Iñigo Miñón
Sábado, 21 de junio 2014, 02:33
Manu García (Vitoria, 1986) no pudo reprimir el llanto cuando el árbitro pitó el final del partido en Jaén y firmó la agónica salvación del Glorioso. Las lágrimas del alavesismo, las rabiosas pulsaciones de un corazón que ya bombeaba sangre albiazul de pequeño y ahora ... late con fuerza sobre el césped de Mendizorroza. Capitán y líder espiritual de «un grupo muy unido» al que hace extensible el premio de 'Alavés del mes'.
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-Profeta en su tierra.
-Lograr el objetivo el último día hace que las valoraciones sean positivas. Este premio lo encarno yo, pero me lo tomo como un reconocimiento al trabajo del vestuario.
-Como alavesista de cuna, ¿qué supone vestir esta camiseta?
-Cuando firmé, hace dos años, era una sensación de plenitud, de haber conseguido algo que veía muy lejano. Con dos años de perspectiva, la misma ilusión que entonces y la sensación de estar ayudando al club, de poner un granito de arena para que sea más grande.
-Pero los últimos meses no han sido bonitos...
-Han sido muy duros, con mucha presión y responsabilidad, de no disfrutar jugando... Ahora lo ves como un buen recuerdo porque el final ha sido feliz, pero el trayecto ha sido complicado.
-¿Cómo es el día a día de un futbolista en esa situación?
-Tratas de abstraerte. Mucha gente opina sobre cómo juegas tú o el equipo y, aunque no sea de mala fe, te llegan cosas que te pueden contaminar un poco o afectar a tu estado de ánimo.
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-Para el único vitoriano de la plantilla, además, será diferente.
-Cuando vine ya sabía que iba a ser todo diferente. Más que por mí, por mi entorno. Cuando estás fuera, la familia te ve jugar el domingo y el lunes se olvida un poco del tema, lo hagas bien o mal. Aquí es distinto, viven el Alavés de lunes a domingo y hay momentos en los que no es fácil para ellos.
-En lo positivo, ¿su sentimiento albiazul es un plus en el campo?
-No sé si tanto a la hora de jugar, yo en otro sitio habría hecho lo mismo en estas circunstancias, pero sí en el día a día. Tienes más responsabilidad, a la hora de motivar, buscar que el grupo funcione, transmitir lo que sientes. Más que jugar bien o mal, te involucras más en tareas de club y vestuario.
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-Líder espiritual del vestuario.
-No, ya me lo han dicho, pero no le doy mucha importancia. Ha habido mucha gente, han sido muchos días difíciles y siempre había alguien capaz de levantar al grupo. Cada vez uno, yo he aportado como uno más.
-Único alavés del equipo. ¿Orgullo y pena a la vez?
-Orgullo seguro. Llegar es difícil. Se busca rendimiento y no juegas mejor por ser de Vitoria. El filial ha hecho buen año, tenemos gente que llama a la puerta y sólo necesita una oportunidad para demostrar. Para la afición es bonito ver que gente de Álava llega al primer equipo, es parte del futuro del club y dentro también lo saben.
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«Si luchas tienes premio»
-Ha sido su debut en Segunda. «A ver si doy el nivel», dijo en pretemporada. ¿Y bien?
-Era una categoría nueva y la competición es la que te pone en su sitio. Muy satisfecho porque he participado mucho, los tres entrenadores han confiado en mí y creo que sí he dado el nivel.
-Ha sido el 'chico para todo'.
-Cuando era más joven no me gustaba cambiar de posición y lo ves todo con recelo. Luego maduras y te das cuenta de que lo importante es ayudar. Y estoy cómodo porque así es como he logrado llegar hasta aquí, entregándome a lo que pida el entrenador y buscando el máximo rendimiento donde sea.
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-Cuando decía «hasta el último segundo del último partido» no pensaba en lo que pasó en Jaén.
-Quería transmitir que íbamos a pelear hasta el final. Hacías números y sabías que ibas a tener que ganar allí. Hubo momentos en los que se podía haber tirado la toalla, pero este grupo estaba mentalizado para no dejarse ir. Esta situación nos demuestra que tienes que agarrarte a todas las opciones, en cualquier cosa en la vida, porque si luchas puedes tener premio.
-¿Qué tiene el fútbol para que 600 personas hagan 700 kilómetros en un escenario tan difícil?
-Habla de lo bien que se ha hecho en el aspecto social y del sentimiento que hay en la ciudad y se respira en 'Mendi'. La gente está viviendo el Alavés otra vez con mucha intensidad, disfruta y está entregada al equipo. Eso es más importante que el ascenso y la permanencia, el hecho de que la afición esté ahí es lo que va a dar un futuro al club, más allá de jugadores, entrenadores o directivos.
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