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López consulta el reloj antes de iniciar su intervención frente a los miembros de su equipo de Gobierno, que comenzó con algo de retraso. :: IOSU ONANDIA
López aboga por «integrar» a Batasuna en el sistema democrático, pero sólo si «cambian»
Reunión del gabinete del lehendakari

López aboga por «integrar» a Batasuna en el sistema democrático, pero sólo si «cambian»

Se congratula, en un acto con cargos de su Gobierno, de haber construido una Euskadi «diferente y mejor» que la de 2009

OLATZ BARRIUSO

Sábado, 15 de enero 2011, 10:41

El Gobierno vasco no quiere echar sin más en saco roto los esfuerzos de Batasuna por imponerse a la estrategia de ETA, pero tampoco está dispuesto a allanar el camino hacia las instituciones a la izquierda radical si la formación ilegalizada no demuestra de forma fehaciente que ha roto sus vínculos orgánicos con la banda, la razón última de su proscripción. En ese contexto se entiende el mensaje favorable a la «integración» de ese mundo en el sistema democrático que lanzó ayer el lehendakari Patxi López ante los altos cargos de su Gobierno, en un acto calcado al que ya celebró exactamente hace un año con el mismo fin: inyectar optimismo y energía en su Gabinete al inicio del año, hacer un repaso de los logros y fijar los objetivos y proyectos en que se volcará en la segunda mitad de la legislatura, que llegará en mayo próximo a su ecuador.

Casi al final de su extenso discurso -de 29 folios, cinco menos que el año pasado, y casi una hora de duración-, el jefe del Ejecutivo de Vitoria abogó por suturar de una vez las heridas que cincuenta años de terrorismo etarra y «una década de debate identitario» -la que pasó Ibarretxe al frente del Gobierno de Vitoria- han provocado en el tejido social vasco y recuperar la unidad y la cohesión de una Euskadi que ha estado «a veces dividida y a veces agotada». «No podemos seguir con grupos de ciudadanos que trabajan unos contra otros», advirtió.

Frente a los aproximadamente 250 consejeros, viceconsejeros, directores y asesores de su Gabinete, López inscribió en ese espíritu de «pacto ciudadano por la convivencia» su defensa de la legalización «de los colectivos que hasta la actualidad han mantenido posiciones totalitarias cercanas a la violencia», en obvia alusión a Batasuna.

Eso sí, con un matiz más que significativo, que expresó sin medias tintas. «No vamos a cambiar la democracia. Ellos son los que tienen que cambiar y hacer lo que tienen que hacer. Nosotros vamos a seguir defendiendo el Estado de Derecho. Vamos a seguir combatiendo cualquier expresión de violencia. Y vamos a ser firmes en las exigencias democráticas, que nunca deben flaquear si no queremos equivocarnos. Pero también vamos a mantener la esperanza».

Sin renunciar a la firmeza

Cuatro días después del alto el fuego permanente y general de ETA, el lehendakari volvió a insistir en un mensaje en positivo y a saludar el posible regreso de Batasuna a la vida institucional, siempre que «rompa cuanto antes cualquier tipo de relación con la violencia terrorista» porque eso significaría, subrayó, que la «macabra historia» de ETA ha tocado a su fin. Pero abogó porque ese tránsito se produzca sin renunciar a «la firmeza y la unidad de los partidos democráticos», que ha demostrado ser, dijo, la vía más eficaz para forzar el abandono definitivo de las armas.

En otras palabras, López y su entorno están convencidos de que la izquierda abertzale debe demostrar de forma inequívoca que ya no está supeditada a ETA -superar el jurídicamente denominado contraindicio-, una tarea para la que no bastarían unos estatutos 'limpios' para la nueva sigla que proyectan presentar en el registro entre el 22 de enero y el 5 de febrero, sino que se haría necesario un desmarque explícito.

López se ajustó más que nunca el traje de lehendakari y reafirmó su perfil institucional al proponer el afianzamiento de un modelo de convivencia entre diferentes -una oferta que no tendrá una concreción específica, pero que resume la filosofía de su Ejecutivo- que evite una confrontación «interminable» entre nacionalistas y no nacionalistas. «Tenemos que renunciar todos a que una mitad de la sociedad vasca venza a la otra mitad haciéndonos a todos dependientes de un único modelo identitario», instó.

En esa línea, propuso tres pilares «para la unidad y la concordia»: aceptar las instituciones de autogobierno «como marcos reguladores de la convivencia», garantizar que cada ciudadano pueda ejercer libremente su «opción identitaria» y fomentar la pluralidad y la tolerancia como «valores cívicos». Un ejercicio para bendecir el «mestizaje» que tendrá su colofón en la celebración en 2012 -coincidiendo con el 75 aniversario del bombardeo de Gernika- del Año Internacional de las Culturas, la Paz y la Libertad que organizará el Gobierno de Vitoria. López insistió en que los vascos «estamos condenados a entendernos» y parafraseó una vez más al cantante Gari para recordar que «estamos también condenados a la esperanza».

Fue el corolario optimista y de mano tendida de un discurso que, como ya sucedió el año pasado, buscó sobre todo desmontar las críticas de inacción, ineficacia y vacuidad o ausencia de programa que cada día lanzan las fuerzas de la oposición al Gabinete López. En especial, tras el golpe que supuso para el Ejecutivo vasco el acuerdo presupuestario entre el PNV y Zapatero, traducido ahora en una sintonía preferente entre Sabin Etxea y el Gobierno central en materia antiterrorista -Urkullu es asiduo de La Moncloa y tiene hilo directo y continuo con el presidente- que tampoco hace ningún favor a los socialistas vascos. Los dos primeros epígrafes del texto que López leyó ante sus colaboradores lo dejan bien a las claras: bajo el título genérico de 'Un Gobierno con proyecto', se suceden unos párrafos precedidos por la frase 'el cambio ha venido para quedarse' y otro pasaje genéricamente denominado 'gestionamos bien'. No era momento de autocríticas sino de reafirmar y dar renovado empuje al Ejecutivo.

López insistió en la «tranquilidad y normalidad» que se han instalado en Euskadi con el PSE en el poder y rehuyó en todo momento la imagen de un Gabinete de transición entre dos mandatos nacionalistas. Más bien al contrario, insistió en la idea de un proyecto a largo plazo que no se agota en la gestión diaria sino que busca «cambiar las cosas» y trabajar por unos ideales tras perder una década, según dijo, «discutiendo sobre la identidad». «Si alguien piensa que sólo hemos venido a gestionar de forma honrosa la Administración vasca hasta 2013 se equivoca profundamente», remachó.

«Más con menos»

También se colgó López medallas porque, a su juicio, él y su equipo han logrado desmontar «el mito» de que el PNV es el único capaz de gestionar la Administración. No sólo eso: apuntó que su Gabinete ha acometido «mejor» la tarea porque ha logrado «hacer más con menos», ante «la mayor crisis de los últimos 80 años» y la drástica caída de la recaudación. Se jactó de no haber tenido que recortar las políticas sociales y apuntó al inicio de la recuperación. Todo para concluir, en definitiva, que, gracias a su Ejecutivo, «Euskadi es hoy diferente y mejor que hace dos años». «Hay cosas que nunca serán como antes. Ése es el gran triunfo del cambio tranquilo», se felicitó.

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