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El símbolo que representa a Afaraba, la Asociación de Alzhéimer y Otras Demencias de Álava, es un elefante. «Se sabe que tenemos muy buena memoria y que cuidamos siempre a nuestra familia», se presenta este animal, cuyas virtudes simbolizan también las bases de esta organización integrada en la actualidad por un millar de asociados. «Trabajamos de forma profesional por la mejora de las personas que sufren alzhéimer u otras demencias afines, así como por su entorno, quienes los cuidan», comparten portavoces de la junta directiva, un equipo técnico de doce profesionales y cuarenta personas voluntarias.
Todos ellos conciencian, sensibilizan e informan a través de una variada gama de actividades que cuentan con el apoyo de EL CORREO, además del «reconocimiento de las diferentes administraciones públicas e instituciones competentes en este área», lo que «redunda en beneficio de la sociedad en general». Un ejemplo de la importancia de este respaldo es el reciente convenio firmado con el Instituto de Investigación Bioaraba. Con la colaboración directa entre afectados y expertos, contribuirán a lograr avances en técnicas que permitan combatir estas difíciles enfermedades neurodegenerativas; algo que el presidente de este colectivo, Miguel Ángel Echevarría, calificó en su momento como un hito «histórico» para la asociación, que cuenta con una sólida trayectoria tras constituirse en 1992.
Y es que, en definitiva, lo que se proponen siempre es expandir sus redes por todos los rincones de la provincia, donde ya hay cerca de 7.000 afectados. Es cierto que los alaveses están cada vez más mentalizados frente a estas demencias, pero esta entidad social quiere ampliar su labor aún más. El lema de este año, de hecho, es 'Llegamos allá donde estés'.
Por este motivo, conscientes de la importancia que tiene una detección temprana, no quieren que su asistencia se quede sólo en la capital alavesa, desde donde operan con su sede en el barrio de Salburua (Avenida de Budapest, 29). Así que visitan Álava con una unidad móvil en la que se realizan sencillas pruebas que permiten adecuar a los pacientes más rápidamente a los distintos programas y, además, en localidades como Salvatierra, Yécora, Legutio o Nanclares han puesto en marcha distintas sesiones de entrenamiento cognitivo.
Eso sí, «no se puede atender a una persona de 75 años igual que a otra de 57». Eso lo dejaba claro Echevarría en una entrevista con este periódico, donde también matizaba que «el nivel de entrada de enfermos con alzhéimer es cada vez más jóvenes». «Ya no sólo llega gente de 70 años, hay personas de 50 o 47 que, a veces, incluso tienen hijos pequeños», compartía. En este sentido, destacaba que, si sumamos al número de diagnosticados cónyuges, hijos, nietos o hermanos «habrá entre 50.000 y 60.000 alaveses que conviven con el alzhéimer». A ellos también los acompañan, incluso con un servicio de duelo porque «cuando tu mujer, marido hermano o padre muere, necesitas esa ayuda para cubrir ese tiempo que has dedicado a este fin».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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