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JOSU PUELLES GARCÍA. BILBAO
Miércoles, 13 de abril 2011, 04:41
«Nuestro mayor problema es que empezamos a no distinguir que la vida humana es efectivamente un valor supremo, pero no tanto por ser vida, como por ser humana. Es decir, dotada de conciencia y libertad. Por lo que el criterio ético para enjuiciar las conductas que lastiman a otro exige tener en cuenta el daño que sufren estas facultades y posibilidades humanas y no solo el que sufre la vida biológica sin más. Si la vida fuera el bien supremo, lo congruente habría sido tirar las armas hace mucho. Si no lo hacemos es porque no se trata de salvar la vida, sino de salvar cierta clase de vida, ésa que merece la pena vivirse».
La cita no es mía sino de J.M. Ruiz Soroa ('Víctimas', 12-4-11). Por eso se me hace más difícil entender el significado de este artículo y siento disentir (por la admiración que le profeso) con el trasfondo del mismo, pero creo que lanza una serie de afirmaciones y conclusiones, que dice se autoatribuyen las víctimas, que no se corresponden ni con la realidad de ese mundo ni con sus verdaderas intenciones. Así, decir «las víctimas se consideran investidas de una especial legitimación para formular opiniones ». No creo que se corresponda con la verdadera naturaleza de sus actos pues no se sienten ni más legitimadas, ni nos consideramos en posesión de verdad absoluta alguna. Nuestras ideas, al menos las mías, no parten del sufrimiento o dolor padecido, sino del análisis racional de lo acontecido y los actos que nos llevan a movilizarnos tienen precisamente como objetivo, el fortalecimiento de nuestro Estado de derecho, para que éste sirva precisamente para amparar, sin atajos políticos y con aplicación efectiva de la justicia dimanada de él, la dignidad que merecemos, para poder vivir esa cierta clase de vida que merece la pena vivirse. Y reivindicar eso no es bajarse a la arena de la refriega política, no es querer ser algo más que simples ciudadanos, y cuestionarse si la sociedad no tendría que tenernos en cuenta más que a otros me lleva en bucle a la cita con la que empecé esta carta.
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