La comunión entre la grada del Palacio y el equipo riojano

Ayer sí existió comunión entre el público y los jugadores del Naturhouse. Y es que en la última jornada liguera, contra el Alser Puerto Sagunto, el equipo se topó con una afición apática. Nunca antes se había visto a una grada que no animase al Naturhouse, como ocurrió el martes. Algo sorprendente. A tenor de lo visto en el partido contra el Göppingen se explica el por qué estuvo apagada la grada riojana en ese encuentro de la liga Asobal.

Y es que ayer, las 1.800 personas que acudieron al Palacio se dejaron la voz. Desde el primer minuto estuvieron fieles a su equipo. Animando, aplaudiendo, ovacionando algunas jugadas, silbando al rival, reclamando el pasivo, gritando con toda su alma 'Logroño, Logroño'.

Y el equipo lo agradeció. Sin duda, ayer, el Palacio fue un infierno para los alemanes. La grada fue el octavo jugador en pista de los locales. Sufrió en cada balón perdido, en cada lanzamiento que se estrellaba en el palo o que se topaba con un increíble Tahirovic. Vibró, como nadie, en el segundo tiempo, cuando los logroñeses se pusieron cinco arriba y sufrieron cuando a falta de cuatro minutos la diferencia se había reducido a un único tanto.

Al final no pudo ser y el Naturhouse volvió a quedarse a las puertas de la final. No entrará en el bombo con el TV Grosswallstadt, que ayer desbancó al TBV Lemgo, que no podrá revalidar su título de la Copa EHF. El Grosswallstadt se impuso también en el partido de vuelta (25-30), como ya lo hiciera en la ida (24-26) y ahora jugará contra el Göppingen la final de la EHF.