Medio siglo detrás de la barra del bar

Pocos locales hosteleros logran superar el desgaste que supone el paso del tiempo. Y peor lo suelen llevar los negocios familiares donde las jornadas se hacen eternas y, en ocasiones, poco gratificantes. De ahí que el bar Edudoga, decano de en Basozelai y el único que lleva abierto 50 años bajo la dirección de la misma familia, se erige en todo un ejemplo de perseverancia. En cinco largas décadas, no ha cerrado «ni un sólo día». Mañana celebrará una fiesta de aniversario para «agradecer» a sus vecinos los «buenos ratos vividos».

Primero estuvo en manos de los padres de Eduardo Domínguez -que dejó su puesto en Edesa-, luego en las suyas propias y las de su mujer Emilia, y en la actualidad en las de sus cuatro hijos. Estos tienen la suerte de contar, además, con la ayuda de su madre que, a sus 73 años, se resiste a abandonar el negocio familiar aunque Eduardo no la acompañe desde hace 13 años.

Desde sus cuatro paredes con vistas a las calles Guipúzcoa y Doctores Landa, el Edudoga ha sido fiel testigo la transformación de un barrio y de una ciudad. «Antes éramos todos conocidos», relata la matriarca.

«Ya no hay txikiteros»

Cuando se le pregunta qué ha cambiado, Emilia no tarda en responder. «Ya no hay txikiteros; ahora los jóvenes prefieren beber cerveza y refrescos y sólo el fin de semana», comenta.

Por su puerta han pasado varias generaciones. «Primero venía mi padre, luego yo y ahora mi hijo» explica Modesto, presidente de la asociación de vecinos, quien no ahorra en adjetivos para Emilia: «Ayudó al barrio cuando se atravesaron malos momentos, y eso nunca lo olvidaremos». De ahí que todos quieran celebrar «por todo lo alto» el 50 aniversario. Los actos, que comienzan mañana a las 19.30 horas, obligarán a cortar la calle Guipúzcoa para habilitar una terraza con 15 mesas y 50 sillas.