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J. A. MARTÍNEZ VIGURI
Sábado, 14 de junio 2014, 00:35
De crío, cuando de la mano de su padre acudía feliz a Mendizorroza las tardes de partido, normalmente en domingo, como ha de ser, Manu García dejaba volar su imaginación por encima de la tejavana de una General que después derribó la piqueta y se ... veía vestido de corto y albiazul sobre el rectángulo que mima Ángel Benito. Pusiera buena o mala cara el cielo, fuera uno u otro rival el que amenazara la victoria local, el chaval renovaba fielmente sus votos albiazules cada quince días. Quería ser futbolista a toda costa y, encima, del Alavés, no de cualquier otro, así que acabó siéndolo por empecinamiento, aunque le tocó esperar lo suyo hasta, por fin, estrenarse con la emotiva elástica en rayas azules y blancas hace apenas dos años.
Manuel Alejandro García Sánchez (Vitoria, 26 de abril de 1986) carga con la perseverancia de quien no ceja en el empeño hasta que alcanza lo que persigue. El sueño hecho realidad. Es hoy lo que quiso ser ayer, futbolista y del Alavés. Su vida deportiva tiene mucho de ejemplo de superación, de constancia, de remate a puerta. De abajo, desde el cobertizo del colegio San Viator, a arriba, a Segunda División. Idéntico desafío, aunque recortado en tiempo, que el emprendido hace once meses por el Alavés, del que ha sido su capitán este curso, hasta que con el último tiro a portería, antes de que el árbitro mirara su reloj por penúltima vez, llegó el gol de la gloriosa permanencia. El que llevó Guzmán a la red, aunque bien pudo hacerlo Manu García o cualquier otro que hubiera pasado por ahí. El de Jaén fue, como definió su protagonista, el gol de todo el alavesismo.
EL CORREO le premia por encarnar los principales valores del Glorioso. Nadie mejor que él personifica la constancia en el empeño, la entrega a un club que representa a una ciudad y a un territorio. Una dedicación que al final de campaña ha tenido su recompensa. El éxito de la permanencia corrobora los méritos de toda una trayectoria. Por ello, el galardón de 'Alavés del mes' es el reconocimiento a la persona, pero también al grupo. A la fuerza de la caseta de Mendizorroza, que resurgió, como dice el himno de Alfredo Donnay, cuando peor estaban las cosas, ahora o nunca.
Segundo año en casa
«Hasta el último momento del último día. Gracias a mis compañeros. Gracias a la afición. ¡Salvados!», escribió Manu García en las redes sociales al poco de hacer posible lo que se antojaba casi imposible en la Nueva Victoria jienense. El Alavés sigue siendo de Segunda para mayor gloria y con él en su plantilla, aunque ahora el polivalente jugador se encuentre a la espera de saber si por parte del club se le ofrecerá renovar su militancia albiazul. Por él, encantado de la vida.
Méritos ha hecho. Tanto esta campaña, la de su estreno en Segunda y de confirmación como futbolista que vale para un roto o un descosido, como la anterior, la de su irrupción como protagonista en el teatro de sus sueños infantiles, en Segunda B. 38 partidos ésta; 37, la pasada. En total, 75 de Liga en dos años, con seis goles, tres por cada ejercicio. En el Alavés de la salvación sólo hay uno que le supera en minutos. Sus 3.079 sólo los mejora el 'pichichi' Viguera, el más utilizado por los tres técnicos que han dirigido al equipo en la temporada que expira.
Manu García ha jugado con Natxo González como prolongación a su papel en el Alavés del ascenso, también recurrió a él Juan Carlos Mandiá y, por supuesto, Alberto López. De interior zurdo, de lateral por el mismo costado o de mediocentro, el vitoriano ha sido un fijo en las alineaciones. Su fútbol no es brillante, pero sí muy consistente, firme, sin grietas. Es de esos jugadores que siempre tienen sitio porque casi nunca fallan. El entrenador se lo llevaría a cualquier lugar recóndito.
De la General al césped
A sus 28 años, Manu García se va labrando un currículo. De una manera un tanto personal, él mismo expone su historia futbolística en Twitter. «Me he dejado ver por San Viator, Zubieta, Stadium Gal, Ipurua, Las Gaunas... Hoy he saltado la valla de General para disfrutar del Alavés desde el otro lado», escribió, supuestamente, cuando firmó por el Glorioso en julio de 2012. Fue un día de sueño cumplido. «Desde que tenía cinco o seis años iba a Mendizorroza con mi padre y mi primo. Ahora voy a jugar en mi casa y en mi equipo, y eso es un privilegio», desveló emocionado la tarde en la que por primera vez vistió de albiazul oficial.
Manu García nació justo cuando el Alavés tocó fondo con su descenso por moroso a Tercera División, debió interesarse por él mientras coleccionaba fases de ascenso de Segunda B y, en plena adolescencia, ya no se pudo resistir al magnetismo de Primera División, de la Copa de la UEFA y su final de Dortmund. Pero el 'Alavés de mayo' es algo más que alavesista. Apasionado del baloncesto, ejerce de hincha del Laboral Kutxa -acaba de hacerse accionista del Baskonia- y le llama la fotografía. El otro día no subió en bici a Zaldiaran como promesa por la permanencia, pero cerrará el año, seguro, en el Gorbea, con sus amigos, ponga buena o mala cara el cielo, como cuando de crío iba a ver a su Deportivo Alavés.
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