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MIGUEL LORENCI
Viernes, 27 de diciembre 2013, 10:24
Salvador Dalí ha sido el indiscutible protagonista de un 'surrealista' año artístico. La exposición que le dedicó el museo Reina Sofía movilizó masas y batió todos los récords. Fue la más vista del año en España y estableció una nueva e histórica marca como la muestra con más tirón en toda la historia del museo que dirige ahora Manuel Borja-Villel. Le permitirá también cerrar 2013 con récord absoluto de visitas y mirando por encima del hombro a sus vecinos y competidores, el Museo del Prado que dirige Miguel Zugaza, y el Thyssen, que a las órdenes de Guillermo Solana también acogió este año una muestra dedicada al surrealismo.
Gracias a Salvador Dalí (Figueres, 1904-1989), el Reina Sofía cierra el presente ejercicio con 3,2 millones de visitas, récord histórico en un año de vacas flacas en el que museo sufrió un fuerte recorte en cuanto a las aportaciones de dinero público: el tijeretazo fue del 24%. La exposición dedicada al genial artista ampurdanés acercó hasta el museo a un total de 732.339 visitantes, aportó algo de dinero a sus menguadas arcas y, sobre todo, insufló dinamismo, prestigio y credibilidad a la gestión Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), que vio crecer sus visitas un 28% respecto de los 2,6 millones del año pasado. Y todo en un año de crisis global, con un presupuesto de 33,7 millones rebajado en una cuarta parte por ese duro ajuste en la aportación de fondos públicos, lo que mermó su capacidad de maniobra, como la todos los museos de titularidad estatal.
Tras el éxito del Pompidou
Todos los museos miraron con envidia las enormes colas que generó la exposición sobre Dalí, comisariada por Montse Aguer, directora de la Fundación Gala-Dalí. La muestra se organizó en colaboración con el Centre Pompidou de París, donde se vio antes -rozó las 800.000 visitas en apenas cuatro meses- y el Salvador Dalí Museum Saint Petersburg (Florida). Tuvo en Madrid once secciones cuajadas de pinturas y dibujos, material documental, fotografías, manuscritos del propio artista, revistas, películas y filmaciones de enorme importancia para entender el complejo universo daliniano, creador del método paranoico-crítico.
En cartel entre el 26 de abril y entre el 2 de septiembre, con horario ampliado hasta medianoche en los último días, la afluencia fue incesante. La media diaria de visitantes se acercó a los 7.000, mitad extranjeros y mitad españoles. La espera superó en algunas jornadas las seis horas para conseguir una entrada por ocho euros y disfrutar de obras como 'El gran masturbador', una de las más de 200 piezas que ilustraron el principio de la carrera del autor, sus trabajos escenográficos o su pasión por la ciencia y la tecnología ya en los sesenta.
Piezas que en una treintena de casos no se habían visto anteriormente en España como 'Alucinación: seis imágenes de Lenin sobre un piano' (1931), 'Ángelus de Gala' (1935), 'Bañistas', (1928) 'Niño geopolítico contemplando el nacimiento del hombre nuevo' (1943) o 'Símbolo agnóstico' (1932). Obras prestadas por museos como el MoMA de Nueva York, el Philadelphia Museum of Art, la Tate Modern de Londres y los Musées Royaux des Beaux-Arts de Bélgica.
Caída del 25% en El Prado
El Museo del Prado, tras aproximarse a la barrera psicológica de los tres millones de visitas en 2011, cerrará 2013 con una caída del 25% de afluencia y se quedará en 2,3 millones. Tampoco le hará sombra el Thyssen, que recibió 1,2 millones en 2012 y perderá un 20% en las visitas este año en el que también apostó por lo onírico con 'El surrealismo y el sueño'.
Fue una exploración de la obvia y fecunda relación entre el movimiento surrealista y el mundo onírico a través de 163 obras de los grandes maestros surrealistas: Dalí, desde luego, junto a Breton, Delvaux, Tanguy, Miró, Magritte, Ernst, Masson, Arp o Man Ray seleccionadas por el filósofo, profesor y crítico de arte José Jiménez.
Coincidió con la muestra que la Fundación Juan March dedicó a las raíces más remotas y hondas del movimiento, 'Surrealistas antes del surrealismo. La fantasía y lo fantástico en la estampa, el dibujo y la fotografía', circunstancia que convirtió a Madrid en una vigorosa capital surrealista casi un siglo después del manifiesto fundacional (1924) de este poderoso y sugerente movimiento que, a la luz de los datos, aún atrae y subyuga a las masas.
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