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Santiago Carrillo repasa una fotografía del '23-F' en su casa de Madrid mientras fuma un 'dunhill' tras otro. :: JOSÉ LUIS NOCITO
Carrillo se reconcilia con la derecha
POLÍTICA

Carrillo se reconcilia con la derecha

«Hace tiempo que superé los rencores y odios de la Guerra Civil», confiesa el histórico líder comunista

JOSÉ MARI REVIRIEGO

Domingo, 6 de febrero 2011, 03:42

A sus 96 años recién cumplidos, Santiago Carrillo confiesa que ha pasado página al capítulo más oscuro de la historia contemporánea de España. «Hace tiempo que superé los rencores y odios de la Guerra Civil», declara esta leyenda viva de la izquierda en una conversación telefónica con EL CORREO. Carrillo, líder del PCE hasta 1982 y figura esencial en la Transición, repasa las claves de la recuperación de la convivencia en el libro 'La difícil reconciliación de los españoles'. Él ha hecho lo propio con la derecha, incluso con Manuel Fraga.

La renuncia a la revancha

El libro, editado por Planeta, es una recopilación de textos de Carrillo que arranca en 1956, cuando el PCE anunció su «renuncia a la revancha física de los vencidos sobre los vencedores» en favor de la pluralidad.

- ¿Cuál es la mayor dificultad para lograr la reconciliación?

- Todas las clases sociales y pueblos de España estaban interesados en la Transición en entrar en el Mercado Común, en integrarse en esa evolución del capitalismo. Por eso fue relativamente fácil la convergencia entre partidos de izquierdas, de derechas y nacionalistas. Entendimos que la Guerra Civil no nos debería dividir, igual que ya no nos dividen las guerras carlistas. Pero el mérito mayor corresponde al PCE que, desde 1956, entre la incomprensión de los republicanos del exilio, propagó la idea de la reconciliación como solución. El problema es que la derecha no acaba de comprender que España es un país plurinacional.

- ¿Considera que la reconciliación aún no se ha culminado?

- Hoy está bastante quebrantada porque el enfrentamiento político y la crispación son muy graves.

La participación de la derecha

Carrillo destaca la importancia que tuvieron las críticas lanzadas contra la dictadura por significativas personalidades de la derecha: Sánchez Mazas (falangista), José María Ruiz Gallardón (monárquico), los Garrigues Walker (liberales) y Joaquín Ruiz Jiménez (ministro de Educación, luego cesado), entre otros. Todos apoyaron un manifiesto que demandaba «libertad, en el nombre de los hijos de los dos bandos».

- ¿Cómo ve hoy a la derecha?

- Tiene una composición muy compleja. Es una derecha muy nacionalista, nacional-católica diría. Influye mucho en ella la Iglesia y su mentalidad medieval, algo que no se produce en otros países europeos.

El Estado autonómico

En 1978, el líder del PCE declaró en la comisión constitucional: «No es cierto que las autonomías pongan en peligro la unidad de España».

- ¿Qué opina sobre una eventual revisión del modelo autonómico?

- Días antes del 'show' de Sevilla (en alusión a la cumbre del PP), Aznar dijo que el Estado de las autonomías era inviable. Esa derechona prefiere el centralismo. Así se puede gobernar autoritariamente, pero es muy difícil hacer lo mismo en un sistema federalista o autonómico.

Lucha antiterrorista

En 1983, Carrillo censuró a Felipe González por «consultar» la política contra ETA «con el jefe de la derecha», antes que con el Gobierno vasco. «Con medidas pactadas con Fraga no se resolverá el problema del terrorismo», se quejó entonces.

- ¿Cuál es el mayor cambio experimentado en la lucha contra ETA?

- Que hay más unidad y que no existe el GAL. Lo esencial es que el pueblo vasco y sus partidos se han cansado del terrorismo y que no lo apoyan ni siquiera indirectamente.

- En aquella época, rechazó ilegalizar a HB porque creaba «partidos mártires». ¿Les legalizaría hoy?

- No se puede negar la participación política de un sector de la población si rompe abiertamente con el terrorismo y obtiene que ETA desaparezca. Pero, para hablar en serio de reconciliación en Euskadi, la banda tiene que autodisolverse antes.

La relación con Fraga

Carrillo y Fraga retomaron relaciones en la Transición, tras ser enemigos íntimos en la dictadura.

- ¿Se ha reconciliado con él?

- Hemos convivido en la política. Gastamos bromas y otras veces discutimos civilizadamente. En ese sentido, nos hemos reconciliado. Nunca he planteado ninguna incompatibilidad con quienes fueron ministros y colaboradores del franquismo que luego apoyaron la Transición. Por ejemplo, soy amigo de Martín Villa, que fue el ministro que ordenó mi detención. Hace tiempo que he superado los rencores y odios de la Guerra Civil.

- ¿Estaría dispuesto a participar en un encuentro con Fraga, símbolo de esa difícil reconciliación?

- Nuestra relación no es tan estrecha como para, no teniendo necesidad, molestarnos en salir de casa. Él y yo somos ahora un par de ancianos que no estamos en condiciones de ir a tomarnos unas copas juntos.

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