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Saioa Echeazarra
Lunes, 21 de julio 2014, 10:40
La pupila vitoriana de Galileo Galilei se llama Ana Inés Gómez de Castro (Vitoria, 1961). Esta erudita de las leyes de Kepler persigue la misión de escudriñar el cosmos, investigar el universo; retos que desarrolla desde avanzados equipos de observación espacial. Esta loable trayectoria, coronada ... con el cargo de directora científica en España del proyecto World Space Observatory-Ultraviolet, ha sido valorada por EL CORREO para distinguirla como Alavesa de junio. Un galardón que se suma al I premio Heraclio Alfaro de excelencia en la innovación concedido desde la Diputación. Según advierte esta docente académica, «si se corta la financiación a la investigación en el sector espacial se está perjudicando a uno de los campos más dinámicos y tecnológicos de la sociedad».
¿De qué trata su investigación?
Estudia la formación de sistemas planetarios; hoy se conocen 3.000 y una de sus características es la radiación ultravioleta que generan, la cual impacta en la evolución de los planetas y en sus atmósferas. En el sistema solar, la fuente de radiación ultravioleta es el sol, pero en las estrellas jóvenes la mayor parte se produce como pérdidas de energía del motor de plasma que rodea a la estrella y controla su crecimiento. La observación en el ultravioleta de estos sistemas ha permitido que comprendamos mejor cómo funciona este motor y su impacto en la génesis de los planetas. La radiación UV hace que la atmósfera de los planetas se expanda. Muchos de los exoplanetas que conocemos son del tamaño de Júpiter (o mayor) y se hallan en órbitas más cercanas a su estrella que Mercurio alrededor del Sol. La radiación ultravioleta hace que las atmósferas de estos "Júpiteres calientes" se evapore, y el WSO-UV permitirá estudiar este proceso en 100 exoplanetas diferentes, e incluso estudiar sus auroras.
¿Qué aportará el World Space Observatory Ultraviolet?
Es un proyecto para poner en órbita y operar un observatorio espacial que nos permitirá investigaciones como las anteriores, cuando el telescopio Hubble "muera". Será el único del mundo para la observación en el ultravioleta. Construir de forma internacional un telescopio espacial requiere 15-20 años; a la investigación y el desarrollo hay que añadirle la coordinación y armonización presupuestaria (5-10 años). Hay 5 fases; diseño preliminar; consolidación; construcción; integración y verificación; y tests en vuelo y explotación final. WSO-UV está entre la segunda y tercera fase. El lanzamiento está previsto para 2020.
¿Qué características técnicas posee?
Pesa 1,6 toneladas. Una vez en órbita y con el parasol desplegado, será un cilindro de 8,4 metros de alto (más de 3 pisos) y 2,6 de diámetro. El WSO-UV será puesto en órbita alrededor de la tierra a una altura de 36.000 kilómetros sobre la superficie con un lanzador Protón.
¿Cuál es la aportación española?
Incluye el instrumento de imagen y espectroscopia sin rendija ISSIS y el software de control, así como la colaboración con Rusia para operar el telescopio. Con el ISSIS podremos distinguir el equivalente a una moneda de un euro a unos 40 kilómetros; es un reto para nuestra industria porque es un instrumento espacial de óptica para el ultravioleta; lo que supone que la precisión con la que operan y están colocados los elementos debe ser mejor que 0,05 micras.
¿Se han detectado planetas con una atmósfera como la de la Tierra que puedan albergar vida?
Para eso necesitaríamos telescopios con una gran capacidad colectora (10 metros de diámetro). La tecnología para hacer posible estas misiones se está poniendo en marcha en la actualidad. ¡Es un auténtico reto!
¿Cómo ha avanzado España en astrofísica?
Ha sido prodigioso. En los años 60, el número de astrofísicos españoles se podía contar con los dedos de las manos. Ahora es una comunidad de más de 500 personas respetadas en el extranjero. La astrofísica es una de las ramas de la ciencia en la que nuestro país tiene un impacto internacional más fuerte.
Alfaro es «inspirador»
¿Tienen los científicos futuro dentro del país?
Claro que lo tienen, pero hay que comprender que la comunidad científica es internacional. La edad media de los científicos en mi universidad ronda los 60 años. Necesitamos una generación nueva de científicos bien formados, creativos, con capacidad de liderazgo y que sepan trabajar en equipo.
¿Necesita la ciencia más apoyo institucional?
En general, sí. La mayor parte de la financiación que recibimos los investigadores del sector espacial acaba en manos de empresas tecnológicas que construyen elementos que necesitamos. Muchas veces, esos elementos hay que inventarlos, esto es lo que llamamos el ciclo I+D+i. En este proceso, universidades y empresas trabajan conjuntamente. Cuando se corta la financiación, se está perjudicando a uno de los sectores más dinámicos y tecnológicos de la sociedad. La recuperación de los ritmos de trabajo no es fácil. Como dice un amigo, se necesitan 9 meses para crear un ser humano en el vientre de su madre. No es factible recuperar el tiempo perdido poniendo nueve madres a criar niños durante un mes. La formación del personal científico y técnico es un proceso muy duro para aquellos que lo realizamos y su pérdida sólo se repara después de un esfuerzo y un tiempo equivalente. Hay aplicaciones, por ejemplo para Medicina, que surgen de la investigación astrofísica y hay que sensibilizar a la sociedad de que el ciclo de ciencia e innovación funciona como un ecosistema, y si se deja de financiar una parte, se para todo el proceso.
¿Falla el sistema educativo?
Hay un problema. Los profesores no son científicos y a la hora de transmitir conocimientos no lo viven. Y esto hay que vivirlo. En la sociedad del futuro el conocimiento científico será vital; las decisiones que votaremos van a tener que ver con ciencia, como por ejemplo el control de la intimidad. Así que hay que reforzar la educación científica.
¿Cómo valora estos galardones a su carrera?
Los agradezco profundamente, también por lo que implica la relevancia científica y tecnológica de Heraclio Alfaro. Es una figura inspiradora que permite establecer un lazo entre nuestra generación y generaciones anteriores que creyeron y lucharon por la innovación. La sociedad se ha acostumbrado a disponer con rapidez de recursos, pero ciencia y tecnología son procesos colectivos de maduración lenta, que se extienden en el tiempo y que requieren tradición.
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