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DANIEL GONZÁLEZ
Lunes, 19 de marzo 2012, 13:30
Para los vitorianos que a diario usan la bicicleta el candado es lo más parecido a un salvavidas. Gracias a él, su vehículo corre menos riesgo de ser robado. Pero a la otra parte también empieza a gustarle esta útil herramienta. La Policía Local ha constatado hasta en tres ocasiones el uso de candados por parte de los cacos para bloquear las bicis y ganar así tiempo para llevárselas con más calma. No se trata de algo generalizado, pero entre los propietarios ya surgen los primeros temores.
La técnica es sencilla. El ladrón fija su objetivo y le coloca su propio candado, con el que inmoviliza el vehículo. Al llegar el dueño, se encuentra con la amarga sorpresa: no puede llevarse su vehículo y si llama a un cerrajero o a la Guardia Urbana, deberá probar que es su bici. «
Hay veces que alguien ha visto una bicicleta que reconoce como suya y que está candada, y entonces nos llama para que la cortemos. Pero no lo hacemos, no podemos diferenciar si es suya porque nadie tiene un documento de propiedad de la bicicleta», apuntan fuentes policiales. «Ante la duda, solo podemos identificar a esa persona y dejar constancia de la marca y modelo, en prevención de que alguien nos llame porque le han sustraído la suya ahí», aclaran.
Este problema ha dado también alas al recién abierto debate sobre la posibilidad de implantar un registro de bicis en Vitoria para, entre otros objetivos, «evitar este tipo de confusiones», comentan fuentes policiales. Mientras, aconsejan, quien se encuentre con el desagradable 'doble candado', «en ningún momento debe quitar el suyo pero tiene la opción de cortar por su cuenta el candado invasor». Los ladrones, con ésta u otras técnicas, lograron en llevarse cerca de 1.400 bicicletas el año pasado, frente a las 369 que sustrajeron en 2007.
A cambio de droga
La Policía Local no ve que detrás de este aumento «haya un grupo organizado» aunque sí ha detenido «a algunas personas que han robado varias bicicletas de forma independiente». Los vehículos sustraídos acaban en destinos muy variados pues «se ha imputado a gente que las ha vendido por Ebay, por segundamano.es, y a través de tiendas de la ciudad hemos incautado algunas. Hasta sospechamos que se están utilizando como pago por sustancias estupefacientes», advierten desde Aguirrelanda.
«No se están vendiendo por cuantías para hacerse rico, sino que se venden por cincuenta, cien euros Hasta se han detenido a menores que robaban cizallas en un centro comercial para cortar los candados», comentan. Las zonas preferidas de los cacos son «el centro, el campus universitario y Mendizorroza en verano, porque es donde más se acumulan y es más fácil pasar desapercibido».
Estudiantes y profesores del campus universitario sufren este fenómeno. «Solo en Magisterio estamos al orden de una o dos por semana», calculan los afectados, que reclaman más seguridad en la zona pues las cámaras no acaban de desanimar a los cacos. «Esto es constante, conozco a dos compañeros a las que se las han robado, y lo cierto es que cada día tenemos más casos», dice Xabi.
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