La incesante lluvia provoca una densa gotera en la nueva cancha bilbaína

Eran las 10.15 horas de una mañana gris y lluviosa en Bilbao. Se había citado a los medios de comunicación una hora más tarde en el nuevo frontón Bizkaia para asistir a uno de los actos más ancestrales del juego de pelota a mano: la elección de material que se realiza previamente a un partido importante. Una tradición con más de dos siglos de vida.

Al acceder al majestuoso recinto de Miribilla había una desaforada actividad por parte de los operarios encargados de poner a punto el recinto. Sinónimo de prisas. En los aseos de caballeros se afanaban por terminar de empotrar los lavabos y algún que otro enser. En la contracancha se ajustaban las cajas de conexiones para las televisiones y radios.

Pero lo más sorprendente acontecía sobre el suelo de la cancha. Una mancha de agua que se extendía desde el frontis hasta el cuadro tres la intentaban achicar con rapidez dos obreros con mopas y bayetas. Con la incesante lluvia, que cayó durante 24 horas, una penetrante gotera había venido a poner en tela de juicio la impermeabilidad de la techumbre.

Para muchos de los asistentes al acto se trataba de «un error de los constructores», para otros, como el expresidente de la Federación Vizcaína de de Pelota, Carlos Lasa, «son cosas lógicas que suelen suceder en las grandes estructuras». El ex mandatario señaló que la obra, «se mire por donde se mire, resulta espectacular».

Para un realizador de televisión el color negro «genera tristeza», que las rayas que limitan la cancha sean blancas como la pelota podría, en opinión de algunos expertos, dificultar las decisiones de los jueces, y para los pelotaris presentes ayer en el frontón «la buena resbalada de la pelota en el suelo y su viva salida de frontis», es uno de los aspectos positivos a destacar. «En ningún frontón nuevo habíamos observado hasta hoy estas magníficas condiciones», recalcó Aimar Olaizola.