

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
JESÚS PRIETO MENDAZA
Martes, 19 de abril 2011, 04:43
La religiosidad, expresada de distintas formas y afectando a diferentes aspectos de la vida grupal, es algo que ha formado parte de la humanidad desde sus inicios. Surge en los clanes o tribus primitivas como una forma de dar respuesta a preguntas fundamentales y como una manera de normativizar la vida social. Howells dijo que el origen de la religión estaba en la necesidad de confrontarse a los cuatro caballos del hombre: la muerte, el hambre, la enfermedad y la codicia. Y Max Müller fue quien inició lo que podríamos denominar como estudio empírico de la religiosidad, uniendo por primera vez dos palabras que parecían antagónicas hasta entonces, ciencia y religión. Así las cosas, y sin entrar directamente en el debate abierto recientemente sobre la conveniencia o no de mantener la asignatura de religión en nuestro sistema educativo, creo que estoy en condiciones de afirmar que el hecho religioso es un fenómeno de indudable importancia, incluso para sociedades en las que la laicidad avanza como en la nuestra. Es una forma de expresión humana condicionada por un contexto cultural determinado y también condicionadora de cultura, tanto desde una aproximación ritual como mítica.
Nuestra propia sociedad europea actual es sin duda heredera de una cosmovisión judeocristiana de la vida; de tal importancia que dejó su impronta en filosofías tan aparentemente lejanas como el socialismo de Karl Marx, la lucha revolucionaria de Camilo Torres Restrepo o la pedagogía liberadora de Paulo Freire. Sería prácticamente imposible pensar en una estructura común europea si no nos remitimos al sentido trágico de la vida de los griegos, o a la dualidad presente en conceptos como: cielo-tierra, hombre-mujer, luz-tinieblas o blanco-negro. Entre nosotros están muy arraigados la acción como actitud práctica y virtuosa o el yo doble, dividido entre el aspecto carnal (cuerpo) y el espiritual (alma). Por lo tanto, queridos lectores, no podríamos explicar la evolución de los pueblos de Europa, ni siquiera como teorizó Max Weber en cuanto a la relación entre el desarrollo del capitalismo y el protestantismo, si no hubiéramos conocido antes la general imagen tripartita del mundo que los indoeuropeos ya poseían clasificando su sociedad en sacerdotes (religión), guerreros (control y contención), y artesanos o campesinos (economía).
La importancia que los Estados europeos dan al hecho religioso en sus respectivos ámbitos educativos es, si nos atenemos a los datos estadísticos, realmente importante. La enseñanza religiosa, a pesar del nivel significativo de secularización de nuestras sociedades, está presente en todos los sistemas educativos europeos, con la excepción del caso francés en la educación pública.
Alemania, Bélgica, Holanda, Austria, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Grecia, Italia, Luxemburgo, Polonia, Portugal, Reino Unido, Suecia, Noruega... incorporan al profesorado de religión asimilado como el resto de los docentes. Incluso casos como el de Finlandia, exigen titulados con la licenciatura en Teología para impartir las clases de religión o ética. Existen diferencias en cuanto a la financiación, al carácter voluntario u optativo de la asignatura o a las características de la alternativa a la religión; pero puede afirmarse que en la práctica totalidad de Europa la asignatura de religión está contemplada en el currículum de las etapas educativas obligatorias.
Considero preocupante (y les puedo asegurar que mi ortodoxia religiosa es más que cuestionable y en absoluto militante, aunque no renuncie a unas creencias que han forjado mi actual compromiso social) la posibilidad de que nuestro país pueda perder el tren europeo, una vez más, eliminando de nuestro sistema educativo un aspecto que no hace sino enriquecer nuestro bagaje cultural. Primero fue la historia, luego la filosofía, ahora la religión; las humanidades, en general, han sido ninguneadas en aras de la creación de ciudadanos enculturizados en las nuevas tecnologías y en las ciencias. Ciudadanos para el consumo y adoradores del progreso técnico. Hombres y mujeres que nadarán en una sociedad, como diría Z. Bauman, cada vez más líquida y menos consistente.
Puedo equivocarme, pero considero que nuestros alumnos y alumnas necesitan formarse buscando el equilibrio personal entre Apolo (el orden) y Dionisos (la irracionalidad). Pienso que contrastar la lectura del 'Siddartha' de Hess, de la Bhagavadi-ta, del Tao-te-king o de la Biblia, puede engrandecer su comprensión del mundo que hemos heredado desde hace más de veinte siglos.
En un futuro cada vez más pluricultural, en sociedades en las que la transnacionalidad genera espacios cada vez más mestizos, conocer la función de la sahada, del salat, zakat, sawn y hayy; leer el Antiguo y Nuevo Testamento, saber a qué nos referimos cuando hablamos del ying y del yang; conocer los caminos de la perfección a través del himayama y del mahayama o reencontrarnos con Marx desde el mensaje de Cristo son actividades que pueden contribuir al debate en las aulas, a la reflexión y al diálogo intercultural. El hecho religioso, como conocimiento, no como adoctrinamiento, puede ayudarnos, en definitiva, a conocernos mejor a nosotros mismos y ese es el mejor camino para saber hacia donde queremos ir.
El hecho de haber superado años oscuros de nacional-catolicismo y encontrarnos, afortunadamente, inmersos en una sociedad que ha alcanzado un grado de secularización similar al de otras sociedades avanzadas del ámbito europeo (cuestión que especialmente aplaudo), no implica necesariamente renuncia de un patrimonio histórico, de una competencia enriquecedora y de una herencia que forma parte de nuestro acervo cultural.
Dijo Swift: Tenemos bastante religión como para odiarnos, pero no suficiente como para amarnos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
Batalla campal en Rekalde antes del desalojo del gaztetxe
Silvia Cantera y David S. Olabarri
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.