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ALBERTO AYALA
Domingo, 6 de febrero 2011, 11:23
Iñaki Gerenabarrena (Vitoria, 1962) acaba de cumplir nueve años al frente del Araba buru batzar del PNV. El 12 de enero de 2002 asumió el cargo apadrinado por su tío y predecesor en esa función, el histórico José María Guerenabarrena; la persona que, tras la dictadura, extendió el nacionalismo hasta el último rincón de la provincia menos permeable a esta ideología con métodos cuando menos discutibles.
El joven burukide heredó una organización en evidente crisis. El PNV había perdido por primera vez, entre 1999 y 2000, los tres grandes epicentros de poder del territorio: la Diputación de Álava, el Ayuntamiento de Vitoria y la Caja Vital. Y el partido se encontraba internamente fracturado después de que graves irregularidades obligaran a repetir las elecciones en las que José María Guerebarrena había logrado la reelección ante el 'imacista' Manu Allende. Todo un lunar negro, que las bases no han olvidado, en una formación democrática con un siglo de historia.
Casi una década después, los presuntos escándalos de corrupción y espionaje por los que la Justicia investiga a cualificados peneuvistas dibujan en negro el futuro de Gerenabarrena. Medios jeltzales resaltan que el presidente del ABB «se encuentra cada vez más aislado internamente». La reciente intervención de Joseba Egibar para lograr que los principales imputados en el caso entregaran cautelarmente el carné de militante no ha hecho sino acentuar su imagen de debilidad y transmitir la impresión de que el PNV tiene una dirección en Álava poco menos que intervenida desde fuera.
'Enfant terrible'
A diferencia de otros alderdikides, Iñaki Gerenabarrena -ingeniero técnico forestal de profesión, trilingüe castellano-euskera-francés y padre de dos hijos- no tuvo un debut precoz como representante institucional de su partido. Fue en 1995, cuando sustituyó a Félix Ormazabal en el Parlamento vasco. Dos años después, en 1997, entró como concejal en el Ayuntamiento de Vitoria que lideraba el heterodoxo José Ángel Cuerda.
Los libros de sesiones de ambas instituciones dan cuenta del limitado papel que desempeñó en ellas. Eso sí: sus desacuerdos con el entonces vicelehendakari, Jon Azua, en las asambleas jeltzales y luego su polémica decisión de ausentarse del pleno municipal en el que Cuerda forzó a sus compañeros del PNV a apoyar que Vitoria conmemorara el vigésimo aniversario de la Constitución le dieron imagen de 'enfant terrible' y radical.
El gran salto llegaría en 1999, cuando Juan José Ibarretxe le nombró consejero de Agricultura. Medios peneuvistas aseguran que el entonces lehendakari «ofreció previamente la cartera a Álvaro Iturritxa, quien la rechazó». Desde entonces, existe una gran amistad entre ambos, además de una completa sintonía política y estratégica.
La imagen del nuevo consejero no pasó desapercibida, por inusual. Sus camisas de cuadros, sus amplios jerseys y su inseparable mochila, en lugar del tradicional traje con corbata, suscitaron no pocos comentarios. Es en esos años cuando algunos adversarios comenzaron a apodarle 'Mochilo'.
La trayectoria gubernamental del nuevo consejero sería efímera. José María Guerenabarrena había logrado la reelección como presidente del ABB, sí, pero con la promesa de no terminar su mandato. Los rumores apuntaban que el sustituto sería el entonces vocal del Poder Judicial y hoy diputado en el Congreso Emilio Olabarria. El gran padrino del nacionalismo en Álava cumplió, pero el señalado por su todopoderosos dedo fue su sobrino.
El joven Gerenabarrena prometió unir y devolver al poder un partido que halló dividido y deprimido. Nueve años años después, el PNV alavés se encuentra posiblemente más fracturado que nunca. Eso sí, los jeltzales dirigen desde hace cuatro años la Diputación alavesa y desde abril de 2008 cogobiernan con el PSE la Caja Vital.
