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Mónica Jiménez se apoya para poder caminar. /B. Corral
«Quiero que me quiten un trozo de pinza de la columna»
Reclamación al Servicio Vasco de Salud

«Quiero que me quiten un trozo de pinza de la columna»

Una mujer de Bilbao denuncia a Osakidetza por dejarle material quirúrgico entre dos vértebras

MARÍA JOSÉ CARRERO

Domingo, 20 de mayo 2012, 05:48

A Mónica Jiménez le cuesta andar. Lo hace muy despacio y apoyándose en cada barandilla o pared que encuentra a su paso. El pasado 26 de marzo le operaron en el hospital bilbaíno de Basurto de una hernia discal situada entre la última vértebra lumbar (L5) y la primera sacra (S1), de la que ya había sido intervenida en 2006 y que la tenía incapacitada para trabajar desde hacía quince meses. La dolencia le generaba una ciática permanente en la pierna izquierda. Pensó que volver a pasar por el quirófano para que le extirparan el disco intervertebral pondría fin a un sufrimiento continuo que le ha llevado, incluso, a ser tratada en la Unidad del Dolor.

Casi dos meses después, no percibe mejoría alguna y, lo que es peor, a sus problemas de espalda se añade ahora una nueva preocupación: su columna aloja un trozo de la pinza quirúrgica que se rompió durante la operación. «El cirujano me dice que esté tranquila, pero no es posible. No puedo vivir así. Quiero me lo quiten», expone a modo de súplica esta bilbaína de 45 años y madre de un hijo.

Tres días después de la intervención en el servicio de Neurocirugía, recibió el alta hospitalaria. El informe médico que le facilitaron en el momento de irse a casa detalla en qué consistió la operación y la incidencia que tuvo lugar durante la misma. «Se desprendió un pequeño fragmento de la pinza de discectomía (extirpación), quedando esta pinza integrada en el espacio discal L5-S1. Se ha comprobado radiológicamente la no movilización del mencionado fragmento», señala el documento.

Mónica no leyó el informe, de modo que no fue consciente de que su columna contenía un fragmento de material quirúrgico hasta que su médica de cabecera se lo dijo el 2 de abril, cuando fue al ambulatorio para que le quitaran los puntos de la herida. «Yo no me había dado cuenta, ni me había enterado. En el hospital, oía a los médicos hablar de 'la pieza'. Decían 'no se ha movido', pero no sabía a qué se referían. Pensaba que me habían puesto algo porque como antes había llevaba implantados unos electrodos, creí que igual me los habían vuelto a colocar».

60.000 euros

La paciente ha presentado una reclamación al Servicio Vasco de Salud en la que solicita una indemnización de 60.000 euros por daños y perjuicios. Los abogados Gómez Menchaca, que la representan, consideran que Osakidetza debe compensarle «por el sufrimiento físico y psicológico» que entraña «la presencia de un cuerpo extraño en la columna», así como «por el riesgo de que comporte una nueva lesión vertebral». En cualquier caso, Mónica Jiménez señala que no es el dinero lo que le interesa. «Lo que quiero es que me lo quiten», insiste. «Nadie me asegura que no me vaya a pasar nada, nadie me da seguridad, me dicen que esté tranquila, pero no puedo estarlo. Mi miedo es que se salga de ahí».

A través de un portavoz del hospital de Basurto, el servicio médico que la atendió admite que «el pico de una pinza» se rompió durante la intervención y que, «al no visualizarlo», se optó por no intentar extraer la pieza, ya que se trata de una zona muy delicada . Las mismas fuentes aseguran que «no tiene trascendencia clínica. Muchas personas tienen objetos metálicos en el cuerpo». Asimismo, añaden que no se realizará a la paciente controles extraordinarios, sino «las revisiones que se hacen después de este tipo de intervenciones»

La afectada niega que sea así. Asegura que tiene que pasar controles radiológicos «cada dos meses» a fin de comprobar que «la pieza no migra», es decir, que no se mueve de sitio. El trozo de pinza mide, según le han dicho los médicos y se observa en una radiografía, alrededor de un centímetro. «Vivo aterrada. Tengo miedo de hacer un movimiento y que se mueva», dice con los ojos humedecidos. Por eso, insiste: «Lo que quiero es que me lo quiten». Y rompe a llorar.

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