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El ciclista Oscar Freire. :: AFP
«Los ciclistas ya no somos ídolos»
Óscar Freire, Ciclista

«Los ciclistas ya no somos ídolos»

El cántabro afronta mañana el reto de ganar su cuarto Mundial, más que nadie en la historia, antes de anunciar su despedida

JOSÉ CARLOS CARABIAS

Sábado, 22 de septiembre 2012, 05:06

Óscar Freire (Torrelavega, 36 años) tiene medio pie fuera del ciclismo después de una impecable hoja de servicios. Tres Mundiales, tres Milán-San Remo, cuatro etapas del Tour y un maillot verde de la regularidad, siete etapas de la Vuelta... Una vida de estrella invisible. Pero aún espera prestar un último servicio muy especial: ganar mañana su cuarto Mundial, más que Eddy Merckx, más que nadie en la historia.

- ¿Por qué se va?

- Llevo ya muchos años en el ciclismo, 15, y yo tengo 36. La mitad de mi vida. He logrado mucho más de lo que esperaba y a todo el mundo le llega su hora.

- ¿Está aburrido?

- No es aburrimiento. Me falta motivación. Podría estar varios años más, pero esto no es sólo cuestión de una buena forma física. Muy motivado no estoy, sobre todo cuando compito en carreras de menor nivel. Sólo me motivo en las grandes citas, como ahora con el Mundial.

- ¿Teme defraudar a la gente con una actitud escasa?

- Algo así. El ciclismo es un deporte muy duro y siempre hay que estar al máximo. Eso es lo que espera la gente. Sé que no tengo esas ganas de quince años atrás, cuando pasé a profesionales. Luego está la familia, los niños que son pequeños. Y que ya lo tengo todo hecho en el ciclismo.

- ¿Le cuesta hacer una maleta?

- Mucho. Tengo dos niños pequeños y vamos a adoptar una niña. Así que imagínese, familia numerosa... Ellos se acostumbran, igual que se acostumbró mi mujer. Es lo que hice toda mi vida, pero cada vez me cuesta más salir de casa. Y luego piensas, pues puedo evitar los peligros de las caídas y demás...

- ¿Qué les dice a sus hijos cuando sale de viaje?

- Se les engaña, ¿qué vas a hacer? Dices que sales para un día y estás fuera una semana. Pero bueno, luego el reencuentro es una pequeña fiesta. Regresas a casa, valoras más todo lo que tienes. Mi decisión es definitiva y muy clara. Me gusta correr en la bici, pero hay más cosas en la vida.

- ¿Cómo se va?

- Muy orgulloso de lo que he hecho. El ciclismo será siempre mi vida. He podido hacer lo que más me gusta. Dejé muchas cosas por el camino y ahora disfrutaré de otras.

- ¿Qué no echará de menos?

- La tensión, la presión... Ser ciclista equivale a ser muy responsable. Nadie te manda entrenar todos los días. Eres tu propio jefe, puedes ser flexible o no, más trabajador o más vago... Me refiero a esa presión que tú mismo te impones. Al principio tenía que demostrar, ahora ya tengo poco que demostrar. Y acabo muy cansado cada temporada, con mucha tensión. Los profesionales de nivel medio viven más tranquilos. Pero cuando llegas arriba, un día eres el mejor y al siguiente un paquete.

- Vamos, no se queje. Nadie le ha llamado nunca paquete. Se le ha respetado mucho.

- He seguido mi camino, sin preocuparme lo que dice la gente. He pasado varias generaciones y se ha perdido el respeto al ciclista. La gente ya no tiene respeto por nosotros. El corredor ya no es lo más valorado de este deporte. La UCI, los equipos y el mundillo en general no valoran al corredor. Somos un producto, un negocio, no ídolos.

- ...

- Induráin y Perico eran ídolos. Ahora ya no hay. Contador gana, pero no es un ídolo. Esa figura ya no existe.

- El dopaje lo estropeó todo...

- Claro. Ya sabemos por qué fue todo. Pero no es justo que paguen todos en este deporte por unos pocos. He vivido los días bonitos y también los negros. Ahora te valora el que entiende de ciclismo, no el gran público.

- ¿Está convencido de esa afirmación? ¿Pagan todos por unos pocos?

- Es así. Sucede en todas las profesiones: unos respetan las normas y otros se las saltan. Aquí es igual. Me entristece haber vivido la leyenda negra y la mala imagen que se ha dado. Al principio era noticia un positivo y ahora ya ha dejado de serlo. Pero bueno, sigue siendo bonito ver ciclismo por la tele.

- ¿Qué ve si mira atrás?

- Carreras especiales como San Remo, victorias muy trabajadas que igual no se valoraron mucho porque siempre corrí en un equipo extranjero, etapas en la Vuelta a Suiza con mi familia en la cuneta, los días que llevé el maillot verde del Tour con mi hijo viéndome. No sólo han sido los Mundiales, aunque sí es cierto que esta carrera cambió mi vida. Aquel ataque en el Mundial de 1999... He disfrutado mucho. Además de trabajo y triunfos, el ciclismo me ha enseñado a vivir.

- ¿Qué le ha enseñado?

- Las diferencias sociales de cada país, el intercambio de idiomas, el conocimiento de mucha gente. Convivir con personas que provienen de otros mundos y tienen otra mentalidad. Eso te enriquece y te educa. He aprendido a moverme por la vida, a comunicarme, a negociar, a valorar a las personas, a distinguir si alguien es fiable o te la va a jugar...

- ¿Y se conoce mejor?

- Me conozco bastante bien de siempre.

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