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FÉLIX MORQUECHO , EIBAR
Miércoles, 31 de julio 2013, 05:42
Hablar de la historia de Eibar es hablar de sus empresas. Como si de emigrantes se tratara, en décadas pasadas muchas de ellas hicieron las maletas, las llenaron con algunos trabajadores y partieron hacia terrenos más extensos que el estrecho valle del Ego. Cada uno de aquellos traslados contenía una historia, y el de la antigua empresa Esperanza y Unceta, rebautizada después como Astra, acabó como un enfrentamiento entre dos modelos de sociedad. Tras un profundo trabajo de investigación, el eibarrés Rafa Herce convirtió esta historia en una obra de teatro, un trabajo que habla de lo que ocurrió hace justo 100 años entre Eibar y Gernika.
En el último trimestre del pasado año, el grupo de teatro Banarte comenzó a dar forma a una obra titulada 'Guernica 1913'. Mucho antes de eso, Rafa Herce daba los primeros pasos para investigar la historia de la empresa Astra de cara a hacer una aportación a la enciclopedia virtual Wikipedia. Entonces se encontró con un relato sorprendente. «Me quedé enganchado porque es una historia bonita, con un final épico». La aportación del historiador Txato Etxaniz le permitió saber que en junio de 1913, la empresa Esperanza y Unceta se trasladaba de Eibar a Gernika con sus máquinas, sus operarios y las familias de éstos. El oligarca Juan Tomás Gandarias promovía lo que sería el inicio de la industrialización de aquella comarca.
Sin embargo, los trabajadores eibarreses, marcados por una fuerte conciencia social y sindical, se encontraron con un entorno tradicionalista en el que fueron señalados por sectores del poder como un enemigo «de la paz y el bienestar moral». Una huelga fue el desencadenante de un conflicto que puso frente a frente dos modelos distintos de sociedad. Rafa Herce señala que el final de aquella disputa fue digno de una película. «Las 84 familias salen de la casa del Sindicato de Obreros Pistoleros, con la banda de música, con las pancartas y todos sus enseres y se dirigen a la estación donde hay un tren especial esperando para llevarles a Eibar. Y todo el pueblo de Gernika está despidiéndoles. Y a la tarde, todo el pueblo de Eibar sale a la estación para recibirles y acompañarles hasta la plaza». Sin embargo, lo que podría ser el inicio de una enemistad eterna se convirtió en una relación que se mantendría en el tiempo. «Aquellos trabajadores fueron suficientemente nobles como para dejar a cuatro personas allí para enseñar el oficio a la gente de Gernika que iba a ocupar sus puestos de trabajo. Esa es la parte épica y la parte humana y de conciencia social de la historia» señala el autor.
Una familia y un cura
La obra de teatro escrita por Rafa Herce se ha desarrollado bajo la dirección de otro eibarrés, Sardo Irisarri. El objetivo ha sido hacer «una puesta en escena humana». Para ello, una de aquellas familias eibarresas se convierte en protagonista y en escenario del conflicto. «El verdadero personaje relevante de esta familia es la mujer, que aparte de llevar adelante la casa es la que arregla las cosas con la hija, hace damasquinado para sacar algo de dinero... controla todo y sabe todo». Frente a ella, el poder tradicionalista de la época está representado en el cura, un hombre que «va a intentar convencerla de que hable con su marido para que el sindicato ponga fin a la huelga».
La trama principal se combina con el problema de una hija joven de la familia que se ha quedado embarazada, algo complicado de manejar en 1913 y más aún en una población que ve la iglesia como poder supremo. Además, la historia se desarrolla de forma paralela a otro hilo, en el año 2013. En opinión del autor, la actitud de los eibarreses de hace un siglo «es un contrapunto con la actualidad. Los obreros eibarreses de 1913 tenían una conciencia política y social muy fuerte, y ahora estamos con una sociedad que se nos cae a pedazos... y nos falta esa conciencia». Por ese motivo considera que 'Guernica 1913' es una obra «para denunciar».
Sin embargo, el grupo de Banarte observó la necesidad de atenerse a los hechos y para ello, después de consultar con Txato Etxaniz se acercó también a Antxon Narbaiza, para contar con el asesoramiento de un historiador eibarrés. «Me dijo 'no hay que hacer una obra de buenos y malos'» recuerda Herce.
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