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MARÍA JOSÉ CARRERO mjcarrero@elcorreo.com
Miércoles, 23 de noviembre 2011, 08:21
Los padres están para criar y los abuelos, para malcriar. Esta frase del refranero casi no tiene ya sentido. Cada vez son más los mayores que, a punto de llegar a la jubilación o ya en ella, se ven metidos en la vorágine del cambio de pañales, las papillas, el paseo con el cochecito o las idas y venidas al cole con los nietos de la mano. En época de crisis, las familias donde la economía no es tan boyante como para contratar cuidadores o pagar la guardería, los padres delegan tanto en los abuelos que estos se sienten «angustiados» y «utilizados».
Esto es lo que dice un estudio encargado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y la Obra Social de Caja Madrid. El informe cualitativo (no ofrece porcentajes) se ha realizado a través de seis grupos de discusión en los que han participado abuelos elegidos teniendo en cuenta la edad de los nietos, la clase social, el medio en el que se vive y en función de si conviven de forma continua o no con los hijos de sus hijos. Además, se han organizado debates entre abuelos y padres.
La principal conclusión del trabajo es que los mayores tienen sentimientos encontrados. Poder pasar tiempo con sus nietos les produce «disfrute», pero a la vez sienten «agobio» por la excesiva responsabilidad en su cuidado y educación. «La delgada línea divisoria entre ambos sentimientos viene marcada claramente por la clase social: a menos recursos económicos, más obligaciones».
Esta conclusión ya aparecía esbozada en recientes investigaciones. Así, según el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), más de la mitad de los jubilados cuida de sus nietos a diario y el 45% casi todas las semanas. Por sexos, ellos están pendientes de los niños una medida de 5,3 horas al día; ellas, algo más de 6. Esta dedicación pone de manifiesto que los abuelos «se han convertido en el colchón protector de muchas deficiencias sociales, sobre todo para familias de clase media/baja que no tienen posibilidad de acceso a recursos de apoyo para atender a los más pequeños».
Los abuelos son conscientes de que su labor 'gratis et amore' contribuye de forma decisiva «al equilibrio y sostenimiento económico de la sociedad». Aunque la investigación de la FAD no cuantifica el coste de la tarea que realizan, otro informe del Ministerio de Sanidad y Política Social sí lo hace, al menos en lo que se refiere a las abuelas. Y el dato es demoledor. El cuidado de nietos por parte de las españolas mayores de 65 años supone el 0,8% del PIB y el 12% del gasto en pensiones.
Discusiones por la educación
Esta dedicación casi a jornada completa implica que los abuelos tienen que olvidarse de su idea de 'malcriar' al tener que ejercer como auténticos educadores de los niños. Asumir esta responsabilidad acarrea discusiones con sus hijos ya que tienen que seguir los criterios de estos aun cuando no los compartan.
Esta dificultad añadida al simple hecho de atender a los nietos explica que el discurso mayoritario de los mayores sea «imponer límites». Esto significa que están dispuestos a aceptar su participación como cuidadores «en las situaciones en que sea verdaderamente necesario, como por razones estrictamente laborales, pero no para que sus hijos puedan disfrutar de su tiempo libre a costa del de los abuelos».
La queja generalizada del colectivo es que se sienten «utilizados» por la responsabilidad que sus hijos cargan sobre sus hombros. Y junto al reproche, el lamento: «Dudamos mucho de que alguien vaya a ocuparse de nosotros cuando lo necesitemos el día de mañana».
Frente a la sensación de tener «la vida hipotecada» por cuidar a los hijos de sus hijos cuando se trata de familias con ajustados recursos económicos, en las clases más acomodadas ocurre todo lo contrario. La queja de estos abuelos es diametralmente opuesta ya que se lamentan de no ver a sus nietos todo lo que quisieran.
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