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Javi Reyes, de negro, durante un entrenamiento en Hungría. :: EL CORREO
La «atractiva» aventura húngara de Javi Reyes
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La «atractiva» aventura húngara de Javi Reyes

El preparador físico del Athletic los últimos cuatro años forma parte del recién ascendido DVTK 1910, situado en en la zona alta de la tabla

JUANMA MALLO jmallo@elcorreo.com

Domingo, 30 de octubre 2011, 03:33

De pronto, el pasado verano, una llamada. Una voz con un acento extraño. Desconocido para él. Era Pepe Szendrei, exportero húngaro del Málaga y Cádiz (1987-92). El exinternacional escondía una propuesta para Javi Reyes, el preparador físico del Athletic durante los cuatro años de estancia de Joaquín Caparrós en el equipo rojiblanco. Un club magiar, recién ascendido a la OTP Bank Liga (la primera de aquel país), quería contratarle para impulsar el crecimiento de la entidad, no sólo para que se encargase de poner a punto a la plantilla.

Y tras pensarlo un poco -«siempre tienes dudas», concede-, se enroló en esta aventura con el Diósgyori VTK, que marcha en la parte alta de la tabla, y que jugó dos veces la Recopa (77-78 y 80-81). «Mi trabajo, fundamentalmente, es la dirección de la parcela física. Pero querían profesionalizar lo que ya tenían. Y además de la preparación física, ocupo gran parte del tiempo en la coordinación y asesoramiento de aspectos como la construcción de campos, del gimnasio (maquinaria, instrumental). Y en la cantera ayudo con la programación, la metodología, los contenidos, los objetivos en función de las edades», expone este licenciado en Educación Física por la Universidad de Granada (1989-1994).

Se trata, como él mismo define, de un proyecto «ambicioso» y «atractivo» del que se enamoró con rapidez. «Me llamaban casi todos los días. Me iban contando ideas y querían hacerme partícipe. Si juntamos el gran interés que pusieron, y el proyecto que querían llevar a cabo... Me mostraron una gran confianza», recuerda. Eso le hizo vencer los comprensibles miedos iniciales al «desconocimiento» del país, a que el equipo fuese «un recién ascendido». En cambio, la barrera del idioma no resultó un obstáculo: «El húngaro no se me da -sonríe al otro lado del teléfono-. Nos comunicamos en inglés. Y eso es otro de los puntos que me ayudó a decidirme. Sí, hablas en inglés, pero nunca me había enfrentado a dirigir un grupo en ese idioma».

La merluza y el bacalao

De momento, todo camina en la senda correcta en este equipo dirigido por Miklós Benczés. Y eso que en Hungría la preparación física como tal da sus primeros pasos. «No están acostumbrados a esa figura». Por este motivo, estima Reyes, una buena 'caja', un correcto acondicionamiento, «garantiza muchos puntos». «En la Liga todo está más igualado, hay máxima competencia en ese punto. Pero aquí la buena preparación física marca mucho», expone como una de las diferencias entre Hungría y España. ¿Otra? «Los partidos son más lentos. La hierba está más alta, son más irregulares los campos. Y eso hace que se necesiten más toques para elaborar el juego», analiza.

A la vez, el técnico ilustra sobre los cambios que ha notado en su actual vida. Y cuando se le habla de la dieta, mira a su anterior destino, donde ha dejado muchos amigos, tanto en el Athletic como en una villa que pretende visitar en diciembre con el parón del campeonato húngaro por el invierno. «La comida no está mal. Pero sí que echamos de menos el pescado, y más de donde venimos: hemos estado cuatro años en Bilbao, donde se come la mejor merluza, el mejor bacalao... Y aquí tener pescado fresco es complicado».

Otro aspecto que requiere de cierta aclimatación en este enclave centroeuropeo son los horarios. «Lo notas. Ahora que empieza el frío, tenemos que entrenar a las dos. Y amanece mucho antes, anochece más pronto. Todo el comercio está abierto a las siete de la mañana, los gimnasios a la seis... Y a las siete de la noche olvídate. No hay nada. Cenamos a las seis o las siete, cuando allí merendamos», compara con gracia. «Pero nos vamos adaptando» a un país «con grandes contrastes».

Reyes y su familia residen en Miskolc, en la parte noroccidental, a 200 kilómetros de Budapest, 170.000 habitantes. «La capital, Budapest, te da la sensación de un país europeo. Si vas al este, empiezas a notar el aire más comunista, de la antigua URSS. La gente, los edificios... Y la moneda. No hay euro (se emplea el florín). Es un país humilde».

La vuelta al ruedo

Y la afición del DVTK 1910 llena el DVTK Estadium, con capacidad para 17.000 espectadores. «A pesar de ser uno de los equipos recién ascendido es de los que más gente lleva al campo. Tiene infraestructuras limitadas, pero se llena el estadio en cada partido. Nadie mete tanta gente como nosotros. Y una de las cosas que más me ha sorprendido es que, al acabar el partido, se gane o se pierda, los jugadores tienen que dar toda la vuelta saludando a la gente, dándoles la mano. ¡Es impresionante!», subraya Reyes, que resalta la unión entre ambas partes.

«La gente está como loca. Estamos arriba, por encima de las expectativas. Al principio se hablaba de no pasar apuros para mantener la categoría, pero eso ya ni se menciona. Se habla de Europa. Pero en el club quieren mantener la calma y crecer poco a poco, desde abajo, con la cantera. Intentar entrar en Europa en los próximos años», destaca Javi Reyes, que hace piña en su nueva aventura futbolística con los también españoles Francisco Gallardo, Enrique Carreño y Juan José Luque. Y, por supuesto, no pierde de vista al Athletic. «Disfruté mucho con el partido frente al Atlético. Han sido muchos momentos inolvidables con esa plantilla», se emociona.

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