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ANTONIO SANTOS
Domingo, 6 de febrero 2011, 03:59
Batasuna es especialista en generar expectación. Todos están esperando a ver qué dice el lunes». Quien así habla es un antiguo conocedor de las dinámicas internas de la izquierda abertzale. Su análisis evidencia cómo la coalición del encarcelado Arnaldo Otegi vuelve a estar en el centro del escenario político. Como viene siendo habitual justo antes de cada proceso electoral desde su ilegalización en 2003.
La atención está ahora puesta en el acto que mañana se celebrará en el Palacio Euskalduna de Bilbao. A las 11.00 horas y ante algo menos de 300 personas, entre invitados y periodistas, el abogado Iñigo Iruin y el exmahaikide Rufi Etxeberria tratarán de desglosar los estatutos del nuevo partido que quieren presentar en el registro del Ministerio del Interior, en Madrid, el próximo miércoles y los razonamientos que han llevado a la formación proscrita a intentar recuperar la legalidad. Al letrado le corresponderá el análisis jurídico y el encaje del proyecto en la Ley de Partidos. A Etxeberria, la reflexión más política.
Fuentes conocedoras del debate que la coalición ha llevado a cabo en las últimas semanas para preparar la presentación en sociedad de su proyecto aseguran que los máximos responsables de Batasuna mantienen, a día de hoy, una duda: si aluden de forma directa a ETA durante el desmarque de la actividad violenta que tienen previsto realizar. Aunque todo apunta a que harán mención a la banda para marcar cierta distancia, la referencia a los terroristas sigue siendo un tema espinoso para la coalición ilegalizada hace casi ocho años.
El pasado noviembre, en otro acto de calado en el que participaron más de 300 militantes «de varias generaciones», los dirigentes de la izquierda abertzale hicieron palpable su «rechazo» de la violencia y se mostraron convencidos de que, en el momento actual, «no hay cabida para forma alguna de coacción violenta». Aquello fue considerado como una zancada en el camino emprendido hacia la desvinculación del terrorismo. La palabra ETA, sin embargo, no se pronunció.
La coalición ha asegurado a sus interlocutores más cercanos que mañana dará «un paso más» para certificar su apuesta por las vías políticas. La alusión a la banda terrorista aparece como una estación en la vía emprendida. Quienes mayor credibilidad dan a los movimientos de Batasuna dicen «esperar» que en el discurso de Etxeberria aparezcan las siglas de Euskadi Ta Askatasuna, junto a una petición para que la banda respalde el proceso emprendido y certifique que su renuncia a las armas es «irreversible». Será un pronunciamiento «clarificador», aseguran. Otras fuentes consultadas advierten que a pesar de que el mensaje será «potente», tendrá «menos» relevancia «de lo que la gente espera».
En ningún caso se escenificará una condena expresa del terrorismo porque, de hacerlo, supondría un cisma. Tanto en su dirección como en sus bases un importante sector entiende que la lucha armada ha tenido sentido y ha favorecido que las fuerzas vascas no nacionalistas estén dispuestas a abordar cuestiones como la territorialidad de Euskal Herria o el derecho a decidir. Aunque la vigencia de la actividad terrorista no tenga ya sentido y se haya convertido en un «obstáculo» para lograr objetivos políticos.
La fórmula a emplear en el acto de mañana para separarse un grado más de ETA ha generado un intenso debate interno entre el reducido grupo de dirigentes radicales que conocen la intervención del exmahaikide. Hasta el punto de que el dilema se ha mantenido abierto hasta el último momento. Los más optimistas apuntan a que podría expresarse el rechazo a la violencia y a la amenaza «incluida la de ETA si la hubiera en cualquiera de sus manifestaciones». Ese entrecomillado aparece en uno de los borradores más contundentes puesto sobre la mesa en los últimos meses. Todo hace indicar que no serán tan nítidos. Etxeberria, al parecer, optará por una sintaxis menos evidente, aunque algo más rotunda a la que empleó en Pamplona hace menos de tres meses. «Darán un pasito más», insisten las fuentes.
