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RAFAEL M. MAÑUECO CORRESPONSAL
Sábado, 3 de marzo 2012, 03:56
Pese a que el primer ministro, Vladímir Putin, al que los sondeos vaticinan una amplia victoria ya en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de mañana domingo, ha repetido hasta la saciedad que las votaciones y el escrutinio serán limpios, la oposición teme que la falsificación de resultados sea mayor todavía que en las legislativas de diciembre.
Así lo estima Vladímir Rizhkov, exdiputado y uno de los líderes de las recientes protestas. En declaraciones a este periódico, Rizhkov asegura ver el futuro con «preocupación». «Veo posible un escenario según el modelo bielorruso, es decir, la Comisión Electoral Central anuncia el lunes la victoria de Putin en primera vuelta, los recuentos independientes lo desmienten, la gente sale a la calle y la Policía reprime sin miramientos», señala.
El excampeón de ajedrez, Gari Kaspárov, está convencido también de que el fraude electoral en los comicios de mañana superará al habido en las legislativas del pasado 4 de diciembre. Entonces, Rusia Unida, el partido del Kremlin, sostiene Rizhkov, «obtuvo, según los datos oficiales, el 49% de los votos cuando su resultado real fue de aproximadamente el 35%».
Sendas encuestas del centro sociológico Levada y de la Fundación de la Opinión Pública atribuyen al jefe del Gobierno ruso una intención de voto del 66% y el 58,7% respectivamente. Ello supondría la reelección sin necesidad de una segunda vuelta. Sin embargo, el 'número dos' del Partido Comunista, Nikolái Mélnikov, comunicó esta semana a una delegación de observadores de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) que «los sondeos no son fiables porque los institutos sociológicos rusos forman parte del sistema y sirven a las autoridades». A juicio de Mélnikov, «si las elecciones son limpias, será inevitable la celebración de una segunda vuelta».
Tan súbito ascenso de Putin, teniendo en cuenta que en enero la intención de voto en su favor era ligeramente superior al 40%, se explica, según el politólogo Andréi Piontkovski, por «la existencia de un mandato claro a la falsificación».
Mientras tanto, el Ministerio del Interior ruso afirmaba ayer a través de un comunicado que existen planes de grupos descontrolados de «provocar disturbios» durante las manifestaciones programadas para el lunes. La oposición liberal y los comunistas tienen autorización para concentrarse en la céntrica Plaza Pushkin, mientras que los partidarios de Putin lo harán un poco más abajo en la Plaza del Manezh, junto al Kremlin.
Demandas al Kremlin
El bloguero anticorrupción, Alexéi Navalni, ha hecho un llamamiento a través de Twitter para que, tras el acto en la Plaza Pushkin, «los que quieran pueden trasladarse pacíficamente y sin prisas hacia la Plaza del Manezh». La Guardia del Kremlin, por su parte, ha advertido de que no se permitirá a los opositores el acceso al lugar.
Rizhkov considera que, si el poder no cede a las exigencias de repetir las elecciones legislativas y presidenciales, «la situación en Moscú va a recordar la habida en Belgrado al final de la época de Slobodan Milosevic». La oposición exige además al Kremlin que se simplifiquen los trámites para la legalización de partidos políticos, proyecto que el presidente Dmitri Medvédev envió ya al Parlamento y ha sido aprobado en primera lectura. Asimismo, han exigido también la puesta en libertad de todos los presos políticos. Satisfacer esta última reivindicación parece algo descartado, ya que Putin ha negado que nadie en Rusia haya sido condenado por razones ideológicas.
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