El perro lazarillo era un 'porreta'

Es un informe de una incidencia que ocurrió en un autobús de línea donostiarra, escrito con ese tono administrativo, plano, de un suceso como tantos que ocurren en el día a día de una compañía de transporte de viajeros. Pero el caso tiene su chispa. Es sábado, 30 de abril, y son las 13.46 horas. El microbús de la línea 36 que realiza el trayecto San Roque (Amara Viejo)-Aldakonea (Egia) se detiene en la parada de la avenida de la Libertad 19. Un invidente se dispone a bajar, pero su perro lazarillo se queda tumbado en el autobús. El animal no quería, ni podía moverse.

Ante la extraña situación, el chófer llamó a la centralita de Donostibus que, a su vez, contactó con la Policía Municipal. Al parecer, el agente que cogió la llamada respondió que ellos no estaban para mover a perros lazarillo y recomendó que actuasen los inspectores de la compañía.

Pero no había inspectores en ese momento trabajando en la calle. El ambiente se empezaba a calentar dentro del microbús, con varios pasajeros expresando su indignación ante la negativa de la Guardia Municipal a intervenir. Un viajero, ya harto, llamó al teléfono 112 y el centro de coordinación de emergencias contestó que enviarían al lugar a la Ertzaintza. Otra pasajera, familiarizada con mascotas, llamó también a un servicio veterinario. Mientras tanto, el conductor se ofreció a bajar al perro del vehículo, ya que una viajera estaba dispuesta a quedarse con el invidente a la espera de que llegase el veterinario. Sin embargo, el resto de ocupantes se negaban a que se moviera el autobús hasta que llegara a la zona algún tipo de ayuda que pusiera fin a la embarazosa situación.

Alucinógenos

A las 14.15 horas, 30 minutos después de que el autobús parase en la marquesina, llegó un inspector de la compañía, que se ofreció a llevar al invidente a cualquier punto de la ciudad. Ahora el que se negó fue el propietario del lazarillo, que señaló que se quedaría con el perro hasta que llegase el veterinario.

Algunos viajeros cogieron el siguiente microbús para no demorar más su viaje, pero siete pasajeros se quedaron... para comprobar el desenlace de la historia. El final de la película no les defraudó. El veterinario llegó, por fin, a las 14.45 horas. Tras examinar al perro, su diagnóstico fue que el animal estaba bajo los efectos de alucinógenos. Al parecer, había comido plantas de marihuana. Cinco minutos después trasladó al perro y al invidente en su propio coche.

El informe de Donostibus no dice nada de si el lazarillo 'colocado' guió bien a su dueño y se introdujeron en el autobús correcto. Tampoco se especifica con qué cara se quedaron los pasajeros que permanecieron en el interior del microbús hasta ver cómo concluía la historia. Como la Ertzaintza aún no había llegado cuando se resolvió el conflicto, el conductor llamó de nuevo al 112 para que los agentes no acudieran a la llamada. Tampoco se sabe si el caso habría provocado la apertura de algún tipo de investigación.