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RAFAEL M. MAÑUECO CORRESPONSAL
Miércoles, 7 de marzo 2012, 04:44
La oposición extraparlamentaria rusa, organizadora de las movilizaciones contra el fraude electoral en las legislativas de diciembre y las presidenciales del domingo, cree que el reelegido presidente, Vladímir Putin, no está dispuesto a permitir que se siga poniendo en cuestión su victoria y va a apretar las tuercas en adelante. Prueba de ello ha sido la dureza con la que la Policía reprimió el lunes a los manifestantes, incluso a aquellos cuyo acto había sido autorizado. Mientras, el propio Putin ha tenido que plegarse al clamor general y admitir que en las presidenciales, en las que obtuvo el 63,6% de los votos, hubo efectivamente infracciones.
«No estamos viendo a un vencedor seguro de sí mismo. Tiene miedo de sus conciudadanos, un miedo animal a perder el poder y utiliza como sustentación las porras de la Policía. Eso es lo que estamos viendo», escribe en su blog el exministro Borís Nemtsov. Iliá Yashin, líder del movimiento Solidárnost (Solidaridad), sostiene que «se ve el miedo en los ojos del dictador».
Yashin fue puesto en libertad ayer por la mañana, junto con casi todas las 250 personas detenidas tras la manifestación autorizada del lunes, pero está citado en el juzgado la semana que viene y, según su abogado, podría ser condenado a 15 días de prisión. Lo mismo sucede con el bloguero anticorrupción Alexéi Navalni, y con el coordinador del Frente de Izquierdas, Serguéi Udaltsov, que también han sido convocados por un tribunal para el 15 y el 13 de marzo, respectivamente.
El multimillonario Mijaíl Prójorov lamentaba ayer en un mensaje en Twitter que la Policía haya «roto la tradición de realizar manifestaciones pacíficas». El periodista Serguéi Parjómenko, miembro también de la coordinadora por unas elecciones limpias, señaló que la diferencia de trato hacia los manifestantes por parte de las fuerzas del orden, antes y después de las elecciones, «demuestra que Putin se está poniendo nervioso y quiere acabar cuanto antes con las protestas». Según Parjómenko, «tenemos determinación de seguir adelante y volveremos a salir a la calle el día 10».
«Que todo quede claro»
El recién elegido jefe del Estado reconoció ayer que hubo irregularidades. «Por supuesto que las hubo y hay que denunciarlas y hacer que todo quede claro», manifestó en una reunión con interventores y miembros de mesas electorales. Putin dijo también confiar en que «se comprueben detenidamente todas las denuncias habidas».
Al mismo tiempo, el presidente electo y todavía primer ministro negó que el procedimiento de votación en un colegio distinto al propio mediante certificados haya dado lugar a falsificaciones. La oposición asegura haber detectado numerosos 'carruseles', truco consistente en que las mismas personas votan repetidamente en distintos colegios gracias a esos certificados.
Putin afirmó que «la indignación de determinados activistas políticos por el supuesto fraude no tiene nada que ver con las elecciones, es parte de la lucha política». La Comisión Electoral Central ha anunciado que, como mucho, habrá un centenar de denuncias por violación de la ley electoral. Y el portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Alexánder Lukashévich, señaló ayer que el informe preliminar de los observadores internacionales «contiene valoraciones tendenciosas y discutibles» sobre el desarrollo de las elecciones.
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