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ALBA CÁRCAMO
Martes, 3 de julio 2012, 04:18
Para Elena Barrios no fue tan difícil abandonar Basauri como pensaba. De hecho, lo hizo hace seis años «sin pensarlo dos veces», porque tuvo la suerte de «poder vivir de mi hobby». Madrileña de adopción, ahora podrá decir que es una de esas personas que ha cumplido «un sueño». El suyo, ser juez internacional en los Juegos Olímpicos de Londres, así como en los Paralímpicos.
A sus 41 años, cuando practicaba atletismo en el colegio Velázquez no sabía lo que le deparaba el futuro. Al comenzar sus estudios, tuvo que abandonar el deporte si bien, para mantenerse «ligada y manteniendo el contacto», comenzó a interesarse por la función de árbitro. En 1993 aprobó su primera prueba, para la federación vizcaína, y desde entonces su carrera no ha dejado de ascender.
Aunque estudió Económicas -estuvo a punto de matricularse en INEF- tenía claro qué era lo que le gustaba. Y poco a poco, examen tras examen, fue haciéndose un hueco en el panorama estatal. Jueza nacional, y después juez árbitro, hace seis años le propusieron trabajar en la Federación Española de Atletismo. Allí, tampoco dejó de subir peldaños hasta alcanzar el nivel ATO (juez europeo).
«Si tienes un buen nivel de inglés y de trabajo te proponen para hacer el examen de juez internacional», explica. A ella le llegó ese momento hace tres años, cuando consiguió una de las 46 plazas ITO (Oficial Técnico Internacional) existentes en el mundo. Pero no alcanzó cualquiera porque además, fue la primera de su promoción, lugar que ocupará al menos hasta el próximo año -el puesto se revalida cada cuatro años-.
Por lo general, destaca, «no es muy habitual que haya tantos españoles». Y es que, aunque ella tuvo la mejor puntuación, dos compañeros suyos terminaron cuarto y sexto, por lo que también la acompañarán a la máxima competición deportiva. En ese sentido, remarca que es «un premio». «Para un juez es lo más poder estar en unos Juegos Olímpicos», celebra.
Ídolos a la vista
Cuando se lo comunicaron hace casi un año se puso «a dar botes de alegría porque he tenido la suerte de que se me ha cumplido mi sueño», reconoce al tiempo que da una explicación a su euforia. «Para un árbitro es una gran ilusión ver a los mejores atletas, que son tus ídolos. Una auténtica maravilla», razona.
Ahora que se acerca el momento -se desplazará a Londres el 31 de julio- «es cuando verdaderamente te entra el gusanillo y los nervios». El encontrarse con quien admira, sin embargo, no le hará temblar el pulso. «Creo que no me afectará la presión», prevé mientras reconoce que, para evitar los nervios prefiere «no mirar al público. Así no se si hay 1.000 espectadores u 80.000».
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