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SILVIA OSORIO
Domingo, 15 de enero 2012, 03:24
La cuarta etapa de la próxima Vuelta a España partirá el 21 de agosto desde Barakaldo. Por primera vez en la historia de la ronda, la localidad fabril será sede de este evento deportivo. Pese a que aún se desconocen detalles como dónde se ubicará la pancarta de salida (se barajan el BEC, Megapark o la zona Urban) o los horarios de la prueba, los aficionados al ciclismo ya tienen marcada esa fecha en el calendario. El recorrido fue desvelado el pasado miércoles en Pamplona, en la presentación oficial de la carrera. De Barakaldo, la etapa irá hacia Sodupe, subirá Orduña y tras pasar por Haro terminará en las rampas de la estación de esquí de Valdezcaray. Para el ciclismo de Barakaldo será una jornada histórica. Y para Juan Tomás Martínez (Barakaldo, 49 años), un día para recordar su pasado ciclista.
Su generación no vivió el paso por Euskadi de la Vuelta. La carrera dejó de pisar las carreteras vascas en 1978 y no regresó hasta el año pasado. Juan Tomás Martínez no pudo sentir, como Igor Antón en El Vivero, el aliento de su afición. «A todos nos hubiera encantado sentir algo así. Pero qué se le va a hacer. Las cosas eran como eran», afirma el exciclista baracaldés. Apodado 'El Regatillo' o el 'Volcán de Barakaldo', es uno de los corredores históricos nacidos en el municipio fabril.
Participó en ocho ediciones de la ronda española. Pero nunca pasó por Barakaldo. Desde el comercio de bicicletas que regenta, se le encienden los ojos sólo con pensar en el día en que la carrera salga de su ciudad natal. Será una jornada especial. Tal y como él mismo se define, no fue un corredor puntero. Nunca ganó una etapa de la Vuelta, pero casi siempre estaba en el grupo de cabeza.
Era habitual que compartiese pelotón con «los buenos» -Miguel Induráin, Perico Delgado, Sean Kelly o Laudelino Cubino, entre otros- y se metía en escapadas, lo que le sirvió para conseguir meritorios puestos en la general. Su mejor marca la logró en 1987, al acabar decimocuarto en la general. «Orgulloso» de su paso por la Vuelta -su debut fue en 1985-, hubo, sin embargo, alguna espinita que le quedó clavada, como el no haber podido sellar su palmarés con una victoria de etapa en la ronda española.
A punto estuvo de vencer en la temida subida a Covadonga, pero el infortunio le privó de ese honor. Corría el año 1994 y Juan Tomás, a sus 32 años, afrontaba la recta final de su carrera deportiva. El pelotón había partido de Santander y nada más penetrar en tierras asturianas, la espesa niebla se convirtió en la gran enemiga de los ciclistas. La ascensión al mítico puerto no iba a ser tarea sencilla. Aquel día, el 'Volcán de Barakaldo' se había subido a la escapada buena.
«Íbamos 14 escaladores y conseguimos 14 minutos de ventaja», rememora. Podía ganar. Era un escalador nato. Se le daban bien los puertos. «Era lo que más me gustaba y donde mejor me defendía. En el sprint sufría más», bromea. Era su gran oportunidad de poner la guinda a una carrera que había empezado una década antes en el equipo Hueso. Había cosechado puestos de mérito, aunque nunca un triunfo en la Vuelta a España. Parecía que aquel podía ser su día, pero el destino a veces es caprichoso y quiso que el francés Laurent Jalabert se llevará aquella disputada etapa.
La bicicleta le jugó una mala pasada al vizcaíno en el peor momento posible. La cadena de su bicicleta se salió antes de encarar el tramo final y el corredor baracaldés perdió demasiado tiempo con respecto a sus rivales. En medio de la rabia e impotencia por la mala fortuna, logró volver a colocar la cadena y continuar la marcha. Se quedó con la miel en los labios. Ya era tarde. «Fue una pena. Lo intenté a más no poder, pero nada se pudo hacer. Llegué muy justito», lamenta.
Sus recuerdos
El 'Volcán de Barakaldo' nunca abandonó una etapa, pero alguna que otra se le hizo cuesta arriba. Siempre se acordará de su paso por la ronda española en 1994. Aquel año no llegó en plenas condiciones. Unos días antes se había caído de la bicicleta durante un entrenamiento-de los pocos percances, que, por fortuna, sufrió en su etapa de profesional-, lo que le valió para arrastrar una tendiditis de órdago en una de sus rodillas, de la que no se recuperó a tiempo para la competición. Terminó por debajo del puesto cincuenta. «No llegué al cien por cien y no pude forzar del todo. Lo pasé bastante mal», relata.
La meteorología también convirtió en una «odisea» alguna de sus carreras. En la edición de 1988, la etapa Lloret de Mar-Andorra fue anulada por la copiosa nevada que había caído la noche anterior. Los ciclistas tuvieron que llegar a su destino en los coches de sus equipos, pero a la altura del túnel del Cadí, en el Pirineo catalán, tuvieron que darse la vuelta. Estaba totalmente anegado por la nieve y no había manera de atravesarlo. Vuelta a empezar. «Llegamos al hotel a las diez de la noche y la etapa al día siguiente salía a las nueve. Tuvimos muy poco descanso y después de una paliza de viaje. Son cosas que no se olvidan». Las recuerda ahora que la Vuelta se acerca a su casa.
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