La izquierda abertzale necesita ofrecer un pronunciamiento de cierto peso para alentar en la sociedad vasca la discusión sobre su legalización. De hecho, durante al menos las dos próximas semanas se incentivarán las movilizaciones para tratar de trasladar la presión al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Además del acto de mañana y la presentación de los estatutos en el Registro de Partidos, en Madrid, del 14 al 18 de febrero el grupo de mediadores liderado por Brian Currin hará acto de presencia en Euskadi por vez primera. El sábado 19 se prepara también una gran manifestación en la capital vizcaína para exigir que Batasuna esté en las municipales. En el lema de la marcha se quiere aludir a que la presencia de la coalición en esos comicios del 22 de mayo ayudará a solidificar la paz en Euskadi.
El calendario de actividades estaba previsto en un inicio que hubiera arrancado a finales del mes de enero. La huelga general convocada por ELA y LAB el pasado jueves 27 contra la reforma de las pensiones obligó a demorar los planes.
Batasuna entiende que la «negación a ultranza» de su proyecto, como viene haciendo el Ejecutivo central y el autonómico, «incomoda» a la sociedad de Euskadi. En esta búsqueda de adhesiones, la izquierda radical ya ha conseguido que su proyecto reciba mañana un importante respaldo de las fuerzas políticas y sindicales vascas. Acudirán al acto Aralar, Eusko Alkartasuna, Alternativa y Ezker Batua -las cuatro firmantes junto a la coalición ilegal del Acuerdo de Gernika-, además de una delegación «de cortesía» del PNV. Miembros de los principales sindicatos nacionalistas ya han confirmado su presencia. También dos representantes de Comisiones Obreras que han advertido que acuden «a título personal».
Dos años de trabajo
En el Ministerio de Justicia son conscientes de las «dificultades» que va a suponer para el Estado la nueva apuesta de la izquierda abertzale. Reconocen estar convencidos de que los estatutos de la formación a punto de ver la luz cumplirán «todos» los requisitos plasmados en la Ley de Partidos. Son conscientes de que detrás de su redacción se encuentra Iñigo Iruin, un abogado que para muchos jueces pasa por ser uno de los «mejores» expertos en Derecho Constitucional. El letrado ha invertido los dos últimos años en dar forma a las bases legales de la nueva marca electoral. Su trabajo comenzó incluso antes del debate interno en Batasuna
Sin embargo, en el departamento que dirige Francisco Caamaño repiten una especie de mantra: la izquierda abertzale ha dado un «ligero paso positivo» pero no ha evidenciado «ni un distanciamiento ni la ruptura con ETA». Creen imprescindible la «condena expresa» de la actividad de ETA. Todo lo demás, intuyen, pueden ser fuegos de artificio. Sostienen, en este sentido, que si quienes ahora «impulsan» la nueva formación son «los mismos» que hace apenas unos años han sido condenados por su estrecha vinculación con ETA, sería «ilógico» actuar ahora con «optimismo» sobre un cambio de actitud cuando no se han producido pruebas «evidentes» de su desvinculación «total» del terrorismo.
En el Gobierno tienen claro que el regreso a la actividad institucional se ha convertido en «objetivo prioritario» para Batasuna. Hasta tal punto que ha obligado a la izquierda abertzale a coger cierta distancia respecto de la banda terrorista. Su exclusión del sistema, ratificada por la sentencia que en julio de 2009 hizo pública el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, ha provocado un largo debate interno que cristalizó primero en la Declaración de Alsasua, y luego en los pactos de colaboración con EA, en el Acuerdo de Gernika y en el proyecto Euskal Herria Ezkerretik -también con Alternatiba-.
La izquierda abertzale confía en que tanto el debate interno como el entendimiento logrado con otras fuerzas soberanistas frenen cualquier voluntad de ETA por volver a la actividad armada. La ruptura de la tregua supondría un jarro de agua fría para las bases radicales. Un análisis que, según las fuentes consultadas por este periódico, sólo encuentra un pero: la posibilidad de que la banda justifique su regreso a las armas con el argumento de que Batasuna no ha logrado recuperar su presencia institucional. Queda aún mucho camino por andar.
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