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IÑAKI CASTRO CORRESPONSAL icastro@elcorreo.com
Sábado, 3 de marzo 2012, 03:19
España lanzó ayer un órdago de futuro incierto y con la mayoría de la UE en su contra. Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y Herman Van Rompuy mostraron su oposición frontal a flexibilizar los objetivos de déficit al final de una cumbre en la que la austeridad volvió a consagrarse como principio inquebrantable. La canciller germana subrayó que «no tiene sentido» cambiar las metas de gasto en un momento en el que la zona euro pugna por recuperar la credibilidad ante los mercados. El presidente de la Unión fue un paso más allá y advirtió al Gobierno de Mariano Rajoy de que se expone a sufrir el «castigo» de los inversores.
Merkel, que hasta ahora no se había pronunciado sobre los planes de España, ofreció su punto de vista en la segunda jornada de una cita europea marcada por los primeros movimientos del Gobierno para atemperar el límite de déficit. La líder conservadora fue tajante y abogó por «cumplir lo que está previsto». En cualquier caso, admitió que se deben respetar los «procedimientos» y aguardar el veredicto de la Comisión, que podría retrasar su resolución hasta junio. El Ejecutivo comunitario es el primer interlocutor del gabinete del PP y ya ha anunciado que escuchará sus planteamientos. Su decisión tardará varios meses porque quiere analizar en detalle los Presupuestos para calibrar la profundidad de los ajustes y su verdadero impacto en los desfases.
La canciller alemana recordó que la Comisión «se toma muy en serio» su trabajo. Y puso como ejemplo lo sucedido el mes pasado con Hungría, que se enfrenta a una congelación parcial de los fondos de cohesión por no actuar con la firmeza suficiente para reducir el déficit. Si Bruselas llegara a una conclusión similar con España, la multa sería todavía mayor porque pertenece a la zona euro. La sanción prevista en el Pacto de Estabilidad, el corazón de la nueva gobernanza económica, asciende al 0,2% del PIB, alrededor de 2.000 millones en el caso español. Antes de llegar a este extremo, el Ejecutivo comunitario repetiría la estrategia utilizada con Bélgica y exigiría públicamente más recortes.
«No hay otra»
Sarkozy se mostró algo más compresivo que su socia en el tándem francoalemán. «Para algunos países es más difícil que para otros», indicó en referencia al reto de Rajoy de tener que conjugar los ajustes con un elevado nivel de paro. Pese al tono, el presidente francés reiteró que «no hay otra solución que reducir el déficit y pagar la deuda». Tanto Sarkozy como Merkel se pronunciaron sobre la decisión de España sin tener información de primera mano, porque el líder del PP no les comunicó con antelación el nuevo límite de déficit del 5,8%. Este tipo de gestos no entusiasman en Bruselas, y menos ahora que se ha apostado por compartir la mayor parte de los datos disponibles.
El presidente de la UE, que en esta cumbre ha sido reelegido hasta 2014, se refirió a los efectos inmediatos que podría acarrear la apuesta española. «Es necesario que mantengamos los objetivos presupuestarios. Si no lo hacemos de forma coherente, seremos castigados por los mercados», auguró en línea con lo expresado la semana pasada por el jefe del BCE. El exprimer ministro belga agregó que los réditos obtenidos con una relajación del déficit pueden acabar perdiéndose «por un aumento en los tipos de interés» de la deuda. Aunque la prima de riesgo no se resintió en exceso, ya se ha igualado con la de Italia en el entorno de los 310 puntos básicos. Roma anunció que su déficit en 2011 bajó al 3,9%, un décima menos de lo pactado con Bruselas.
España ha encarado en solitario el pulso para intentar suavizar el ritmo de los ajustes. En los últimos días, sin embargo, se ha encontrado con posibles aliados. Uno de los más sorprendentes podría ser Holanda. Este país, adalid de la austeridad y el control riguroso de los socios periféricos, atraviesa importantes problemas para situar el déficit por debajo del 3% en 2013. El primer ministro, Mark Rutte, anticipó que podrían buscar algún tipo de revisión de los límites. Fitch también aseguró el jueves que si Rajoy optaba por una meta de gasto más alta, no afectaría al rating porque el esfuerzo marcado por la UE «no es realista».
El otro apoyo que ha emergido para España dentro de los Veintisiete es Reino Unido. Tras la cumbre, David Cameron se mostró encantado con el resultado de la propuesta que lanzó junto a Rajoy, Mario Monti y los líderes de otros nueve socios. Este grupo de países, entre los que no figuran ni Francia ni Alemania, lograron que un conjunto de medidas para impulsar el crecimiento quedaran reflejadas en las conclusiones de la cita en Bruselas. No se hacía ninguna referencia a tocar el déficit, pero el líder británico calificó al grupo de «alianza sin precedentes» y agradeció expresamente el respaldo de España, Italia y Portugal.
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