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MARÍA ÁNGELES CRESPO
Domingo, 12 de junio 2011, 04:29
«Sí se puede», eso es lo que se cantó el pasado domingo en Anduva y había que conseguir certificar ese deseo en el complicado campo del Badalona; y vaya si se pudo. Hubo que sufrir pero al final el Mirandés logró hacer historia y se metió por derecho propio en la final.
El Mirandés afrontaba este partido de vuelta con una mínima ventaja, pero eso no tenía por qué ser una rémora porque los rojillos, como siempre, saltaron al terreno del Centenari con la clara intención de buscar la consolidación de ese gol.
También era previsible que el equipo de Márquez saliera con ambición, así que teniendo sobre el césped artificial a dos conjuntos convencidos de que la mejor defensa no es otra que un buen ataque, pronto se pudo apreciar que el choque iba a ser de ida y vuelta. Sí que los escapulados, con sus armas, es decir el balón parado quisieron meter el miedo a los rojillos y cuando tan sólo se habían disputado cuatro minutos intentaron sorprender por mediación Villa que combinó con Robles. No pasó a mayores porque éste hizo falta al guardameta rojillo.
El Badalona presentó pues sus credenciales a base de juego directo y el Mirandés no quiso quedarse atrás, aunque su propuesta fue mucho más combinativa. En el 7 del partido Mujika hizo un eslalon que tuvo como premio la llegada del primer córner a favor de los rojillos. Se botó sin consecuencias pero el Mirandés que vio que por las bandas podía descolocar a la zaga local quiso dar protagonismo tanto al guipuzcoano como a Pablo. Los dos obligaron a estirarse a David Valle para evitar que los rojillos se pusieran en ventaja.
El partido era de ida y vuelta y, aun con distintos estilos, con la misma ambición por parte de los dos contendientes. Los de casa insistían en lo que mejor saben hacer forzar faltas y córners para preocupar a la defensa rojilla. Óscar Ramírez puso el uy en los seguidores del Mirandés con un libre directo que tras dar en un defensa se fue a córner.
El peor momento para los de Pouso en el primer período llego en la única contra hilada del Badalona. Un error colectivo de la zaga y una mala salida de Wilfred dejó sólo a Rubén Casado que no supo concretar su envío por encima del guardameta.
Este susto espoleó a los rojillos y en la recta final el dominio fue de los de Anduva. El protagonismo lo cobró Pablo con un tiro cruzado y un envío desde lejos. Además el burgalés estuvo a punto de adelantar al Mirandés, pero el centro medido de Martins después de una gran jugada colectiva no encontró su remate.
Eso sí la más clara llegó en el último instante. A falta de un minuto apareció Sellarés, hasta ese momento desaparecido, para rematar un envío de Casado. Rechazó Wilfred y el remate posterior de Víctor no sirvió porque estaba fuera de juego.
Más intensidad local
Con el empate sin goles y las espadas en alto se llegó el descanso y en la reanudación el Mirandés tuvo que cambiar de planes por la lesión de Iván Agustín.
Su recambio fue Muneta, de corte mucho más ofensivo, pero un hombre físicamente también menos contundente. Su aportación no podía ir hacia la contención y precisamente a medida que avanzaban los minutos los de Manolo Márquez iban a echar el resto para, al menos intentar igualar la eliminatoria.
El Badalona salió mejor y apretó de lo lindo, Ferrón obligó a Wilfred a sacar el cuero en el minuto uno de la reanudación y si el Mirandés quiso reaccionar a base de tiros lejanos de Alain y Muneta, quien tuvo el gol en sus botas fue Víctor en el minuto 57. Evitó de modo providencial el gol César Caneda que sacó el balón de la misma línea.
El Mirandés empezaba a sufrir las acometidas locales y todo el equipo tuvo que pertrecharse y apretar los dientes los dientes. Llegó entonces el momento de hacer bueno lo de que los rojillos son un equipo solidario y ninguno escatimó esfuerzos.
Los rojillos se asomaban poco hacia los dominios de David Valle, pero el tiempo corría a su favor. Y ya en el último cuarto de hora los de Pouso nadaron y guardaron la ropa; el equipo dejó un poco de lado el fútbol de toque y buscó las llegadas más directas. Martins y Pablo lo intentaron desde lejos pero sin fortuna.
El Badalona intentó al final apelar a la épica y en el minuto 86 quemó su último cartucho; un cabezazo de Pugui dio en el larguero con Wilfred ya batido. La madera dio al traste con sus ilusiones y en el tiempo de prolongación incluso pudo llegar la puntilla para los locales. Pablo tuvo la última que salvó David Valle. Lo cierto es que la victoria rojilla habría sido mucho castigo para un gran rival que, como los rojillos, dejó el alma por alcanzar su sueño. Ayer quienes lo alcanzaron fueron los rojillos.
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