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LAURA ALZOLA
Martes, 9 de julio 2013, 12:48
Los treintaiséis años del gasteiztarra Eneko Llanos no se entienden sin el deporte. De niño iba al monte con su familia y practicaba pelota mano, natación y judo. De adolescente probó con la escalada y se compró una bici de montaña con sus ahorros hasta que, en 1993, hace veinte años ya, y siguiendo los pasos de su hermano Hektor, terminó su primer triatlón. Hoy es uno de los mejores especialistas mundiales en esta durísima prueba y además en su versión más dura, la del Iron Man. Este fin de semana ha ganado el de Frankfurt con un tiempo, por segunda vez, por debajo de las ocho horas. Ocho horas de esfuerzo máximo, pues debía completar 3,8 kilómetros a nado, 180 en bici y una maratón completa. Llanos, que mira ahora al campeonato mundial de Hawaii, es un fuera de serie que continúa la estirpe de grandísimos campeones alaveses: Martín Fiz, Almudena Cid, Tania Lamarca, Lorena Guréndez...
El triatlón llamó a su puerta cuando completó aquella primera prueba hace dos décadas y ya nunca le ha abandonado. Dos años después, Llanos dejó de lado la universidad (IVEF) para viajar y entrenarse en la distancia olímpica de la prueba triple. A pesar de los buenos resultados en los campeonatos y de participar en los juegos olímpicos de 2000 y 2004, Llanos, no satisfecho con quedar en el vigésimo puesto, se entregó a la larga distancia, la que mejor se ajusta a sus características: las pruebas de Ironman. Excepcionalmente duras, dramáticamente gloriosas.
En sus primeros tres intentos de disputar la prueba de hierro Llanos no llegó a meta. Pero la cuarta fue la vencida. Lejos de rendirse, el deportista de Vitoria aplicó lo aprendido al Ironman de Australia de 2006 y terminó la prueba segundo, logrando la clasificación para la gran prueba de Hawai, donde para sorpresa de sí mismo, confirmó sus avances quedando quinto. Desde entonces y de momento, su cima ha estado en Hawai 2008, donde logró ser subcampeón del mundo.
Este domingo en Frankfurt, con el campeonato de Europa en liza y sin la victoria entre sus objetivos, según confesó, Eneko Llanos se situó desde el principio a la cabeza de los hombres de hierro. Aún habiendo empezado la maratón (la última de las tres pruebas) con cinco minutos de retraso, sus rivales no resistieron el ritmo del vitoriano, que con las zapatillas puestas es una liebre. A la cabeza de la carrera, Vanhoenacker fue adelantado primero por Raphael. Y entonces el deportista vasco adelantó a los dos, se mantuvo delante y completó el reto en menos de ocho horas. Para la prueba de natación necesitó 46 minutos y 10 segundos, la de bicicleta la terminó en 4 horas 25 minutos y 32 segundos y corriendo la maratón estuvo 2 horas 44 minutos y 12 segundos.
Llanos se medía con 2.700 atletas de 55 nacionalidades que se retaron a nadar 3,8 kilómetros en el Lago Waldsee, 180 kilómetros de bicicleta y una maratón (42 kilómetros) por la ciudad de Frankfurt, a las orillas del río Meno. Todo ello a 28 grados centígrados.
Así se hace un hombre de hierro
"No tengo ni idea de cómo lo he logrado. Estoy superfeliz". Pero todo tiene una explicación. Cuando prepara un Ironman, Llanos llega a entrenar hasta siete horas diarias durante seis jornadas semanales. Anda en bici, nada y hace carrera a pie con pesas. Todo para llegar en un perfecto estado de forma a uno de los retos más complicados y extremos del deporte mundial como es un triatlón de larga distancia. Ya en la misma semana de la competición, el volumen de trabajo disminuye para poder llegar fresco a la cita. La constancia en el trabajo es clave, pero el descanso también. Por eso, ahora toca descansar, recuperarse bien, explicaba él mismo tras la prueba de Frankfurt: "Me tomaré un par de semanas tranquilas y, después, ya empezaré a preparar bien el Ironman de Hawai", señaló tras su victoria.
Eneko Llanos come todo lo que puede pero es vegetariano estricto. Los triatletas de larga distancia llegan a consumir 8.000 calorías en un día y, sin embargo, el gasteiztarra no prueba la carne ni el pescado por respeto a la vida de los animales. Por supuesto, Llanos es muy estricto y cuida al detalle todo lo que ingiere para llegar en su peso ideal, que suele rondar los 72 kilos, a la competición. Tanto él como su preparador aseguran que la opción alimenticia del atleta no le supone ninguna limitación ni carencia. A la vista está que no lo hace.
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