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DANIEL GONZÁLEZ
Viernes, 25 de marzo 2011, 03:44
A Fernando Alzola, apicultor de Ozaeta, los 62 puntos que el jurado del XVI Concurso de Miel de Álava le otorgó por su trabajo le dejaron, además del primer premio, un buen sabor de boca. También sus compañeros de profesión Silvino Epelde, de Víllodas, e Igor González de San Román, de Bernedo -segundo y tercero con 58 y 56 puntos, respectivamente-, probaron el dulce sabor de la victoria y recogieron ayer de manos de la directora vasca de Agricultura, Pilar Santamaría, la placa y el dinero que, gracias a su miel, han ganado.
«Aunque hay este premio material, lo más importante para ellos es el reconocimiento que recibe su producto», explicó a EL CORREO José Antonio Elorza, técnico de la Asociación de Apicultores de Álava (APIAL), colectivo que desde hace dieciséis años organiza este certamen «que cada vez atrae el interés de más personas», hasta tal punto que han tenido que poner un tope de inscripciones. Sólo veinticinco mieles alavesas competían este año en una actividad que acompaña a las jornadas de apicultura que organiza la asociación desde 1995.
Tras pasar el obligado análisis en los laboratorios del Ayuntamiento -donde se decidía uno de los parámetros de la puntuación, la humedad-, cada tarro debía enfrentarse a la nariz y el paladar de Jesús Salmerón, director de calidad del laboratorio de análisis sensorial de la UPV, y de su colega Mónica Ojeda, directora técnica adjunta.
Ocho finalistas
Los dos expertos en catas se repartieron las muestras y empezaron a puntuar su aroma, textura y sabor, dejándose guiar por sus desarrollados sentidos para comprobar la calidad de la miel. Ninguno de ellos conocía el nombre del productor, una garantía más de imparcialidad, aunque pronto seleccionaron sus favoritas. «En algunas de esas mieles he probado el propio aroma del campo. Parecía que le estaba pegando un bocado al árbol», destacaba Salmerón. A su puntuación se sumaba la obtenida en el laboratorio y, de ahí, se sacaban las cuatro mejores. El mismo proceso se repetía con los resultados de Ojeda, y una vez sacados los otros cuatro finalistas, éstos pasaban a un segundo examen a manos del catador que antes no las había probado.
Esa segunda prueba arrojó unas puntuaciones muy reñidas, con varios empates, aunque la nota de los tres ganadores no daba lugar a dudas: superaban a unos competidores que tendrán que esperar al próximo año para cobrarse la revancha.
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