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DAVID GUADILLA
Domingo, 20 de febrero 2011, 12:48
La izquierda abertzale volvió a demostrar ayer su capacidad para la movilización popular. Decenas de miles de personas recorrieron algunas de las principales arterias de Bilbao para reclamar su legalización. Aunque la marcha estaba convocada por un grupo plural de ciudadanos, la mayoría no adscritos a este movimiento, y hubo representantes del PNV -a título particular-, EA, EB y Alternatiba, entre otros, fue la izquierda abertzale la que básicamente nutrió con sus militantes una marea humana que reclamaba su presencia en las próximas elecciones del 22 de mayo. En teoría, a través de Sortu, el partido cuyos estatutos fueron presentados el pasado día 7.
Sin embargo, la nueva marca estuvo ausente del recorrido. Su nombre no apareció ni en las pegatinas que se repartieron durante todo el trayecto ni en el manifiesto final, en el que se reclamó al Gobierno español y a los jueces la legalización, pero en el que también se deseó que el alto el fuego de ETA pase de permanente a «definitivo».
La lectura de este texto en la escalinata del Ayuntamiento puso el punto y final a una manifestación cuya cabecera tardó algo menos de una hora en llegar desde la plaza de La Casilla, de donde había partido alrededor de las 17.35 horas. Para entonces, la calle Autonomía, una avenida con seis carriles de circulación y amplias aceras, estaba colapsada hasta la plaza Zabalburu. A ello contribuyeron las obras del tranvía. Para evitarlas, mucha gente optó por colocarse delante de la pancarta con el lema 'Bakerantz, legalizazioa!', no detrás.
Algo similar ocurrió el pasado 8 de enero, cuando la izquierda abertzale también llenó las calles de Bilbao en apoyo a los presos de ETA. Ayer, el tapón fue mayor y sólo se liberó al enfilar Hurtado de Amézaga. Para entonces, era evidente que la consigna de una marcha en silencio se había cumplido. Sólo lo rompieron los aplausos de quienes estaban en las aceras al paso de la cabecera. No hubo gritos ni proclamas. Tampoco más pancartas que la oficial. Ni ikurriñas. Las únicas enseñas visibles fueron una de Asturias y otra comunista.
Entre la multitud, algunas personas repartían pegatinas. Una defendía la legalización y otra con el lema 'Herri programa 2011. Zure ahotsa, gure hitza', el mismo que aparece en los carteles con los que la izquierda abertzale ha empapelado durante las últimas semanas muchos pueblos de Euskadi. Ninguna hacía referencia a Sortu.
Tampoco hubo mención al nuevo partido en el comunicado final leído por Kontxita Beitia y Carlos Arrondo, dos de los convocantes. La primera, una antigua andereño; el segundo, un vasco residente en Argentina. En el documento se defendió el «silencio plural y activo» de las «miles de conciencias» que «sintonizan de pleno» con el objetivo de la manifestación. Un «eco ensordecedor» que debe «retumbar allá donde corresponda». «De momento, en el Gobierno de España, en su Fiscalía General, en el Tribunal Supremo», indicaba el texto.
La alusión al Ministerio Público no fue baladí, ya que el departamento de Cándido Conde-Pumpido anunció el viernes que pedirá al Supremo que no permita la inscripción de Sortu en el Registro de Partidos Políticos al considerarlo una «continuación» de Batasuna. Pero igual de significativo fue que en ningún momento se mencionase el nombre de la nueva marca.
Esperanza
De hecho, el documento fue un ejercicio de ingeniería sintáctica. En realidad, lo que se pidió fue la legalización «del sector político ilegalizado». En folio y medio no apareció escrita la palabra Sortu ni se utilizó el término «izquierda abertzale». Sí el de ETA.
Los convocantes recalcaron que «la esperanza comienza a entrar de nuevo en la sociedad vasca». «Queremos que esta vez venga para quedarse. La esperanza del fin de cualquier actividad violenta e imposición antidemocrática. La de que el actual alto el fuego de ETA se convierta en definitivo», indicaba el documento, que también defendía el respeto de los derechos humanos, «civiles y políticos», y la «instauración de una democracia integradora que nunca antes hemos conocido en Euskal Herria. En definitiva, la esperanza de la paz».
Todo el texto buscaba reforzar dos ideas. La primera, que tras 50 años de violencia la paz puede estar cerca. La segunda, que el camino puede torcerse. Por este motivo, y sin dirigirse a nadie en concreto, los convocantes subrayaron: «No podemos tolerar que nadie vuelva a truncar esa esperanza».
Entre los promotores de la marcha estaban la exdirectora de Emakunde, Txaro Arteaga; el harrijasotzaile Iñaki Perurena; el representante de Lokarri, Paul Ríos; el exalcalde de Mondragón, Xabier Zubizarreta, y el abogado Kepa Landa. A ellos les correspondió la responsabilidad de redactar el comunicado. La mayoría no pertenece a la izquierda abertzale, pero se hace difícil pensar que antes de sumarse a la marcha la dirección del colectivo ilegalizado no conociese su contenido. Incluida, la petición a ETA para que deje de manera definitiva las armas.
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