Núcleo de poder
El nuevo presidente del ABB sorprendió al conformar su equipo. Poco a poco dejó fuera de su círculo de influencia a quienes habían sido los más estrechos colaboradores de su tío -gentes como Paulino Corcuera o Ana Galarraga-, que fallecería unos meses después, en diciembre de 2002. Por contra, rehabilitó a burukides como Xabier Agirre, Claudio Rodríguez o Mikel Martínez. Y construyó un nuevo núcleo de poder, y de amistad, que ahora los escándalos judiciales han tumbado.
Entre sus adversarios, externos y en especial internos, Gerenabarrena tiene fama de poco trabajador. Los suyos, por contra, destacan que «lo que le gusta es trabajar en equipo. Sabe delegar -dicen- y en su escala de valores tiene muy claro que, además de la política, existe la familia». Por una u otra razón, el líder jeltzale alavés convirtió a Alfredo de Miguel -de quien se asegura que realizó 'delicados' trabajos para José María Guerenabarrena en su condición de liberado de EGI- en su todopoderoso 'número dos', en el candidato a sucederle y, sobre todo, en confidente y amigo. Completan el círculo interior Aitor Tellería, Nerea e Iñigo Antía, y Álvaro Iturritxa. Tras el pacto con el PSE, Gerenabarrena se reservó para sí la vicepresidencia primera de la Vital -que le reporta unos ingresos anuales estimados en unos 150.000 euros- y dejó a De Miguel la segunda.
Pese a alinearse con Egibar en el sector más soberanista del partido, Gerenabarrena -y De Miguel- no ha dudado estos años en traicionar su discurso para tirar de pragmatismo y de geometría variable en su práctica política diaria. Conscientes de la animadversión entre socialistas y populares alaveses desde que Zapatero obligó en 2003 a Javier Rojo a propiciar la reelección del conservador Ramón Rabanera como diputado general, hace cuatro años llegaron a una entente de apoyo mutuo con el socialista Txarli Prieto. Ello ha permitido a los jeltzales, tercera fuerza electoral, gobernar cómodamente la Diputación -primero con Aralar y EA, y ahora en solitario- a cambio de dispensar el mismo trato al socialista Patxi Lazcoz en Vitoria. El pacto se extendió en 2008 a la Vital. Tras el acuerdo por el cambio que llevó a Patxi López a Ajuria Enea, las fortísimas presiones del PP no fueron capaces de quebrar la entente alavesa.
Adversarios y compañeros de militancia coinciden en definir a Gerenabarena como «solitario, reservado y austero», y censurar un gran lunar: «es un impuntual incorregible». Es usual que llegue tarde a las reuniones de los lunes del EBB y a las de la ejecutiva de la caja, y que se marche antes de acabar. No es fácil verle cerca de Sabin Etxea tomando un txakoli -apenas prueba el alcohol, en cambio disfruta con una salobreña- o almorzando con sus compañeros de ejecutiva. Prefiere escaparse a la FNAC o a El Corte Inglés a elegir algún libro. Sus interlocutores en otros partidos resaltan que, de cerca, es «hombre de trato fácil, costumbres sencillas y de palabra en los pactos». Los suyos destacan «su indudable capacidad analítica».
Sobrepasado
El estallido en marzo del 'caso De Miguel' ha debilitado su posición interna y externa. Su estrecha amistad con los principales imputados -que mantiene intacta a día de hoy- le mantuvo paralizado durante las primeras horas. Iñigo Urkullu y Xabier Agirre se vieron obligados a tomar las riendas de la situación para intentar desmarcar rápidamente al partido de los delitos que se imputaban a los encausados. Ello contribuyó a ensanchar aún más la sima entre él y Agirre hasta el punto de que, en este momento, no existe ninguna relación entre ellos. En las últimas semanas, ha sido Joseba Egibar quien ha tenido que intervenir al observar a un Gerenabarrena un tanto sobrepasado por los acontecimientos.
Hace un año, se daba por hecho que Alfredo de Miguel sería el nuevo presidente del ABB en 2012 y se pensaba que Gerenabarrena tenía muchos boletos para ser el próximo responsable de la Vital. De Miguel parece definitivamente fuera de juego, y Gerenabarrena, al borde. Perder la Diputación alavesa en mayo supondría, casi con seguridad, su definitiva defunción política.
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