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2011: El año del despegue
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2011: El año del despegue

JOSÉ ANTONIO PASTOR

Viernes, 14 de enero 2011, 03:34

Hay razones sólidas para pensar que 2011 puede ser el año del despegue económico en Euskadi. Lo auguran las previsiones manejadas por el Gobierno vasco para el nuevo año, que son realmente esperanzadoras. Un crecimiento económico del 1,5 %, una tasa de paro en descenso (por debajo del 9 %) y la creación de 5.000 puestos de trabajo conforman ya un panorama alentador. Son cifras aún modestas, pero un paso de gigante si las comparamos con las de hace un año y con las previstas para el resto de España. No son, por tanto, las que anuncian la plena recuperación, pero sí las que nos indican que estamos recorriendo el camino que nos conducirá a superar la crisis.

Y, sobre todo, son previsiones que nadie ha cuestionado. Más aún, han sido reafirmadas en lo sustancial por quienes menos interés pueden tener en desarrollar actitudes triunfalistas: por los propios empresarios vascos. Algo que, por otra parte, confirma la credibilidad del Ejecutivo que preside el lehendakari Patxi López cuando aporta datos de interés público. Una credibilidad que, cuando se adquiere, funciona tanto para las malas como para las buenas noticias. Y justo es reconocer que el actual Gobierno se la ganó a pulso cuando explicó al país sin paños calientes la gravedad de la crisis que otros gobiernos silenciaban.

También cuando hizo del combate a la crisis un objetivo prioritario de la acción de Gobierno, y no de manera puramente retórica, sino con medidas concretas: conformando una mesa de diálogo social con sindicatos y empresarios, abriendo con el Gobierno de España la negociación sobre las políticas activas de empleo y aprobando en el Parlamento vasco una ley de medidas de choque para afrontar la mala situación económica. En este marco de actuación, se han ido adoptando, en todo este tiempo, decisiones muy útiles para avanzar equilibradamente y de manera simultánea en los planos económico y social.

Podría enumerar, a este respecto, una larga lista de realizaciones del Gobierno de Patxi López en su primer año y medio de mandato. Pero, por no aburrir, y por ceñirme a las últimas, me referiré a las dos más recientes, por las repercusiones que, sin duda, van a tener en el futuro inmediato en el progreso del país. Me refiero a la creación, en el presente año, del Servicio Vasco de Empleo (Lanbide), tras el acuerdo sobre la transferencia con el Gobierno de España, y al Plan de Competitividad Empresarial, aprobado a fines del año anterior.

La primera se inscribe en el marco de las políticas activas de empleo, diseñadas, y acordadas con sindicatos y empresarios, por el Departamento de Empleo. Unas políticas que, entre otras cosas, se proponen vincular de manera mucho más activa y ambiciosa las prestaciones de desempleo o la Renta de Garantía de Ingresos, a la búsqueda de la inserción, o reinserción, laboral de sus perceptores. Por otra parte, el Plan de Competitividad Empresarial movilizará cerca de 12.000 millones de euros en los próximos años y está dirigido a alcanzar un sistema productivo más abierto, más internacionalizado, más competitivo y más basado en la investigación y la innovación. Se trata, en definitiva, de una guía de la transformación económica de Euskadi en el actual contexto económico mundial, a través de 14 líneas de actuación y 30 iniciativas concretas.

Contamos, además, con un ambiente político y social más relajado, con menos crispación y, por tanto, más propicio para concentrar las energías de todos en el progreso y el desarrollo de este país. Porque el nuevo Gobierno ha cambiado la agenda política de Euskadi y está consiguiendo dejar atrás los frentismos, las dinámicas de trincheras, las broncas y peleas identitarias, en beneficio de lo que interesa al conjunto de la sociedad vasca: la defensa de sus libertades y el fin del terrorismo, la creación de empleo, las reformas en la Sanidad y la Educación y la consolidación de un Estado de bienestar sostenible, entre otros objetivos comunes. Unos objetivos de ciudadanía ampliamente compartidos, que han tomado el relevo a los objetivos identitarios de otras épocas, que sólo motivaban a una parte del país.

Éstas son las perspectivas reales, de avance y de progreso, que se nos ofrecen para el año entrante. Son perspectivas realistas y, como tales, no tienen nada que ver ni con el triunfalismo ni con la desesperanza. Porque no existen motivos para una euforia desmedida, cuando aún hay tanto por hacer y tanta gente en este país que lo sigue pasando mal por efecto de la crisis. Y tampoco existen razones para ese derrotismo que otros interesadamente tratan de sembrar, por su política de tierra quemada contra el actual Gobierno.

Sencillamente, porque la realidad lo desmiente. Porque la realidad nos está diciendo que este Gobierno, que empezó su mandato en el peor momento de la crisis económica, es el que está sacando al país de la crisis. Y es también el que está sacando adelante todos los grandes objetivos con que se comprometió el lehendakari Patxi López en el Parlamento vasco. No sólo el de la recuperación económica, sino también el de la salvaguarda de las libertades frente al terrorismo, el del pleno desarrollo del Estatuto y el de la consolidación de un Estado de bienestar sostenible. Todo esto en poco más de año y medio de mandato. Y todavía nos queda más de media legislatura por delante. Hay, pues, motivos sobrados para la esperanza.

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