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FÉLIX MORQUECHO , EIBAR
Lunes, 20 de mayo 2013, 05:50
Tino Soriano (Barcelona 1955) comenzó su carrera como fotógrafo a los 37 años y hace 15 empezó a trabajar para 'National Geographic'. Con multitud de premios en su currículum, incluido un World Press Photo, hace unos días llegó a Eibar para ofrecer un taller sobre fotografía de viajes dentro del festival Mayo Fotográfico.
-Ha venido a Eibar para hablar de fotografía de viajes. ¿Es su especialidad?
-No. Yo no me considero un buen fotógrafo de viajes, cuando miro mis fotos siempre creo que falta algo. Pero también es cierto que me cuesta muchísimo encontrar fotógrafos que hagan algo que realmente te llegue. Hago cosas que funcionan, que se pueden publicar, pero muchas veces me parece que falta algo...
-¡También a usted!
-Me pasa mucho. Es muy difícil conseguir que una fotografía evoque la realidad que has vivido al cien por cien. Tú captas un instante que puede ser primordial, decisivo... pero muchas veces lo miras más como fotógrafo que como persona que cuenta. Y esto es algo que en 'National Geographic' siempre nos han remarcado. Son conscientes de que muchas veces haces un material que fotográficamente tiene mucho valor, pero que no es lo que necesita una sociedad geográfica o un fotógrafo que intente explicar un viaje. En cambio soy más fotoperiodista. Ahí me veo mucho más a gusto.
-Un fotógrafo de viajes necesita el pasaporte en regla, una cámara...
-Todo lo contrario. Tiene que olvidarse de que es fotógrafo. Tiene que anteponer al viajero y empaparse de todo lo que está viviendo, aprendiendo y compartiendo. Con el tiempo, tendrá que sacar la cámara e intentar meter todo esto en un clic. Esa es la gran dificultad porque cuando estás de viaje cada segundo es una experiencia y tienes que elegir un quinientosavo de segundo para meter dentro miles de minutos.
-La suya es una profesión que se ve con mucho romanticismo.
-La gente nos envidia porque nos ve viajar, pero asocian que tú estás viajando como si fuera todo organizado. Y yo siempre digo que si fuera fácil no te lo pagarían. Yo ahora llevo casi cuatro meses fuera de casa. La vida familiar es complicada. Cuando estás lejos ocurre que un día haces un buen trabajo, estás contento, pero hay veces en que las cosas no salen... y entonces piensas «qué hago yo aquí en lugar de estar con mi mujer y con mi hija en casa».
-¿Qué importancia tienen las cámaras, los equipos fotográficos?
-Prácticamente ninguna. Yo lo único que le pido a una cámara es que sea rápida, y lo hago porque trabajo mucho con la gente. Y también le pido que sea ligera y discreta.
-¿Discreta? Habiendo grandes cámaras, potentes teleobjetivos...
-Son estupendos para hacer fotografía deportiva, para naturaleza y animales, quizás para fotografía de prensa diaria, pero en viajes, pese a todas las ventajas que te da tener una tecnología muy avanzada, el hecho de que sea voluminosa y pesada te resta para fotografiar gente.
-¿Qué lleva cuando sale a hacer fotografías?
-Hay dos tipos de viajes. Cuando es un encargo 'geográfico', muchas veces llevo un equipo más o menos convencional, una cámara réflex con un par de objetivos pequeños. Pero cuando trabajo para mí voy con una cámara como la Lumix o la Leica que son cámaras que pesan muy poco, son discretas y no hacen ruido.
-Me imagino que cuando uno se presenta como fotógrafo de 'National Geographic' le abrirán todas la puertas.
-No, es lo contrario. Si conocen 'National Geographic', lo primero que hacen es pedirte mucho dinero. Por otro lado, para mucha gente 'National Geographic' es un canal de televisión, lo asocian a los animales, de manera que te preguntan cuándo saldrá en televisión. Y por descontado que en muchos países no lo conocen. Es cierto que a veces alguna puerta se abre por ser 'National Geographic'. Por ejemplo, ahora tengo que fotografiar el Palio de Siena y solamente dan 30 acreditaciones en todo el mundo, y una viene para mí porque trabajo en 'National Geographic'. Pero como decimos en catalán, una flor no hace verano.
-¿Con qué animo llega a ofrecer una jornada como la de Eibar?
-Es un regalo para mí. Creo que somos comunicadores, no somos tipos especialmente raros que quieran estar aislados. Primero, es un honor que te inviten; segundo, la gente que conoces es un placer; y tercero, conocer un nuevo lugar con toda su historia, sus tradiciones, su gastronomía es un lujo. Yo particularmente me encuentro más a gusto en poblaciones pequeñas porque la gente agradece mucho más esta actividad, son más receptivos.
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