas responsables de la suciedad «que anden 30 metros hasta la recogida neumática, que no cuesta nada».

Y es que los puestos habilitados para hacerlo apenas se encuentran a medio hectómetro de distancia del lugar donde algunos vecinos abandonan sus deshechos. «Tienen unos en la entrada a la plaza de la Virgen Blanca y otros en el cruce de la calle Herrería con el cantón. No van por pura vagancia». De momento, los transeúntes deberán seguir tapándose la nariz al alcanzar el punto sucio de la almendra vitoriana.

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