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Un auténtico ciego
SOCIEDAD

Un auténtico ciego

La moda de beber vodka por los ojos cala en la juventud anglosajona, aunque sus efectos pueden resultar devastadores

PÍO GARCÍA

Domingo, 30 de enero 2011, 18:28

Melissa Fontaine está muy arrepentida. Solo tiene 22 años, pero le gustaría retrasar el reloj de su vida y cambiar su pasado. Cuando era un poquito más joven y estudiaba en la Universidad de Londres, Melissa le cogió gusto al 'eyeballing': agarraba una botella de vodka, la abría y, jaleada ruidosamente por sus amigos, la vaciaba sobre uno de sus ojos. Sus compañeros decían que así el alcohol penetraba más rápidamente en la sangre y el subidón era casi instantáneo. «Vivir en la Universidad -se excusa- es como vivir en una burbuja. Disfrutas el momento, sin preocupaciones. Quieres probar cosas nuevas y no te importa lo que llegue después».

Lo que le ha llegado después es un continuo dolor de ojos y un lagrimeo constante. Y, sobre todo, mucho miedo: los expertos le han asegurado que el deterioro de su vista puede acelerarse en los próximos años. «Estoy aterrada», confiesa Melissa. Por eso ahora se arrepiente tanto y por eso ha decidido contar su historia, con todo lujo de espeluznantes detalles, al 'Daily Mail'. De su mano, el periódico británico ha descubierto que esta práctica con nombre de respetable deporte anglosajón es muy reciente, pero bastante más popular de lo que se piensa: arraigó en las fiestas salvajes de los campus americanos y pronto cruzó el Océano Atlántico. Las escenas pueden contemplarse en 'Youtube'. Hay más de 800 vídeos colgados.

El origen del 'eyeballing' parece remontarse a finales del pasado siglo, cuando las camareras de algunos clubes de Las Vegas comenzaron a hacerlo para ganarse propinas. La costumbre fue popularizada en el año 2000 por la película 'Kevin and Perry go large', dirigida por Ed Bye y basada en las historias de 'Kevin el adolescente', de Harry Enfield. En ella, el actor Rhys Ifans (famoso por haber encarnado al compañero loco de Hugh Grant en filme 'Notting Hill') adoptaba la personalidad de un tal DJ Eyeball Paul, que iba por clubes y discotecas derramando licor sobre sus ojos.

El mito del subidón

¿Por qué siente un chaval la necesidad imperiosa de meterse un trago de vodka por la córnea? «No es sólo cosa de locos -explica Melissa-. He visto a gente normal, incluso inteligente, comportándose así. Es una prueba de resistencia frente a tus amigos. Es casi masoquista». La tesis competitiva es la que parece explicar mejor esta conducta, porque la ingesta ocular de alcohol ni es placentera («escuece y duele mucho») ni, contra lo que dice el mito, asegura un colocón inmediato. Ocurre, en cambio, que los que intentan el 'eyeballing' suelen estar ya tan borrachos que le atribuyen un subidón más psicológico que fisiológico. De hecho, la cantidad de alcohol que penetra en el cuerpo es mínima, aunque sus daños pueden resultar irreversibles. Los oftalmólogos coinciden en advertir la devastadora imprudencia de vertir en el ojo un líquido con 40 grados de alcohol, antiguamente utilizado como desinfectante. El vodka puede causar inflamación, trombosis y úlceras permanentes en la córnea.

De momento, a tenor de los vídeos colgados en Youtube, la costumbre no ha calado (todavía) en España. Por si las moscas, conviene prestar atención a las sensaciones de Melissa Fontaine: «Al día siguiente de mi primera toma, todavía sentía dolor y tenía el ojo ensangrentado. Pero seguí haciéndolo. Creía que era divertido e inocuo. Pero he acabado causándome daños irreversibles en mis ojos. Por eso quiero difundir mi mensaje», aseguró a los redactores del 'Daily Mail'.

Mientras Melissa se quemaba las córneas en Londres, cientos de jóvenes estudiantes hacían lo propio en Estados Unidos. El 'Washington Examiner' recogía el testimonio de tres universitarios que preferían quedar en el anonimato, pero que reconocían que el 'eyeballing' era una práctica habitual en sus fiestas: «Es un gran espectáculo ver cómo se congrega gente a tu alrededor para ver qué demonios estás haciendo», se ufanaban. Uno de los chavales comparaba la sensación de pegarse un trago ocular de vodka a la que se siente cuando se mete champú en el ojo: «Pica durante algunos segundos», relataba con desparpajo. No obstante, todos ellos apuntaban a que había ahora un método de emborracharse más eficaz y popular: aspirar bourbon por la nariz o inhalarlo por la boca mediante un vaporizador. «En dos o tres minutos -explican-, sientes como si te pegaran en la nuca con un bate de béisbol». Una agradable manera de machacarse el cerebro.

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