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Agirretxe, en Lezama, y ahora en la Real. :: ARIZMENDI
La resurrección de Agirretxe
FÚTBOL | a dos días del derbi

La resurrección de Agirretxe

El delantero de la Real Sociedad, con pasado en el Athletic, renace de sus cenizas después de marchitarse con Lasarte y florecer con Montanier

ROBERT BASIC

Viernes, 30 de septiembre 2011, 10:31

Imanol Agirretxe (Usurbil, 1987) vive un idilio con el gol. No siempre fue así. Si echa la vista atrás, lo primero que ve es una pared. También ve unas maletas, el último de la fila, que no contaba para el uruguayo Martín Lasarte y a punto estuvo de acabar cedido en el Valladolid. La operación se canceló sobre la bocina, cuando la espalda de Joseba Llorente gritó basta y los médicos le diagnosticaron una hernia discal. Entonces le dijeron que se quedara, que tendría minutos. Un caramelo relleno de segundos que no llegó a saborear. Agirretxe continuó sin jugar, con la certeza de que la confianza del entrenador estaba en otra parte. La Real Sociedad consiguió el propósito de la supervivencia y el club le dio las gracias a Lasarte y miró hacia Francia. Ahí estaba el hombre que hoy comanda al conjunto 'txuri urdin' y que disfruta con la resurrección del punta usurbildarra.

El delantero guipuzcoano lleva cuatro goles en cinco jornadas y se revela como uno de los jugadores más en forma de cara al derbi contra el Athletic, al menos en el apartado goleador, que volverá a ponerle en contacto con unos colores que alguna vez fueron suyos. Agirretxe, descubierto por los ojeadores rojiblancos en el Antiguoko, cruzó hace una década la A-8 y abrió las puertas de Lezama, donde permaneció durante varias temporadas e incluso jugó con Markel Susaeta en cadetes antes de aceptar la oferta de la Real Sociedad. La maniobra del vecino no sentó nada bien en Bilbao, donde el traspaso se interpretó como una operación hostil y se acusó a los donostiarras de contravenir los principios básicos del 'pacto de no agresión' que regulaba por aquel entonces el proceder de ambas entidades. En Gipuzkoa, por contra, lo entendieron como un movimiento lógico y el regreso a casa de un chaval cuyos padres eran socios de la Real.

Agirretxe se quitó la camiseta rojiblanca en verano de 2003 y se puso la 'txuri urdin', con un importante contrato bajo el brazo para un juvenil de 16 años. Firmó por tres temporadas a cambio de 180.000 euros -60.000 por campaña- e inició la escalada hacia el primer equipo. No tuvo que esperar mucho. En un abrir y cerrar de ojos dio el salto al mundo adulto y despertó enormes expectativas en la grada de Anoeta. Debutó en la élite el 8 de mayo de 2005 contra el Getafe y sólo una semana más tarde estrenó su cuenta goleadora en la Liga. Anotó el único tanto de su equipo en la derrota en casa ante el Málaga (1-3) y reforzó el andamiaje en su escalada hacia las alturas, pero su camino se torció con el paso del tiempo y todavía tardaría años en enderezar el rumbo de una carrera que ahora parece dibujar una línea recta y sin obstáculos.

El maná de Montanier

El caso es que alternaba los partidos en el Sanse (Segunda B) con apariciones esporádicas en Primera, sin apenas continuidad, y entonces el equipo perdió la categoría. Cayó al infierno de Segunda en el que ardió durante tres temporadas, con graves problemas económicos que amenazaban la supervivencia del club. Agirretxe apretó los dientes y aceptó irse cedido al Castellón, donde recaló en 2007 y completó un total de ocho partidos. ¿Goles? Uno. Regresó a casa y se comprometió con el reto del ascenso -15 tantos en dos años-, que se consumó en la campaña 2009-2010. De nuevo estaba en Primera, con los mejores, pero Martín Lasarte jamás confió en el delantero de Usurbil. Otra vez se le hizo de noche, sin minutos ni protagonismo, con el cartel de olvidado cosido en la espalda. El equipo peleaba por la salvación, y él por hacerse notar. Así conoció la invisibilidad. Cuando hizo las maletas para marcharse al Valladolid, Joseba Llorente cayó lesionado. Se quedó... y esperó a Montanier.

La llegada del técnico normando supuso el renacer de Agirretxe. De marchitarse con Lasarte a florecer con el galo, quien apenas contaba con referencias videográficas del delantero. Le pasaban el material, las cintas, pero el punta sólo se asomaba de vez en cuando. Decidió darle una oportunidad y el futbolista respondió con goles ya desde la pretemporada. Marcó tres en los dos primeros amistosos, con un doblete contra el Beasain. «Imanol me ha decepcionado porque le había pedido que metiera tres y sólo han sido dos», bromeó después del choque Montanier, quien acostumbra a contestar con chistes las preguntas serias. Una semana después, volvió a mojar ante el Ajaccio. Las credenciales estaban sobre la mesa. El técnico galo las recogió con gusto y les puso el sello de la titularidad.

Agirretxe afronta el derbi en óptimas condiciones y, de hecho, cuatro de los seis goles de la Real llevan su firma. Va bien por arriba y se defiende con el balón en los pies. «Estoy bien, con esa chispa que te dan los partidos», ha comentado esta semana en la prensa guipuzcoana. Agradece la continuidad, los minutos, que ahora degusta en toda su intensidad. Está ante un duelo especial y quiere engordar su cuenta de artillero mayor contra el Athletic, añadir una muesca más a su colección particular. Roja y blanca, como el color de la camiseta que alguna vez fue suya.

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