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«Me beneficié de la rivalidad entre los españoles»
Raymond Poulidor, Ganador Vuelta 1964

«Me beneficié de la rivalidad entre los españoles»

El eterno segundón del Tour, el ciclista más querido en Francia, logró en la Vuelta de 1964 su único triunfo en una gran ronda

J. GÓMEZ PEÑA

Sábado, 3 de septiembre 2011, 04:44

Raymond Poulidor (Saint Leonard de Noblat, 75 años) viste de amarillo en el cada Tour. Es la imagen de Credit Lyonnais, uno de los patrocinadores de la ronda gala. El banco del Tour, el del logotipo amarillo. Pero Poulidor nunca llegó de ese color a París: fue tres veces segundo y en cinco ocasiones terminó tercero. Nunca el mejor. Y ahí, paradójicamente, está su éxito. La gloria sin el maillot amarillo. Perder tanto le hizo ganarse al público, que aún le adora. Fue ciclista durante 18 años, primero contra Bobet, luego frente a Anquetil, Bahamontes y Merckx, y hasta coincidió con Hinault. Tuvo tiempo para añadir una nueva expresión al diccionario deportivo: 'ser un poulidor', un segundón. De eso tiene fama, aunque en su palmarés figuran más de 180 victorias, entre ellas, la de la Vuelta a España de 1964, «una de las que más ilusión me hace». De eso charla con EL CORREO, el diario que entonces organizaba la ronda.

- La Vuelta que usted ganó, la de 1964, también empezó desde Benidorm. ¿Qué recuerda de aquel inicio?

- Benidorm se estaba entonces desarrollando. Yo tenía un amigo que trabajaba allí y me recomendó comprar un apartamento. Me dijo que era la mejor manera de revalorizar una inversión. Que los precios iban a subir enseguida. Y tuvo razón. Benidorm se convirtió en uno de los grandes centros turísticos de Europa. Cuando yo llegué allí apenas había nada.

- Y se llevó un apartamento y una Vuelta.

- Sí, gané la Vuelta casi al final. Poco a poco me fui dando cuenta de que estaba a mi alcance. Y creo que me beneficié de la rivalidad entre los ciclistas españoles, Otaño, Pérez Francés, Manzaneque...

- ¿Dónde les ganó la Vuelta?

- En la gran contrarreloj que hubo a tres días del final (Villalón de Campos-Valladolid, 65 kilómetros). Otaño era el líder y yo le quité esa plaza con mi victoria en la crono. A la última etapa llegué con menos de un minuto de ventaja en la general y tenía miedo de que Otaño ganara ese día y se llevara el minuto de bonificación. Pero como yo tenía un gran equipo (Mercier) de velocistas, lo evité y logré al fin vencer en una gran vuelta. Es mi única 'grande', y quizá uno de mis mejores momentos como corredor.

Todos contra él en 1965

- En 1963 había vencido Anquetil, y en 1965, el triunfo fue para el alemán Wolfshohl. Dominaban los extranjeros.

- Pero no era fácil batir a los españoles. En 1965, por ejemplo, el único objetivo de los ciclistas españoles fue que yo no ganara por segunda vez la carrera. Cogí el liderato en la cronoescalada a Pajares, en la que doblé a siete corredores, incluido el gran Federico Martín Bahamontes. Aquello fue una afrenta para un escalador como él. Rolf Wolfshohl era mi gregario y estaba a más de diez minutos en la general, pero los españoles no quería que yo ganara y permitieron que Wolfshohl se escapara unos días después y me quitara el liderato. Aquella fuga, si no recuerdo mal, llegó con veinte minutos. Wolfshohl fue el gran beneficiado. ¿Qué podía hacer yo si corríamos en el mismo equipo? A mí me quedaba la contrarreloj de San Sebastián. La gané, pero Wolfshohl acabó segundo ese día y demostró que merecía ganar la Vuelta. Él fue el primero y yo el segundo en la clasificación general final.

- Aquella Vuelta de 1964 pasó por Vitoria, San Sebatián y Bilbao. ¿Cómo recuerda aquellas etapas?

- Ufff. Hace ya mucho tiempo. Lo que sé es que había mucha gente. Las etapas del País Vasco siempre estaban llenas de público. Eso sí, recuerdo que Luis Bergareche (director de la carrera) estaba un poco decepcionado con mi triunfo, porque a él le hubiera gustado más que el vencedor de aquella Vuelta saliera del duelo entre el Ferrys y el KAS. Pero me felicitó y me dijo que mi comportamiento había sido ejemplar.

«Mi nombre no se olvidará»

- ¿Qué supuso para el eterno segundón del Tour ganar la Vuelta?

- Mucho. Y además, era mi primera Vuelta. Es uno de los triunfos que más ilusión me hacen. Mira, yo acabé ocho veces entre los tres primeros del Tour y no lo gané nunca. Siempre digo que si lo hubiera ganado una vez, hoy no se hablaría de mí. No tengo el Tour en mi palmarés, pero mi nombre no se olvidará. Cada vez que un deportista queda segundo en varias ocasiones le llaman 'Poulidor', je, je. La verdad es que tuve bastante mala suerte, pero la gente me quería. Y eso me hacía ganar mucho dinero. Llegué a pensar que era mejor no ganar.

El duelo con Anquetil

- Anquetil y usted dividieron Francia.

- Jacques ganó cinco veces el Tour y yo, ninguna. Quizá por eso la gente me tenía a mí un cariño especial. Yo venía del campo, de trabajar con mis manos, de entrenarme de noche con la bici. Por muy duro que sea el ciclismo, nunca será tan duro como trabajar en el campo de sol a sol. Ahí aprendí a sufrir, a no ceder nunca, a no retirarme.

- ¿Quién ha sido el mejor escalador?

- Bahamontes, y también Gaul, que subía como nadie cuando hacía frío.

- ¿Y el mejor ciclista español?

- Induráin. Aunque Pérez Francés era extraordinario. Recuerdo que una vez ganó en Barcelona tras escaparse durante más de cien kilómetros.

- ¿Qué ciclismo prefiere, el de hoy o el suyo?

- Hoy está todo muy mecanizado. A mí no me gustan los pinganillos. Ojalá los quiten del todo. Mi ciclismo era distinto. Cada corredor iba con su tubular de repuesto por si pinchaba. Ahora, la carreras están llenas de coches y aparatos mecánicos.

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