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ROBERT BASIC
Miércoles, 30 de marzo 2011, 21:40
Sólo la ausencia del sentido común permitió que el balón rodara anoche en el estadio Steponas Darius y Stasys Girenas de Kaunas. No hace falta decir que lo de 'rodar' es una ironía porque tanto España como Lituania luchaban como jabatos para dominar la pelota, que botaba descontrolada en cualquier parcela del campo. En medio de la calvicie, adornada con un poco de hierba, estaban tres jugadores del Athletic. Vicente del Bosque decidió convertir en titulares a Fernando Llorente, Javi Martínez y Andoni Iraola y, de paso, poner el corazón en un puño a más de un aficionado rojiblanco, deseoso de que salieran indemnes del desierto báltico. Lo que dolía no eran las patadas, sino caerse en un patatal más duro que una pista de hielo. Pues bien, el duelo acabó con una cómoda victoria de 'La Roja' y, lo que es más importante, sin lesionados.
El caso es que había que jugar porque tanto la UEFA como el árbitro del encuentro, Laurent Duhamel, dieron luz verde a un campo gris. Hacía más de una década que no coincidían tres jugadores del Athletic en el once inicial de la selección, y ayer acabó la sequía. La presencia de Llorente era más o menos esperada, sobre todo después del mal partido de Fernando Torres ante la República Checa -los centroeuropeos se impusieron ayer por 2-0 a Liechtenstein-, pero la titularidad de Javi Martínez e Iraola cabe enmarcarla en el apartado de las sorpresas.
Del Bosque convirtió a Llorente en la clara referencia ofensiva de la selección, flanqueado por Villa y Cazorla en los costados. Al riojano ya no le asusta la camiseta del combinado nacional, la estrella en el pecho, y se le ve cómodo con la pelota. Antes le quemaba los pies y ahora pasa con mucha frecuencia por sus botas, y durante más tiempo. Iraola se colocó en el lateral derecho, en sustitución de Sergio Ramos, y completó un partido aseado en las tareas defensivas aunque un tanto discreto en ataque, donde acudió con puntualidad y jamás descuidó su parcela de atrás. Y Javi Martínez, por su parte, jugó bastante adelantado y dejó un par de detalles de calidad.
España intentó tocar el balón, combinar sobre un trozo de tierra, pero estaba claro que elaborar el juego en el infierno lituano era una tarea hercúlea. Lo que nunca cambia es la idea del fútbol que imprime Xavi a la selección. El centrocampista se hizo con el mando del partido y se encargó de repartir las tareas. Tenía de compañero a Javi Martínez, colocado por delante de Xabi Alonso, que no se complicaba la vida y entregaba la pelota al GPS de España. El navarro aprovechó su ubicación para sumarse al ataque e incluso se atrevió con un par de disparos -uno de ellos una volea preciosa- que buscaban la portería defendida por Karcemarskas.
Los minutos de Llorente
El duelo avanzaba a trompicones y sólo el gol de Xavi en el minuto 19 puso una pizca de sal en una primera mitad bastante sosa. El disparo del medio de Terrasa desde fuera del área rebotó en el central Skeria y dibujó una vaselina imposible para el guardameta lituano. Lo más difícil estaba hecho, abrir la lata báltica, y tocaba gestionar la ventaja en el rocódromo de Kaunas. Fue justo cuando se destapó Llorente, que dispuso de un par de buenas ocasiones antes de irse al descanso.
Al delantero del Athletic sólo le faltó acierto para redondear una buena actuación en Lituania. Protagonizó jugadas meritorias, controló balones imposibles e incluso asistió a sus compañeros, caso de Cazorla y Javi Martínez, cuyos disparos inquietaron poco al meta local. La mejor ocasión del riojano llegó nada más arrancar la segunda parte. Se marcó un jugadón en el área lituana, dejando atrás a dos defensas, y al quedarse sin espacio optó por el recurso de la puntera. Karcemarskas atrapó su lanzamiento sin dificultades.
Lituania se sacudió de encima el dominio español con trabajo y voluntad y se propuso buscar la portería de Casillas. La encontró gracias a un golazo de Stankevicius, precedido de un monumental error de Piqué. El central perdió la pelota cerca del área y, tras un mal despeje de la defensa, el esférico acabó en las botas del lituano que mandó un obús desde 25 metros para empatar el encuentro. Por un momento, los bálticos creyeron en la remontada. En que los campeones del mundo, al fin y al cabo, son humanos. Pero los milagros estaban ayer en otra parte.
España metió la directa y se encontró con el regalo de Kijanskas, que marcó en propia puerto cuando trataba de evitar un gol seguro de Llorente. Le quitó el premio al riojano, muy activo durante toda la noche. El tanto de Mata, a pase de Silva, no hizo otra cosa que imponer la lógica en un campo que jamás debió albergar un duelo internacional.
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