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Jorge vistió el mismo faldón que su padre el día del bautizo./ Agencias
Jorge se viste de largo
BAUTIZO EN INGLATERRA

Jorge se viste de largo

Los duques de Cambridge rompen con las tradiciones en el bautizo de su hijo: pocos invitados, amigos como padrinos y una ceremonia lejos de Buckingham

JOSÉ AHUMADA

Jueves, 24 de octubre 2013, 13:08

Mucho más espabilado y regordete que en su anterior aparición pública -hace tres meses, al poco tiempo de nacer-, el principito de Cambridge salió airoso de su primer acto 'oficial': su bautizo. Jorge Alejandro Luis dio así su primer paso para convertirse en soberano británico -siempre y cuando se resuelva el actual atasco sucesorio en el que están implicados su bisabuela, la reina Isabel II, su abuelo, el príncipe Carlos, y su padre, el príncipe Guillermo-, y, de carambola, Gobernador de la Iglesia de Inglaterra y Defensor de la fe.

En una familia esclava de las tradiciones como es la Casa de Windsor, la ceremonia oficiada ayer en la capilla del Palacio de St. James tuvo algo de 'revolucionaria' por el empeño de Guillermo y Catalina, duques de Cambridge y padres de la criatura, en romper el rígido protocolo que encorseta todos sus actos. Es cierto que se han mantenido ciertas concesiones a la tradición, como lo es el hecho de vestir a Jorge de niño antiguo con un faldón de seda idéntico al que utilizó la reina Victoria para bautizar a su primogénita en 1841. De hecho, más de sesenta bebés reales siguieron empleando el atuendo original hasta 2004, cuando alguien aconsejó jubilar el histórico ropón, tras más de siglo y medio de trote, y encargar una réplica. En cualquier caso, han sido las novedades las que han marcado tan señalado día, empezando por convertir un asunto de Estado en simple acontecimiento familiar: aunque cualquiera sabe que es prácticamente imposible organizar un bautizo con solo 22 invitados, ellos lo han conseguido. Guillermo y Kate se encargaron, personalmente, de seleccionar a los elegidos, una reducida lista de familiares cercanos y amigos. De esa misma veta extrajeron a los siete padrinos del muchacho: el nombre más conocido de todos ellos es el de Zara Tindall (Zara Phillips antes de casarse con una mole que juega al rugby llamada Mike Tindall), prima del príncipe Guillermo e hija de la princesa Ana. A excepción de ella, todos los demás pertenecen al círculo de amistades de los duques de Cambridge: Oliver Baker (compañero de la universidad de ambos), William van Custem (amigo de la infancia de Guillermo), Julia Samuel (íntima de Diana de Gales), Emilia Jardine-Paterson (diseñadora de interiores), el conde de Grosvenor (Hugh, otro buen amigo), y Jamie Lowther-Pinkerton, exsecretario privado de los duques de Cambridge. En resumen, nada de reyes ni herederos.

En cuanto a los demás asistentes, se puede destacar la presencia, lógica y esperada, de Isabel II -vestida para la ocasión con un traje azul celeste, con sombrero a juego-, y de su marido, Felipe de Edimburgo, junto a quienes estuvieron, entre otros, Carlos de Inglaterra y Camila, el príncipe Enrique (pero no su novia, Cressida Bonas), así como los padres de Kate y sus dos hermanos. Pippa eligió un elegante vestido, por encima de la rodilla, que le permitió lucir sus piernas musculadas, aunque no hacerle la competencia a Catalina. Ésta, muy elegante, ha recuperado la figura que perdió durante su embarazo, como se hizo evidente hace unos días cuando mostró su vientre plano mientras jugaba al voleibol durante un acto benéfico.

Siguiendo con los cambios, otro de los importantes se refiere al lugar elegido. La costumbre mandaba que el bautizo se desarrollase en el Palacio de Buckingham, donde recibieron el sacramento, entre otros miembros de la realeza, el príncipe Carlos o el propio Guillermo. Se ha querido ver en su traslado a la capilla del Palacio de Saint James un recuerdo a Diana de Gales: allí fue velado su cadáver tras su muerte, en 1997.

En cuanto a los aspectos más 'técnicos' del bautizo, el encargado de administrarlo fue Justin Welby, arzobispo de Canterbury y máxima autoridad religiosa de la Iglesia anglicana. Utilizó para el sacramento agua del río Jordán (puede adquirirse en la sección de bebés de El Corte Inglés: 23 euros la botellita; 28 con estuche). El responsable de inmortalizar el acontecimiento fue Jason Bell, fotógrafo de Hollywood que ha retratado a estrellas como Nicole Kidman y David Beckham y que esperará hasta hoy para mostrar las imágenes.

Se sabe que, concluida la ceremonia, los convidados se reunieron para tomar el té. Los padres de Jorge tenían guardado un trozo de pastel de bodas para la ocasión, esta vez sí, como manda la tradición.

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