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CONSTITUCIÓN DE LOS AYUNTAMIENTOS

El PP recupera la Alcaldía de Vitoria con los únicos votos a favor de su partido

Frío traspaso de poderes entre el socialista Lazcoz y Maroto, que se declara dispuesto a abrir «una etapa ilusionante»

IOSU CUETO

Domingo, 12 de junio 2011, 12:27

El popular Javier Maroto ya gobierna Vitoria tras ser elegido alcalde con el único respaldo de los concejales de su grupo. El nuevo regidor, economista, de 39 años, protagonizó ayer el pleno con el que había soñado desde febrero de 2008, cuando Alfonso Alonso -máximo edil entre 1999 y 2007- abandonó el Ayuntamiento y le nombró su sucesor para recuperar la Alcaldía para el PP. A pesar de que el fantasma de los pactos flotó hace días por los despachos municipales, al final sólo Bildu aspiró a ocupar el sillón presidencial como alternativa a Maroto. Fue un mero gesto político, porque todos los ediles sabían que nadie daría la sorpresa sin el respaldo de la mayoría absoluta del pleno. Es decir, 14 de los 27 concejales.

El PP se votó a sí mismo (9 papeletas), al igual que la formación abertzale (6). El PSE y el PNV lo hicieron en blanco. Tal y como se esperaba, el concejal popular, que encabezó la lista más votada el 22M, se hizo con el bastón de mando. Tras cuatro años en la oposición, el Ayuntamiento vuelve a manos de los conservadores.

La expectación que acompaña a cualquier investidura se multiplicó por la presencia del líder del PP, Mariano Rajoy, que se sentó entre los invitados junto a Antonio Basagoiti, Alfonso Alonso y los padres de Maroto. El presidente nacional del partido recordó que vino a Vitoria durante la campaña electoral y que el hoy alcalde le invitó a su toma de posesión si los vecinos de la capital alavesa le elegían. «Así lo han querido y aquí estoy», apuntó. El acto, siempre revestido de solemnidad, contó con la presencia de 140 personas, entre las que destacaban numerosos simpatizantes populares. A la hora señalada, la una y media de la tarde, los corporativos accedieron al salón de plenos y ocuparon sus respectivos asientos.

Como marca la ley, los ediles de menor y mayor edad, Itziar Amestoy y Fernando Aránguiz, ejercieron de presidentes y el concejal del PP tomó juramento del cargo a los 27 corporativos por orden alfabético. Les preguntó, uno a uno, si estaban dispuestos a cumplir sus obligaciones «con lealtad al Rey» y a «hacer guardar la Constitución como norma fundamental», como indica el texto oficial. Los representantes del PNV y de Bildu lo hicieron «por imperativo legal», mientras que el resto juró o prometió. Un despiste hizo que Aránguiz olvidara a Belakortu en la ronda, aunque rectificó a tiempo y le citó en último lugar. Maroto juró su cargo en euskera y dio paso a la votación final, que le otorgó la victoria.

Arrancar «ya»

Alcalde entrante y saliente escenificaron un frío traspaso de poderes. Los reporteros gráficos se quedaron con las ganas de que Patxi Lazcoz entregara el bastón de mando a Maroto. El propio Aránguiz se encargó de darle la makila y el ya exregidor socialista le felicitó al final del acto estrechándole la mano. No hubo abrazos, ni gestos de complicidad.

En su discurso, el nuevo regidor anunció que quiere abrir «una ilusionante etapa para mejorar Vitoria» y convertirla en una ciudad «moderna, pionera y referente en el País Vasco, en España y en Europa». Gran parte de su breve alocución se centró en sus prioridades: la creación de empleo y el desarrollo económico. «Hay mucho trabajo precario y muchos jóvenes que se tienen que ir de Vitoria para buscar un empleo», recalcó.

En un panorama como éste, subrayó el primer edil popular, «hay que tomar decisiones difíciles. En la actualidad, lo que más preocupa a los ciudadanos es la situación económica. Ahora más que nunca hay que gestionar el Ayuntamiento con rigor, eficacia y austeridad teniendo en cuenta hasta el último céntimo de euro».

Maroto asumió la responsabilidad de liderar «un proyecto compartido entre todos», al margen de las ideologías. Y aunque mostró su «total implicación» con el desarrollo del soterramiento del ferrocarril, agregó que la capital alavesa «no puede esperar más a que este proyecto vea la luz». A su juicio, la ciudad «puede y debe arrancar ya, sin esperar más, un ilusionante plan de transformación urbana con el medio ambiente como principal seña de identidad que se convierta en motivo de orgullo para todos los vitorianos».

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