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ALBERTO AYALA
Domingo, 6 de marzo 2011, 11:51
Aquí (en el Parlamento vasco) comencé a hacer política y aquí es donde dejo de hacerla». Ayer se cumplieron 22 meses desde que Juan José Ibarretxe pronunciara estas palabras escasos minutos antes de que la Cámara autonómica proclamara por primera vez a un socialista, Patxi López, lehendakari de Euskadi.
Este tiempo ha permitido al Gobierno del cambio devolver el sosiego a la política vasca tras años de agitación identitaria promovida desde Ajuria Enea. El PNV ya no hace política solo desde la exigencia del derecho a decidir, salvo en la Guipúzcoa que controla Joseba Egibar. ¿E Ibarretxe? Continúa en un retiro que en las últimas semanas ha dado la sensación de ser especialmente activo y que desde Sabin Etxea se escruta con atención.
Oficialmente no ha cambiado nada. El exlehendakari sigue dedicado a la Universidad y a sus conferencias. El pasado 25 de octubre, trigésimo primer aniversario de la aprobación de la Carta de Gernika -Ibarretxe siempre ha sido muy cuidado en la elección de fechas y símbolos-, su plan se convirtió en tesis y con ella logró el título de doctor por la UPV, en un tiempo récord según ciertos medios docentes.
El libro de memorias 'El futuro nos pertenece', que le ha escrito el periodista Koldo Ordozgoiti, exresponsable de comunicación de la desaparecida Euskal Ezkerra (EuE) y de la consejera de Cultura Miren Azkarate, le ha llevado, además, a protagonizar una serie de charlas y presentaciones. Tanto en el País Vasco como fuera de él. Dentro de un mes ya tiene apalabrada su participación como ponente en unas jornadas promovidas por Baketik en Arantzazu.
Arropamiento
Nada, o casi nada, se ha salido del guión previsto. Ibarretxe se mantiene firme en su convicción de que el Estatuto está «agotado». En consecuencia, insiste en abogar por la acumulación de fuerzas soberanistas, por la que trabajó durante tres legislaturas, hasta lograr la autodeterminación.
En 1999 no tuvo objeción en pactar con la EH de Arnaldo Otegi pese a sus vinculaciones con ETA; un pacto que deshizo -eso sí- en el mismo instante en que la banda rompió la tregua que había declarado. Tampoco tuvo problema luego en convocar su polémica consulta -tumbada por los jueces-, pese a haberse comprometido a hacerlo exclusivamente en ausencia de violencia. Nada extraño, pues, que esta misma semana haya apoyado en la UPV la legalización de Sortu, partido promovido por la izquierda radical que dice rechazar la violencia de ETA, «porque es una mirada hacia un futuro en paz». ¿Hubiera necesitado el mundo de Batasuna dar este paso de haber seguido Ibarretxe en el poder con sus planes soberanistas?
Si algo ha llamado la atención en este tiempo ha sido el extraordinario arropamiento que el sector soberanista del PNV, con Egibar a la cabeza, ha prestado a Ibarretxe en cada uno de sus actos. Eso sí, solo Xabier Arzalluz -tan abiertamente distanciado de Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar, como cercano al presidente del GBB- se ha atrevido a plantear en público algo que otros defienden sólo en privado: la conveniencia de que el exlehendakari se lance a fin de año a por la presidencia del EBB. «Les da cien vueltas a los de ahora», opina Arzalluz.
También podría considerarse significativa la presunta reunión mantenida por Egibar e Ibarretxe con Rufi Etxeberria en un caserío guipuzcoano. El mismo en el que el presidente del GBB y el líder radical se habrían visto en junio pasado. Por más que Egibar se ha esforzado en desmentir el encuentro, sus aclaraciones no han convencido ni en Sabin Etxea. Cuestionado al respecto, el 'recado' del habitualmente templado Iñigo Urkullu a Ibarretxe y Egibar fue claro: «Como presidente del EBB, mis compañeros de ejecutiva pueden atestiguar que están puntualmente informados, casi al instante, de todos mis movimientos. Es lo que entiendo por lealtad en cuanto al ejercicio de mi responsabilidad», enfatizó.
Oficialmente el discurso se mantiene. «Ibarretxe es antes que nada un hombre de palabra y si hace dos años dijo que era su adiós, fue su adiós». Este diario desveló hace unas semanas que algunos de sus íntimos, como Jon Azua, le preparan una fundación. Extraoficialmente, en cambio, algunas voces empiezan a esbozar sus dudas al respecto. Y es que, transcurridos 22 meses desde su salida de Ajuria Enea, Ibarretxe aún no tiene un horizonte profesional y económico nítido, como sí lo encontró José Antonio Ardanza en Euskaltel cuando dejó Ajuria Enea.
«Si las cosas fueran mal en mayo no es descartable que algunos le tienten abiertamente para que dé el paso y pugne por la presidencia del EBB», admite un cualificado responsable jeltzale. El mismo que asegura que el sector oficial controla Vizcaya, Navarra e Iparralde, «y a ver qué pasa en Álava». Todo ello desde el reconocimiento del indudable tirón de Ibarretxe entre las bases.
Los tres riesgos
A día de hoy puede afirmarse que, si la izquierda radical logra estar de una u otra manera en las urnas como casi toda la clase política da por sentado, el PNV corre un triple riesgo cierto en los comicios de mayo. Ganar, pero quedar en minoría en Vizcaya en unas Juntas con solo otros tres partidos (PSE, la izquierda radical y el PP). Perder la Diputación de Álava. Y no alcanzar tampoco el primer puesto en Guipúzcoa, lo que podría obligarle a tener que elegir entre buscar algún tipo de acuerdo con Sortu o quedarse también sin el sillón de Markel Olano. Es, se admite en la cúpula peneuvista, el peor de los escenarios posibles, pero posible al fin.
Un contexto que explica que hayan vuelto los cortejos jeltzales a Hamaikabat, la escisión moderada de EA que lidera Iñaki Galdos. Y que el pacto entre ambos parezca cada día un poco más factible. No solo en Álava, donde parece clave para las posibilidades de Xabier Agirre de repetir en la Diputación. También en Guipúzcoa, donde se con centran los mayores problemas, fruto de viejas rencillas gestadas durante muchos años.
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