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C. COCA
Jueves, 10 de febrero 2011, 04:14
La impresionante expansión de la música clásica en zonas hasta ahora muy alejadas de la tradición cultural occidental sigue en aumento. Los violinistas, pianistas y directores coreanos, chinos y caribeños ya han invadido las salas de concierto en Europa y Norteamérica y los mercados discográficos. Pero Adrian Prabava, que hoy se subirá al escenario del Euskalduna para tomar la batuta de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), procede de un país todavía más exótico: Indonesia.
Los responsables de la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS), con la que la formación asturiana ha hecho un intercambio en sus respectivos ciclos, no recuerdan que nunca haya dirigido un concierto en su temporada un músico de una procedencia tan alejada culturalmente. Como suelen decir coloquialmente, el director más singular que se subió a su podio fue Maurice Ravel, nacido a apenas 130 kilómetros de la capital vizcaína.
El lugar de nacimiento de Prabava, Yakarta, no puede ocultar, sin embargo, que su formación es europea, sobre todo germánica. Sus primeros pasos serios en el mundo de la música clásica los dio en el violín. Como sucede tantas veces, un instrumento se quedaba corto para alguien que deseaba tener un control sobre el conjunto de la obra de un compositor, así que se pasó a la dirección. Su formación tuvo lugar en Detmold, una hermosa ciudad alemana situada en el centro del país, y después en la próxima Hannover, donde se tituló hace poco más de cinco años.
Su gran oportunidad para iniciarse en el ámbito profesional fue la obtención de la beca Bernard Haitink, concedida por la Orquesta del Concertgebow de Amsterdam. Fue la ocasión para ser asistente del director que da nombre a la beca y también de Kurt Masur, el héroe cultural de la democratización de la República Democrática Alemana, un músico que se convirtió en símbolo de paz y reconciliación.
Algo de todo ello ha debido contagiarse al joven Prabava, porque la pasada primavera se puso al frente de la Orquesta Nacional de Francia, en un concierto de gran contenido simbólico, puesto que era una gala destinada a recaudar fondos y apoyo simbólico para Amnistía Internacional.
Acostumbrado a transitar lo mismo por el repertorio más romántico que por los compositores del siglo XX -ha obtenido notables éxitos con sus interpretaciones de 'Otra vuelta de tuerca' de Britten y 'Grandeza y decadencia de la ciudad de Mahagonny', de Kurt Weill- Prabava se enfrentará en Bilbao a una partitura contemporánea: 'Un viaje imaginario' de Jesús Rueda, obra ya grabada en compacto por la orquesta asturiana. Junto a ella, dos partituras del repertorio: una selección de 'Romeo y Julieta' de Berlioz y el bellísimo Concierto para violín y orquesta de Sibelius, con la canadiense nacida en Tokio Karen Gomyo en el papel de solista y un 'stradivarius' en sus manos. ¿Alguien se atreverá a hablar de falta de relevo en la música clásica?
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