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Consuelo Parra.
Los inmigrantes venimos a trabajar, no a pedir ayudas»
CONSUELO PARRA PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN PRESTATURIK

Los inmigrantes venimos a trabajar, no a pedir ayudas»

El colectivo organiza hoy y mañana en el palacio Villasuso unas jornadas sobre el Síndrome de Ulises

BEATRIZ CORRAL

Jueves, 6 de noviembre 2008, 03:30

Soledad, tristeza, ansiedad y diversos malestares físicos. Síntomas en apariencia inconexos, pero que son señales del denominado Síndrome de Ulises. Un trastorno que afecta a numerosos inmigrantes y sobre el que la Asociación de Profesionales Extranjeros de Álava, Prestaturik, quiere sensibilizar a la sociedad. Para ello, hoy y mañana celebran las terceras jornadas de salud mental que se desarrollarán en el Palacio Villasuso y donde participarán profesores, psiquiatras y psicólogos.

-El Síndrome de Ulises es un trastorno de adaptación que afecta a los inmigrantes. ¿Es fácil diagnosticarlo?

-Se trata de diferentes síntomas que tiene una persona inmigrante por haberse cambiado de país. Soledad, tristeza, dolor de cabeza, de estómago, de espalda o estreñimiento. Vas a tu médico, te hace análisis y estás bien, es la parte psicológica la que te está afectando. Es una carencia que tenemos en nuestro sistema de salud .

-Estas jornadas se centran en los niños. ¿Cómo lo viven?

-Son la parte más débil y frágil. Tienen que pasar por alejarse de sus padres que vinieron aquí primero y luego por dejar a la familia que les ha cuidado en su país de origen. Cuando vienen aquí, tienen que volver a readaptarse. Afortunadamente cuando son pequeños es más fácil, pero de adolescentes es bastante duro.

-¿Hay personas más proclives a padecerlos?

-Los que tienen los obstáculos más fuertes por el idioma son los más vulnerables. Para alguien que no se puede comunicar, ni ver la tele, escuchar la radio o leer el periódico, es una situación de desesperación.

-Suena a un calvario.

-Sí, dejas tu familia y entorno, no tienes amigos y vienes a un país con un idioma diferente. Pierdes tu cultura, tu historia y tu vida y ese recuerdo es con el que siempre tienes que vivir. Vivimos con el corazón partido, estamos aquí, pero nuestra mente está en otro sitio, es muy duro y complicado.

-Una vez llegado al punto de destino, ¿cómo es esa primera toma de contacto?

-La persona toma la decisión desde el país de origen y llega aquí con una información, que no es del todo clara. Se tienen ideas de que vienes aquí y vas a encontrar una situación favorable a nivel laboral y social y cuando llegas te encuentras algo totalmente diferente, empezando por la falta de documentación, que es la parte más fuerte y sensible de la inmigración. Los inmigrantes vienen a trabajar, no venimos a pedir ayudas, pero a veces las circunstancias que encuentran aquí les hacen tomar otras decisiones.

Vitorianos, solidarios

-¿Se notan sus efectos entre los extranjeros que viven en Álava?

-Sí, cada día se refleja más. El último eslabón de la cadena económica es la inmigración y en épocas malas son los primeros en padecerla, como ocurre en la construcción o en el sector servicios. En nuestra asociación se nota el mayor número de solicitudes de búsqueda de trabajo.

-¿Y cómo es el recibimiento en la provincia para los extranjeros?

-En Vitoria hay asociaciones y entidades que han creado una red para apoyarnos. No se puede dar cobertura a todo el mundo, pero al menos existe un sistema social.

-¿Y a nivel personal?

-Hay de todo. Agradezco a los vitorianos por el buen acogimiento y apoyo. Siempre hay alguna cosa negativa, pero veo que la gente es solidaria y bastante sensible. Algo que parece tan sencillo como indicar y acompañar para mostrar una calle, para un inmigrante vale muchísimo. Hay temas más complicados como el que no se quiera alquilar pisos a extranjeros, pero hay que ver la parte positiva. Por ambas partes nos vamos conociendo y se ha ido quitando ese miedo.

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