La Real Academia de la Lengua Española define así el término pajarero. «Dicho de una persona: Aficionada a los pájaros, especialmente a su observación en su ambiente natural». Pues bien, Vitoria cuenta con 128 vecinos entregados a la causa de velar por la salud de ... la avifauna del municipio que habitan. Tan sensibilizados que gracias a su concienzudo trabajo de dos años, los responsables del departamento de ornitología de la sociedad científica Aranzadi en colaboración con el Centro de Estudios Ambientales (CEA) tendrán redactado para finales de año un completo atlas de aves nidificantes de Vitoria que por vez primera en 30 años incluirá estimaciones de abundancia. Aún es pronto para conclusiones, pero gracias a la capacidad de observación y al fino oído de estos pajareros voluntarios se sabe ya que al menos conviven entre nosotros 120 especies de aves que montan sus nidos a dos palmos de nuestras narices. Se han repartido el municipio en 300 cuadrículas para no dejar ni un rincón sin rastrear y han localizado a especies sedentarias y a las que llegan cada primavera desde el Sahel para tener aquí a sus polluelos. .
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«Puede que al final incluso se superen las 120 especies. Vitoria en un municipio extenso, con una variedad de hábitats importantes. Los Montes de Vitoria aportan especies forestales, en los humedales de Salburua las hay exclusivas a nivel de Euskadi...Para hacernos una idea, en Donostia se censaron 90. Es muy rico», detalla Juan Arizaga, director científico de este atlas.
Los ornitólogos de Aranzadi se hallan inmersos ahora en depurar datos para elaborar tres tipos de mapas: uno sobre presencias y ausencias, otro sobre probabilidad conocido como 'de calor' y un tercero de estimación de abundancias. El resultado se plasmará a finales de año en un libro, con su versión digital, con fichas completas de cada especie, su localización y el número de miembros de cada familia arraigados en el municipio.
Nada de esto sería posible sin esos 128 pajareros que han formado parte de un programa de ciencia ciudadana dedicado a la identificación de aves mediante el vuelo y el canto. Uno de ellos es Javier Manzanos, un biólogo, amante de la naturaleza, que aunque ya sabía «algo del canto» asegura haber aprendido «muchísimo» es estos dos años de colaboración en los que ha salido a buscar especies por el entorno de Olárizu, Errekaleor y Estíbaliz. En solitario, para tener todos los sentidos en alerta. «Salía a la atardecer y llega un momento en que no ves. Es una pasada. Yo era naturalista de prismáticos y ahora los escucho, hecho mano de la memoria sonora», dice. Recuerda con emoción cuando casi le rozó una águila calzada o a esos seis graciosos chochines de la misma familia que se dejaron observar sin asustarse.
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Javier Manzanos
Javier Manzanos
ATLAS
Manzanos agradece la formación recibida por parte de Aranzadi y el CEA. Participó en varios de los 27 cursos en los que los expertos les enseñaban a identificar y documentar con metodología científica las especies nidificantes avistadas y escuchadas. Esas charlas se dieron en Ataria y también en los centros Bizan de mayores, en el campus de Álava, en centros cívicos... Participaron más de 800 personas, destaca el técnico de CEA Gorka Belamendia. La respuesta ha sido, dice «magnífica».
«Nos gustaría dar las gracias a estos voluntarios de ciencia ciudadana», expresa el concejal de Medio Ambiente, el socialista Borja Rodríguez. «Pone de manifiesto el interés por la riqueza ornitológica de quienes viven en esta ciudad», destaca. «Es una gozada haber podido equipar y dotar de conocimiento a una comunidad de personas con un interés común por las aves que habitan en su ciudad», agrega Belamendia.
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El último atlas de este tipo data de 1994. Aunque cambia la metodología científica, los ornitólogos podrán saber si hay algún síntoma de alarma entre la avifauna local. Quizá por el cambio climático o quizá por los plaguicidas. De momento, no parece que el gorrión las esté pasando tan canutas como en otras urbes. Está muy presente en el municipio, aunque aún no se ha calculado en qué cantidad. Por el contrario, escasea el aguilucho pálido. Y se debe proteger a toda costa, señala Arizaga, a la grajilla. Vitoria conserva la única colonia de estas aves de Euskadi. Quedan 60 parejas «y el atlas confirmará dónde están y cuántas hay».
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