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O. BARRIUSO
Viernes, 29 de abril 2011, 10:10
El 'caso Bildu' amenaza con romper los hasta ahora sólidos puentes entre el PNV y el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Como ya adelantó ayer este periódico, la decisión del Gobierno central de impulsar a través de la Fiscalía y la Abogacía del Estado la impugnación de todas las listas de la coalición soberanista ha provocado un profundo estupor en el PNV, que ayer no dudó en exteriorizar el líder del EBB en un desayuno informativo en Madrid. Incluso dejó en el aire su apoyo al Gabinete socialista.
Iñigo Urkullu aprovechó su visita a la capital para confesarse «decepcionado» con el jefe del Ejecutivo, que, vino a decir, ha echado en saco roto las apreciaciones sobre la pacificación y la normalización política en Euskadi que ha compartido con él en las numerosas conversaciones telefónicas, reuniones y cenas privadas que han mantenido en los últimos meses. En el PNV no salen de su asombro porque, aseguran, el presidente siempre ha trasladado a Urkullu que creía en la apuesta de Batasuna por las vías exclusivamente políticas y que, en consecuencia, estaba dispuesto a «mojarse» para lograr la paz.
Los jeltzales tenían el convencimiento de que el Ejecutivo promovería a lo sumo el veto a algunas listas, las más claramente 'contaminadas'. «¿Por qué no responde a las bastantes conversaciones que hemos mantenido ambos sobre el alumbramiento de un nuevo tiempo?», se preguntó en voz alta Urkullu, que reprochó a Zapatero que haya cambiado su actitud respecto a la izquierda abertzale, pecando de falta de «audacia».
Victimismo de Batasuna
«Promover la decisión de impedir que Bildu esté en las elecciones cuestiona la apuesta política del Gobierno español por aprovechar este momento. Y para nosotros ésta es una cuestión mayor», recalcó el dirigente peneuvista, que avisó a Zapatero de que tendrá «muy, muy presente» la estrategia que está siguiendo contra la izquierda abertzale a la hora de brindarle respaldo parlamentario. No en vano, uno de los principales argumentos del PNV para justificar su apoyo presupuestario a Zapatero -el propio Urkullu se ofreció a hacerlo extensivo a las Cuentas del Estado de 2012 siempre que se vayan cumpliendo los compromisos en materia de transferencias- ha sido la necesidad de garantizar un clima de estabilidad política que permita ir consolidando la paz. La advertencia de Urkullu, como él mismo sugirió, podría suponer que el PNV se replantee su posible apoyo a los Presupuestos del año que viene y a las reformas económicas que aún tiene previsto promover el Ejecutivo.
El líder jeltzale avisó de otro efecto colateral de la eventual anulación de Bildu. Si bien no quiso aventurar la posibilidad de una reacción violenta de ETA -«mejor estar todos callados», recomendó-, sí que pronosticó una sensación de «victimismo» en el mundo de la izquierda abertzale y de EA «más desagradable que hace cuatro años con ANV». Aventuró, en otras palabras, un ambiente irrespirable en los pueblos al advertir de que el victimismo «da alas a la justificación de determinadas actuaciones».
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