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Elegidos para la quiebra
POLÍTICA

Elegidos para la quiebra

Los dirigentes de ETA de los últimos años han llevado a la banda a una situación de máxima debilidad La cúpula terrorista se ha marcado como prioridad mantener el control de los presos que le disputa la izquierda abertzale

PPLL

Domingo, 13 de marzo 2011, 03:44

Un poco antes de que ETA declarara la tregua del 10 de enero, los dirigentes de la banda terrorista, entre los que se encontraban Mikel Oroz y Alejandro Zobaran, detenidos esta semana, hicieron llegar un mensaje a Batasuna: «En la situación en que se encuentra el proceso de liberación, nos reafirmamos en la necesidad de la estrategia político militar». No querían que hubiera malentendidos cuando anunciaran la tregua y que algunos pensaran que el alto el fuego era el primer paso para abandonar las armas.

Oroz y Zobaran, al igual que Iratxe Sorzabal o Izaskun Lesaka, todavía en activo al frente de la banda, forman parte del grupo de dirigentes que ha controlado los resortes del poder en ETA en los últimos siete años. Los más destacados miembros de esa promoción de líderes terroristas han sido Garikoitz Aspiazu 'Txeroki' y Mikel Carrera 'Ata'. Tienen en común ser más radicales que los jefes que les precedieron y a cuyas órdenes trabajaron, y más también que los propios militantes de base. En el último debate interno se vio esa radicalidad cuando propusieron atentar abiertamente en Francia y atacar al PNV. La mayoría de los miembros de ETA frenó esas propuestas.

Llegaron al poder en 2004, poco después de protagonizar un motín contra sus jefes en el seno del 'aparato militar' conocido dentro de la banda como la 'crisis ESA' (de Ekintza Saila). «La planificación de las ekintzas (atentados) se hace a la ligera -escribió 'Ata', el más duro o el más directo de todos-. «Hay una gran distancia entre la Dirección y los taldes. No se tienen en cuenta (demasiado al menos) los criterios de los taldes». Les agobiaba el descenso de actividad de ETA, los pocos atentados y las muchas detenciones y por eso se amotinaron.

«A partir de 2002 se debilitó progresivamente la estructura en la clandestinidad (....). En los años 2000-2003 cayeron militantes con mucha experiencia militar (...). El declive que vino a partir de 2001 era lógico», apuntó 'Txeroki' en un escrito. Tomaron el poder para salvar a ETA de la decadencia que observaban, pero no fueron capaces de darle la vuelta a la situación. Todo lo contrario. Han acabado reconociendo que la banda se encuentra con «dificultades estructurales» para hacer frente a la represión y que experimenta un «debilitamiento progresivo».

La palabra mágica para afrontar la situación fue reestructuración. En el debate de 2003 acordaron realizar una reestructuración y la hicieron. En 2009, decidieron remodelarse de nuevo y, en febrero de 2010, dejaron de hacer atentados para volcarse en la reestructuración. En eso estaban los dos dirigentes detenidos esta semana al frente de un grupo cada vez más débil.

Llegaron al poder con el objetivo de mejorar los resultados y se enfrentan al dilema de presentar la solicitud de quiebra. Llegaron al poder para devolver a ETA los días de gloria y les ha tocado gestionar la derrota y las crisis internas, crisis como la de 2008, año en el que la banda estuvo virtualmente rota en dos facciones, o crisis como la que durante 2010 han vivido el grupo terrorista y su entorno político. Batasuna le reclamaba a ETA una tregua, pero la banda ha estado resistiéndose durante meses, aunque al final ha accedido a decretarla con el fin de facilitar la legalización del nuevo partido, hacer posible la entrada en escena del grupo internacional organizado por Brian Currin y alentar la posibilidad de un nuevo proceso de negociación con el Gobierno. Esos eran objetivos de la tregua del 10 de enero, decidida por un grupo de dirigentes de la banda, ante la imposibilidad de realizar una consulta amplia. La tregua fue el gesto de ETA para apaciguar las relaciones con Batasuna.

Tranquilizado el frente de Batasuna, a ETA le preocupa ahora el control de los presos de la banda terrorista para evitar que puedan romper la disciplina interna. Iratxe Sorzabal, sucesora de Aitor Elizaran -el protegido de 'Txeroki' y 'Ata'- al frente del aparato político, tiene una larga experiencia en el control de los presos ya que desde 2001 estuvo encuadrada en el 'aparato de makos'.

Carta a las cárceles

En medios de la lucha antiterrorista se rumorea que ETA ha enviado recientemente una circular a los presos, aunque nadie la ha visto todavía, en la que se hace un análisis de la situación política y reclama a los reclusos obediencia a las directrices de la dirección de la banda. Es una advertencia para el sector mayoritario de los presos, representados por el EPPK, en cuyo seno parecen advertirse dos posturas. La primera, posiblemente mayoritaria, favorable a la línea de la izquierda abertzale que creen que han recuperado la iniciativa política, que aprecian ilusión en las bases sociales y entienden que han creado contradicciones al Gobierno y al PSOE, en el que aprecian un cambio de discurso. Este sector considera que la batalla actual hay que darla por la legalización de Sortu, pero la siguiente está en conseguir la liberación de los presos.

Otra parte de los reclusos recela de los movimientos realizados en torno a Sortu ante el temor de que Batasuna pueda plantearse pagar un precio inaceptable por estar presente en las elecciones. Consideran que el debate interno no ha sido todo lo claro y trasparente que dicen los dirigentes de Batasuna y que éstos no han jugado limpio con ETA.

Mantener a los presos bajo la disciplina de la banda, con todo lo que eso supone en las organizaciones de apoyo como Askatasuna o Etxerat, es una prioridad de primer orden para ETA. Siempre lo ha sido. El grupo terrorista no permite que nadie intente mediatizar a los reclusos. En 2004, ETA sospechó que Aralar había filtrado el documento crítico firmado por Francisco Mújika 'Pakito' y otros cinco presos y reaccionó enviando una carta airada de tintes amenazadores al líder de ese partido, Patxi Zabaleta. Tal vez por eso Batasuna evita adoptar cualquier paso para arrastrar a los presos a su campo que pudiera molestar a ETA. De momento, el 'aparato de makos' mantiene el control de los presos.

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