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Cuando la foto entró en el museo
CULTURA

Cuando la foto entró en el museo

La Alhóndiga muestra 71 obras de la colección Ordóñez Falcón, de artistas tan aplaudidos como Tillmans, Struth, Ruff y Streuli

IÑAKI ESTEBAN

Jueves, 2 de febrero 2012, 03:47

¿El máximo placer del coleccionista? Comprar a buen precio, cuando todavía el artista no es una estrella, y ver cómo la obra va creciendo en importancia y valor. Lo contaba ayer en Alhóndiga Bilbao el donostiarra Enrique Ordóñez, propietario de la mayor colección de fotografía en España. Y recordaba cómo adquirió sus primeras fotos de Robert Mapplethorpe: en la galería de Fernando Vijande, un garaje acondicionado como sala de arte en Madrid, templo de la Movida, en el que el estadounidense mostró sus flores y sus penes, por un precio hoy ridículo de unas 70.000 pesetas -unos 400 euros- por pieza, mientras los Guerrilleros de Cristo Rey montaban el lío en la puerta.

Han pasado ya tres décadas de aquello y ahora la Alhóndiga expone, precisamente, la evolución de la fotografía en esos últimos treinta años con obras de la colección Ordóñez Falcón, escogidas con un tacto impecable por el comisario Carles Guerra bajo el título de 'Topografías de la memoria'.

En la presentación, la consejera delegada de la Alhóndiga, Marian Egaña, se refirió a la mayor transformación del medio fotográfico, el paso de ser considerado como una copia de la realidad a su entrada en los museos como obra de arte. Guerra explicó cómo se produjo ese cambio. «El mercado artístico se quedó prácticamente seco con las prácticas conceptuales como las performances, actuaciones en vivo que como tales no podían venderse. La foto empezó a hacerse un hueco en los ochenta y los noventa. Pasó del tamaño convencional al gran formato y enseguida se vio que se podían mirar como cuadros».

Las 71 obras de 'Topografías de la memoria' están firmadas por los grandes protagonistas de ese paso y por sus sucesores. Artistas como Wolfgang Tillmans, que empezó en el mundo de la moda, pasó por el bodegón contemporáneo, con mesas de cocinas modernas con botes de mermelada, y ha llegado a retratar elementos de la vida cotidiana tan de cerca que se vuelven imágenes abstractas, manchas de color similares al expresionismo de los cincuenta.

La muestra comienza con la serie 'Spiritual America' de Richard Prince, anuncios de Marlboro y chicas en moto sacadas de lo medios de comunicación y descontextualizadas. La memoria de las ruinas industriales y urbanas, incluidas imágenes de la ría de Bilbao, están plasmadas por Gabriele Basilico. Y luego vienen todos los 'clásicos', Bernd y Hilla Becher, sus alumnos Thomas Struth y Thomas Ruff, Candida Höfe, Beat Streuli, Mark Lewis y Allan Sekula. Todos ellos fundamentales para la transformación de la foto en arte.

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