

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
J. GÓMEZ PEÑA
Lunes, 16 de enero 2012, 09:05
Hace tiempo que los líos del dopaje condicionan el inicio de cada temporada ciclista. Este pasado fin de semana, Alejandro Valverde ha regresado en Australia a la competición tras cumplir dos años de sanción por ser cliente de Eufemiano Fuentes, el eje de la 'Operación Puerto'. La desarticulación de ese entramado se produjo en mayo de 2006. Valverde fue castigado a mediados de 2010 y ahora vuelve. La justicia deportiva camina a ritmo de caracol. Valverde se sube a la bicicleta justo cuando Alberto Contador va a conocer la sentencia del Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) sobre su caso positivo en el Tour 2010. Esta semana, según anunció el propio TAS, se sabrá si es liberado de culpa o si estará suspendido de uno a dos años. Otro proceso lento y laberíntico que confunde al aficionado a un deporte tan sencillo como el ciclismo, en el que gana el más rápido. Hace tiempo que la justicia llega tarde, fuera de control. Desclasificada.
Y esa demora la paga la credibilidad del ciclismo. ¿Y si Contador es sancionado? ¿Qué imagen quedará del Giro 2011 que ganó cuando ya estaba abierto el proceso por su caso? ¿Y si es exonerado? ¿Por qué entonces ha tenido que sufrir dos años de castigo psicológico y ha quedado en entredicho su talento?
Así funciona este deporte regido por la Unión Ciclista Internacional (UCI). La historia de un lío que no termina nunca. Cuando en la primavera de 2006 la Guardia Civil redactó la lista de clientes de Fuentes no apareció el nombre de Alejandro Valverde. El Comité Olímpico Español y la Federación española defendieron su inocencia, pese a que muchos de sus antiguos compañeros en el equipo Kelme sí estaban citados. La UCI sometió desde entonces al murciano a una especial vigilancia: le acribilló a controles y trató de vetarle en los Mundiales.
El juez de la 'Operación Puerto' archivó el caso y se negó a facilitar las pruebas del proceso a organismos como la UCI o el Comité Olímpico italiano (CONI). Parecía un proceso cerrado hasta que el CONI recurrió a un atajo en 2009: aprovechó la ausencia del juez titular y solicitó al sustituto la bolsa de plasma número 18 hallada en los arcones frigoríficos de Eufemiano Fuentes. Cogió el envase, lo cató y lo cotejó con una muestra obtenida un año antes en la etapa del Tour de Francia que pisó territorio italiano. Como un guión cinematográfico. El CONI dijo que ambos fluidos eran de la misma persona. De Valverde. Culpable. La Audiencia Provincial de Madrid declaró nula esa sentencia, pero la UCI extendió el castigo a todo el calendario internacional: del 1 de enero de 2010 a enero de 2012.
A Valverde, la UCI no le dejó ni compartir hotel con su ex equipo durante la concentración invernal de 2011. Y tampoco presentarse hace un mes con la nueva camiseta del Movistar. Le considera un 'maldito'. Y él, Valverde, vuelve ahora a correr, con las clásicas y el Tour como meta. «He estado señalado durante mucho tiempo y ya he cumplido. Sólo quiero ser el que era», repite. Ha permanecido en su burbuja: vida familiar en la playa, entrenamientos con la cuadrilla y muchos kilómetros de fogueo. Valverde es un superclase. En los entrenamientos previos al Tour Down Under que ha abierto esta noche la temporada, dejó atrás a sus compañeros.
Dudas sobre el juez
Pocos como Valverde son capaces de vivir en su mundo, ajeno al escándalo. «He podido disfrutar de la familia, ver crecer a mis hijos», dice. La botella medio llena. Ya se ha puesto un reto: ser el rival de Gilbert, el nuevo rey de las clásicas. Australia disfruta desde esta noche de su talento. Y la Challenge de Mallorca, a partir del 5 de febrero, tendrá en su parrilla a Alberto Contador. Eso, si el TAS no lo le tacha esta semana. El 'caso Contador' es otro ejemplo de la peculiar y tardía justicia deportiva.
Contador pasó un control antidopaje el 21 de julio de 2010, en pleno Tour. Su muestra fue enviada al laboratorio de Colonia, el mejor a la hora de detectar el clembuterol. Y dio positivo. La UCI se lo comunicó en agosto y quiso zanjar el asunto con una sanción menor y sin publicidad. Pero el 'positivo' fue filtrado a la prensa desde el laboratorio. Y el escándalo sacudió de nuevo al pelotón. Contador, que achaca el origen del clembuterol a la ingesta de un solomillo contaminado, fue apartado y la comisión Antidopaje de la Federación española propuso que le castigaran con un año de suspensión. En eso, el presidente entonces del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, declaró que no había razones jurídicas para sancionar al corredor. Poco después, el 15 de febrero del año pasado, la Federación española archivó el caso y permitió el regreso a la competicón del ciclista.
Parecía el final. Y no. La UCI y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) recurrieron al TAS, que esta semana dará el veredicto. El proceso se ha viciado con las dudas planteadas por la AMA sobre la imparcialidad del presidente del tribunal que juzga el caso, el israelí Efraim Barak, que, al parecer, impidió a los abogados de la Agencia interrogar a uno de los científicos llamados a declarar. Para enmarañar aún más el asunto, el equipo de Contador realizó la pretemporada en Israel, el país de Barak. Y diga lo que diga el TAS, la parte que pierda, bien Contador o bien la AMA, es más que probable que vaya a la justicia ordinaria. Otra etapa más en la carrera más larga y lenta del ciclismo: la judicial.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Detenida la influencer Marta Hermoso por un robo millonario en un hotel de Madrid
El Norte de Castilla
La NASA premia a una cántabra por su espectacular fotografía de la Luna
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.