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VIRGINIA DUCRÓS
Lunes, 2 de mayo 2011, 04:36
L a hazaña era prácticamente un sueño imposible. Pero en la mente de todos solo había una idea, la posibilidad de remontar un marcador adverso. Pero la ilusión siempre ha acompañado a un Naturhouse que hace vivir en cada momento, en cada instante, una sensación de orgullo, de cómo un equipo pequeño, con un presupuesto muy limitado, volvía a jugar una temporada más la competición europea, una Copa EHF, donde están los grandes. Y el Naturhouse ha vuelto a inscribir su nombre y con mayúsculas.
Los riojanos murieron con las botas puestas. Pelearon hasta el final, aun conscientes de que la remontada era una misión casi imposible y que el pase a la final se vendía muy caro. Pero luchó y tuteó a un gran conjunto alemán, que ayer esbozó su calidad, con un Thiede imparable y un Tahirovic que detenía los ataques logroñeses. Y, al final, no pudo ser, pero el aplauso de un Palacio de los Deportes agradecido fue bien merecido, por dejarse la piel y por intentarlo hasta el último segundo.
Se repetía el guión del partido en tierras germanas. El Naturhouse tuteaba a los de Velimir Petkovic, aunque la mayor calidad del equipo visitante era notable. Garabaya, que estrenaba peinado -había sondeado a través de una red social si se cortaba el pelo o regresaba a la coleta- inauguraba el marcador para los de Jota González. Aginagalde, en portería, volvía a hacer todo un señor papelón, deteniendo los potentísimos lanzamientos del Göppingen. Kaufmann, mientras, inédito, estrellaba el balón al travesaño.
Se soñaba. Había una esperanza remota y a ésa se aferraba el Naturhouse. Podía haber marcado más goles los locales, pero primero Isma Juárez estrellaba en el palo un penalti y luego Víctor Hugo mandaba su disparo al poste. Pero la actitud de los riojanos gustaba en la grada. Y qué grada. Un aunténtico infierno para los visitantes, que firmaron un primer parcial en blanco.
Sin embargo, y como ya había advertido Jota González, el Göppingen no es solo Kaufmann, al que se le anuló bien. Se vio con el protagonismo de Thiede, que ya demostró su clase en el partido de ida. Un potentísimo lanzamiento exterior, imposible para el guardameta vasco.
Tahirovic, por su parte, en su línea, impedía a los logroñeses irse en el marcador. La defensa de los de Petkovic sobre Garabaya hacía el resto. El segundo parcial se cerró con un 2-3, gracias a que Praznik marcó, desde los siete metros, el único gol local en esos cinco minutos.
El Göppingen había estudiado muy bien a si rival. Con Garabaya anulado, ejercían una defensa mixta sobre Sorrentino, otro de los jugadores que también hacía daño a los germanos. Así el Naturhouse pudo remontar (7-6).
Tercer balón al poste
Unai Arrieta estrelló el tercer balón al poste en el minuto 17. Una oportunidad perdida para haber conseguido ponerse dos arriba. Y lo que son las ocas, Haas fusilaba a Aginagalde, en dos ocasiones, y Tahirovic aguaba la fiesta riojana con dos paradas consecutivas a Paco López y a Velasco (8-9, m. 20).
Jota González se veía obligado a pedir tiempo muerto y la exclusión, la primera, de Späth abría la puerta a poder remontar el marcador adverso. Como así lo hicieron los riojanos (11-10), pero era imposible ampliar las distancias. Ellos mantenían una férrea y rocosa defensa. Aun así, el Naturhouse encontró huecos y se puso 13-10 con un potentísimo lanzamiento de Sorrentino, sensacional ayer. Se llegó al descanso con 14-13 favorable a los locales, precisamente mismo resultado que el que se dio en Göppingen.
Tras el descanso, los alemanes apretaron más las tuercas, pero la reanudación comenzó, con Gregor en la portería, como lo había hecho el primer tiempo, con un golazo de Garabaya, que exhibió su clase. Sin embargo, los de Petkovic aprovecharon sus goles rozando el pasivo (hasta cinco de ellos) para anular a una defensa local que se desdoblaba. Praznik, mientras, seguía con su festival desde el punto de penalti (5 de 5).
La segunda parte, además, fue la de Alex Dujshebaev (seis goles, uno de ellos un 'fly' para el recuerdo), que asumió la responsabilidad en el lanzamiento final, colocando a los suyos cuatro arriba (22-18, m. 41). Pero no era suficiente. Thiede impedía cualquier intento de alejarse más en el luminoso. Sorrentino no se rendía (26-21), Lorger aportaba su grano de arena y el público envalentonaba a los suyos. Sin embargo, los minutos pasaban y las diferencias no se ampliaban. Se acababa el sueño europeo, pero con un Palacio en pie, porque una vez más su equipo había vuelto a hacer algo grande (32-29).
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